Capítulo 1

2.3K 144 15
                                        



-Laia.—sentí que alguien me llamaba pero no había nadie más dentro de aquel oscuro acertijo. ¿Cómo llegue aquí?, me preguntaba mil y una vez pero aquí estaba y no sabía siquiera por donde saldría o de quién es aquella voz que me gritaba a lo lejos.—búscame Laia.

-¿quien eres?.—grite asustada mirando a todos lados. Esa voz era áspera, no era una femenina si no más bien era masculina. Pero a mi nunca me había llamado una voz masculina salvo mi padre y mi hermano.—¿sigues aquí?. ¿Hola?.—no había respuesta alguna si no que de pronto todo se encendió a mi alrededor.

-no te asustes.—volvió a hacer presencia la voz.—yo te protegeré de todo lo malo, aún estando lejos.

-¿te conozco?.—dije mirando a mi alrededores.

-no,ni siquiera mi amo te conoce pero yo si.—dijo haciendo que yo estuviera más confundida de lo que estaba.—yo te conozco desde que eras pequeña, su olor aún está en mi. Tú hermoso cabello rojo nunca lo he olvidado, tus ojos del color del cielo son la alegría más grande que tengo pero sobre todo tú. Algún día volveré a verte y ese día seré feliz.

-¿cuando era pequeña?.—pregunté.

-pronto tendrás tus respuestas, nuestro encuentro esta aún más cerca de lo que crees mi pequeña y dulce niña.

La voz no hizo ningún otro acto de presencia y yo no negaba que estaba entre confundida y asustada. Pero cuando comencé a mirar a mi alrededor buscando alguna salida me percaté de las paredes y sus garabatos en ella. Habían imágenes muy extrañas como humanos con cosas pesadas encima de ellos, después habían otras de animales como unos perros. Peleando entre ellos y otros simplemente ¿amándose?. Oh eso creí yo.

Pero lo más extraño fue la transacción que había entre un humano que al final terminaba siendo un perro. Eso fue demasiado confuso pero sabía lo que se trataba. Era de los famosos "hombres lobos". Según contaba la leyenda.

-¿Laia?.—comenzó a molestar mi hermana haciendo que abriera pesadamente uno de mis ojos.—vamos es hora de salir a comprar algunas cosas.

-Bernice déjame dormir.—pedí.

-deja de ser vaga, dentro de poco serás una guardiana y estarás de vaga.—reprochó.—la vagancia es un pecado.

-hay muchas otras cosas que son pecados y todos la cometen.—dije mientas me sentaba a duras penas.—lo mío es el pecado más inofensivo que puede haber existido.

-Miguel estaría muy decepcionado de ti.—bufé mientras la miraba.

-es demasiado temprano Bernice para estar molestándola.—entró Myles acercándose hacia mi para depositar un pequeño beso en mi frente.—buenos días pequeña.

-Buenos días grandulón.—respondí mientras sonreía.

-por eso sigue de mimada.—reprochó mi hermana y yo le di un pequeño golpe.

-dejala Bernice.—sonrió mi hermano antes de marcharse y dejarnos completamente solas otra vez.

-listo, hora de irnos.—gruñí a duras penas y decidí levantarme para alistarme.—es increíble que ahora con el tema ese de los humanos todos estén tan alerta.

-¿alertas?,¿por qué?.—pregunté mientras peinaba mi cabellera.—ni que ellos pudieron venir aquí.

-no, esto sería una locura con esos humanos tan.—la silencié antes que continuara.

-hablar de los humanos de esa manera es pecado.—la regañé como mismo ella lo hizo hace un rato atrás.—que a nosotros no nos guste no quiere decir que no tenemos que hacernos cargo de ellos. Es nuestro destino al final del día.

LAIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora