Capítulo 18

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-¿que haces aquí?.—mire sobre el hombro hacia la quisquillosa voz detrás de mi.—este se ha vuelto tu lugar seguro o que, cada vez que te desapareces estar aquí.

-eso no es de tu incumbencia..—respondí y ella rio.

-falta poco..—hablo nuevamente y yo volví mi mirada hacia el riachuelo.—deberías prepararte.

-habla menos..—dije de manera ruda a lo que ella respondió con una risita.

La escuché alejarse y desaparecer de los alrededores, en estos momento lo que menos deseaba era hablar con nadie y menos pensar en lo que estaba por venir. Mi cabeza era un rollo desde que ella se fue, mi pecho ardía como si estuvieran esterando  un cuchillo. No pensé que podía sentirme de esta manera, y odiaba estar todo el día así. Apenas podía dormir sin que su voz, su aroma todo se me haga presente.

-¿qué tanto piensas?.—la voz de mi hermano me tomó por sorpresa.— se que es difícil pero nos tienes aquí para apoyarte en lo que sea que necesites.

-¿Kaia sabe algo?.—pregunté apenas y el negó suavemente.

-ha intentado varias veces contactar con Tessa pero al parecer algo está pasando que no ha podido contactarla.—dijo el y yo asentí suavemente mirando al cielo.—ella volverá.

¿Volverá?, esa era la pregunta que se repetía una y otra vez en mi mente pero no había una respuesta. Por una parte me sentía aliviado de que no estaría para la gran noche pero a la misma vez deseaba saber de ella, saber que estaba bien.

-¿pasó algo?.—preguntó Mikael tomándome por sorpresa pero enseguida negué.—sabes que puedes contarme si algo te pasa, si algo te incomoda o si me necesitas. Se que no he sido un hermano muy apegado pero algún día cuando estés en mi posición me entenderás.

-¿porque hablas de eso ahora?.—dije un poco ronco y el sonrío.

-porque mi hermano pequeño me necesita en estos momentos.—respondió dándome una palmada en mi espalda.

Mi hermano estaba muy extraño conmigo desde que ella se manchó, no es decir extraño pero el nunca se había preocupado tanto, ni se había siquiera acercarse alguna vez haber como estaba. Al verlo el pecho se me apretaba porque lo había apuñalado por la espalda, apuñale a mi familia y ellos no sabían nada.

-ya no hay vuelta atrás.—pensé mientras miraba nuevamente hacia el riachuelo.

Las noches se habían vuelto frías y blancas. El invierno había comenzado, las hojas de los árboles ya no hacían presencia si no que habían tomado un color blanco y muchas ni siquiera estaban ya. El suelo estaba cubierto de hielo y el ambiente era helado. Cada día que pasaba era peor, ayer habíamos encontrado a uno de nuestra manada muerto, bañado de sangre y con un mensaje en su cuerpo "vengo por ti". La mandada estaba demasiado alerta desde anoche.

-¿estás bien?.—preguntó aquella pequeña voz l o cual me gire inmediatamente para encontrarme a Kaia.

-si..—respondí un poco desilusionado.

-vengo a informarte y pedirte algo..—dijo ella suavemente mientras me indicaba que la acompañara y yo solo asentí. Ella comenzó a caminar entre los arbustos hasta llegar a la zona trasera de la casa donde estaban los caballos pero mi sorpresa era que no estaba sola.

-hola..—dijo una chica completamente desconocida pero ese aroma lo conocía demasiado bien. Ella sacó su capucha dejando ver un cabello cobrizo caer en grandes ondas y sus ojos azules destacaban demasiado en ella.—¿es el?.

-si..—preguntó la chica y Kaia respondió rápidamente. La chica tomó su caballo haciendo que el obedeciera y se acercó a mi.

-un gusto..—dijo la chica.— mi nombre es Bernice.

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