CAPÍTULO 34

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ETHAN

Entre sueños noto como alguien se remueve entre mis brazos, tratando de abandonar el calor de mis sábanas, aseguro más mi agarre sobre su vientre, notando su desnudez mientras que ella sigue intentando bajarse de la cama.

-        Cariño- dice susurrando sobre mi oído- déjame salir.

-        Cinco minutitos más- ruego con mi voz de recién levantado.

Muevo mi cuerpo hasta quedar encima de ella, presionándola contra el colchón, ella se ríe y pasa sus manos por mi espalda, dibujando patrones sin sentido.

-        Venga anda, necesito ir al baño.

-        Está bien nena, pero primero mi beso de buenos días ¿no?

Antes de que pueda articular palabra alguna junto nuestros labios, abriendo mi boca para que su lengua, que pedía ansiosa entrada, juegue con la mía. Muerdo su labio inferior, tirando ligeramente de él, lo que causa que un gemido escape de su boca. Ella vuelve a besarme con ansia, y por varios minutos solo hacemos eso, besarnos. En la boca, en el cuello, en las mejillas, hasta beso sus parpados y la punta de su nariz. Stella abre un poco más sus piernas, haciendo hueco para mí, y es justo en este momento cuando me separo de ella y salgo de la cama.

-        ¿Por qué paras ahora? – pregunta confusa apoyándose en sus codos.

-        Creí que necesitabas ir al baño- digo con chulería- o ¿es que ya te habías olvidado?

Ella se da la vuelta y ahoga un grito en la almohada, para luego salir de la cama como dios la trajo al mundo, o más bien como yo la dejé anoche, y pasa delante de mí. Antes de entrar por la puerta del baño me mira de arriba abajo y una maligna sonrisa se abre paso en su rostro.

-        Suerte bajando eso- dice señalando con la cabeza mi entrepierna para, acto seguido, cerrar la puerta del cuarto de baño.

Recojo mi rompa interior del suelo junto con mi pantalón de pijama y me los pongo antes de ir a la cocina a preparar el desayuno. Escucho el agua de la ducha correr, lo que me índica que tengo tiempo más que de sobra para hacer unas tortitas con bacon y huevos revueltos. Cuando solo queda el café por servir, Stella aparece en la cocina, solo con una de mis sudaderas puestas, el pelo húmedo y una cara de recién levantada que no puede con ella. Verdaderamente se ve adorable en estos momentos.

-        Buenos días cariño- dice abrazándome por la espalda dejando un beso en medio de esta.

-        Ahora sí que son buenos- me giro para besar brevemente sus labios y sigo hablando- vamos, el desayuno ya está listo.

Stella se sienta a mí lado en la mesa, y mientras comemos lo que he preparado hablamos de lo que haremos en los próximos días. Me cuenta que cada vez tiene menos ganas de ir a trabajar, no se siente cómoda en ese ambiente, y la verdad es que la entiendo, nunca pensé cuando escolaricé allí a Maddie que las cosas iban a terminar así.

-        Si te soy sincera lo único que me da ánimos para ir son los niños, me encanta ver como se emocionan por cada cosa que consiguen, escuchar como hablan de todo aquello que les gusta, y también de lo que no les gusta, me flipa poder ser parte de su aprendizaje, ellos me dan miles de años de vida pero el resto de profesores me la están quitando poco a poco.

La abrazo sin saber muy bien qué decir, sé que su trabajo la apasiona, que es su gran amor, pero también sé que no va a poder aguantar mucho más.

-        ¿Crees que Terry encuentre algo que nos sirva para ayudar a Maddie? – pregunta después de un rato mientras nos terminamos el café.

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