CAPÍTULO 5

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STELLA

¿Por qué narices me afectó tanto que la camarera intentase ligar con Ethan? No lo sé, no somos nada, por lo que no tendría por qué haber sentido esa punzada de celos, porque si, aunque le dije que no, estaba celosa, ¿es que esa idiota no notó que estaba ya con alguien? Odio sonar tan posesiva, yo no soy así, nunca he sido así, me desconozco, no es propio de mí ser impulsiva y huir de las situaciones como hice en la cafetería, pero, lo peor de todo, es que no he podido dormir pensando en si Ethan habría aceptado o no la proposición de la camarera.

A lo largo de toda la noche, un montón de escenarios distintos cruzaron mi mente impidiéndome caer en los brazos de Morfeo, imaginaba como la tomaba entre sus brazos, como la besaba con ansia y con fervor, y entonces, en algún punto de la noche, los celos se convirtieron en envidia, deseaba ser yo quien estuviera entre sus brazos, anhelaba el roce de sus labios con los míos, quería tantas cosas... pero las quería todas con él y con nadie más.

¿Qué me estás haciendo Ethan?

Para cuando llego al colegio, ya me he tomado dos tazas de café con la intención de tener energía suficiente para poder afrontar el taller de la mejor manera posible, así que, al bajar del coche, fuerzo una sonrisa y emprendo el camino hacia la puerta principal, como todos los días, voy hasta mi aula, pero me paralizo al verlo dentro. Había olvidado por completo que él sería uno de los voluntarios. No puedo dejar que su simple presencia me afecte tanto, mucho menos delante de mis alumnos, así que, me adentro saludando como lo haría cualquier otro día.

Una hora ha pasado desde que los niños, con ayuda de los padres voluntarios, comenzaron a pintar, y es increíble el nivel de concentración al que han llegado, no se oye ni una mosca. Me paseo por todas sus mesas observando sus obras, y, no puedo mentir, algunas me sorprenden muy gratamente, y otras simplemente necesitan ser vistas desde la perspectiva del autor. Al igual que pasa con los grandes artistas, hay veces, que por muchas horas que te pases en frente de un cuadro, no lo entiendes, y eso es simplemente porque una pintura es de las cosas más íntimas que una persona puede crear, desnudar tu pensamiento de una forma tan gutural para luego dejar que cualquier curioso lo vea y lo juzgue es un acto muy valiente, por eso todos los cuadros son valiosos, porque todos y cada uno de ellos, se lleva consigo un pedazo de su autor.

Cuando llego a la mesa de Maddie, me sorprende su ceño fruncido y su cara de frustración, creo que es la primera vez que veo esa expresión en su rostro, ni siquiera cuando no es capaz de resolver un ejercicio a la primera se pone así, por eso, decido agacharme para quedar a su altura.

- ¿Qué te ocurre Maddie? -pregunto observando con detenimiento lo que está intentando plasmar en su lienzo.

Dos siluetas a medio formar ocupan el centro del espacio, haciéndote centrar la atención justamente ahí, pero, de fondo, se puede apreciar lo que intuyo que es la fachada de un local o de un edificio, está verdaderamente bien, por lo que no entiendo la actitud de la niña.

- Ocurre que mi dibujo es una basura, ¿por qué no puedo yo dibujar tan bien como Ethan? – siento que la niña está a punto de llorar y hablo antes de que eso ocurra, porque lo que dice no es cierto, su dibujo es muy bueno, de los mejores de la clase.

- Te equivocas Maddie, para mi tu dibujo es perfecto, y es perfecto porque lo has hecho tú, no debes compararte con nadie, porque cada uno de nosotros somos únicos, y por eso tenemos formas de expresarnos distintas- la niña me mira sin estar muy convencida e intento apelar a la gran empatía que la caracteriza para hacerla entender mejor mis palabras- ¿Ves a todos tus compañeros? – ella levanta la mirada y escanea rápidamente la clase- ¿Crees que están dibujando todos lo mismo? – niega rápidamente – Y ¿crees que esa es razón para que sus dibujos sean mejores o peores?

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