NOSOTROS

CAPÍTULO 35

STELLA

Ethan me deja en mi casa antes de ir al colegio, aprovecho para darme una ducha rápida cambiarme de ropa y coger todo lo necesario para el día de hoy. El cielo viene anunciando tormenta, por lo que dejo las llaves del coche en la encimera y, en su lugar, cojo un paraguas de la entrada. El camino hacia el colegio se me hace más lento que otras veces, puede que sea porque por primera vez en mucho tiempo me he atrevido a salir a la calle con los cascos puestos, escuchando música. Como no podía ser de otra manera, Maneskin suena a todo volumen mientras camino por las calles repletas de ejecutivos acelerados.

Erick me saluda nada más entro en mi clase, después de nuestra cita, por llamarlo de algún modo, no habíamos vuelto a hablar. Él me había escrito en numerosas ocasiones, incluso me felicitó las fiestas, pero yo no habría sus mensajes, había algo en él que no terminaba de cuadrarme. Desaparece de mi vista cuando suena la campana y toda la tropa de niños entra como una exhalación al aula. Sus pequeñas conversaciones llenan todos y cada uno de los rincones del aula mientras se van colocando en sus sitios, hacemos la misma rutina de todas las mañanas para saber en que día estamos, el mes y todas esas cosas que, sin duda, me ayudan bastante a ubicarme, porque si no estoy segura de que no sabría ni en qué día vivo.

Aún no llueve, aunque el cielo está cada vez más cubierto y ennegrecido, por eso los niños aprovechan a salir al patio descubierto durante el recreo. Hoy me toca cuidarlos durante esos minutos, por eso cuando ellos cogen sus abrigos yo hago los mismo y bajo con ellos. Los restos de las nevadas ya han desaparecido por completo, dejando pasó al frío, por lo que me abrocho hasta arriba mi cazadora y coloco mejor la bufanda que escogí esta mañana. Por el momento está todo muy tranquilo, Alan juega al futbol con sus amigos en una punta del patio mientras que Maddie está en el otro extremo jugando con un par de niñas de su clase, lo que quiere decir que por ahora no tengo de que preocuparme.

-        ¿Está todo muy tranquilo no? – dice una voz a mis espaldas.

A los pocos segundos tengo a Erick junto a mí, lleva dos humeantes cafés en sus manos, y, cuando me giro para saludarlo me tiende uno de ellos.

-        Gracias, pero no hacía falta que te molestases- mis manos agradecen el calor que desprende el vaso.

-        Oh no es molestia. ¿Qué tal te fueron las vacaciones?

Joder parece que este chico no pilla las indirectas, si no le he contestado esa pregunta cuando me la hizo por mensaje, ni ninguno de los mensajes que le siguieron... ¿Por qué narices me vuelve a preguntar?

-        Bastante bien- contesto con educación, pero me abstengo de preguntarle por las suyas.

-        Yo fui a esquiar con unos amigos...

El sigue hablando, pero, sinceramente no escucho nada de lo que dice, no sé porque le ha dado por contarme todo esto cuando está más que claro que no me interesa en lo más mínimo. Doy largos sorbos al café mientras hago como que me estoy enterando de todo, hasta que, gracias a Dios, una niña viene porque se ha caído y necesita que la curen. Rápidamente me ofrezco para la labor, cualquier cosa antes que seguir escuchando a Erick hablar de sus vacaciones.

Durante la siguiente hora empiezo a encontrarme mal, no sé que es lo que me pasa pero me siento sin energía, la cabeza me duele horrores y además llevo un mareo considerable. Intento disimular delante de mis alumnos, no quiero preocuparlos, y sigo dando las clases con la mayor normalidad posible. Cerca de la hora de salida Erick se pasa por mi clase para entregarme unos papeles, y me debe ver francamente mal porque se ofrece a encargarse él de bajar a los niños. Así que cuando llega la hora todos cogen sus cosas y se van detrás de su profe de educación física. Todos menos Maddie, que se acerca a mí y me pregunta si estoy bien.