20. Resfriado

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Luego de haber conseguido hacer el salto lo intento una vez más y fallo

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Luego de haber conseguido hacer el salto lo intento una vez más y fallo. Intento de nuevo y lo consigo, pero las próximas veces vuelvo a fallar.

Me deslizo sobre el hielo con la mirada caída, observando mis patines. Me detengo un momento y trato de centrar mi vista, pues el mareo vuelve y esta vez me remece. Finjo querer agacharme para no alertar a nadie sobre mi estado, con el cual me mantuve en lucha desde que desperté en el estudio.

Después de alguna clase de sueño que no recuerdo, desperté sintiendo frío. Cuando me percaté y recobré conciencia de donde me hallaba, me puse de pie en un brinco para recoger mi ropa, vestirme y escabullirme a mi habitación.

Antes de azotar la puerta y marcharme, noté que eran cerca de las cinco de la mañana y también reparé en la ausencia de Krooz.

Sinceramente, no me conmocionó en absoluto que se hubiera ido antes. Solo me preocupó el hecho de que alguien hubiera entrado mientras no era consciente, y si eso ocurría habría ganado problemas.

Por lo demás no me importó en absoluto.

Incluso sin su advertencia, yo habría tomado la misma actitud que ahora.

Solo era sexo. ¿Por qué habría de ilusionarme con un acto tan sencillo? Para hacerlo solo se necesitan dos cuerpos y el deseo. El amor no es algo que deba entorpecerlo.

Estuve con Krooz dos veces más y luego nos quedamos dormidos en la alfombra.

Tampoco hablamos más allá de lo que hicimos en ese momento. No volví a mencionar lo incorrecto que era y menos aún a mi hermana.

Esperaba que la culpa me carcomiera luego en soledad.

Sin embargo, llegué a sentirme tan cansado y enfermo. Apenas y pude ocupar mi cerebro para autorizarme a realizar cosas cotidianas como bañarme e ir la escuela.

Al llegar allá me sentí peor.

Empecé a toser de manera constante, tuve un poco de fiebre y escalofríos.

Ask me obligó a tomar medicamento y a comer algo. Lo hice solo para que dejara de insistir. Le dije que solo era gripe y que los mareos eran porque no había desayunado.

Se preocupa demasiado. Si le llevo la contraria llamaría a Eidriene y terminaría por llevarme a casa con el médico, y de ponerse peor me mandaría al hospital.

Odio ese lugar.

Permanecí días ahí luego de que me golpearan y mataran a Apestoso. El olor a medicina y alcohol me recuerdan lo difícil que fue volver a recuperarme. No solo de las heridas, también del miedo que me causaba volver a salir y el de hablar.

En ese tiempo mi padre estuvo concurriendo mi habitación todos los días para que hablara de inmediato y pudiera condenar a las personas que me habían golpeado. Dijo que armaría un fusilamiento en el centro de la ciudad y haría que les dispararan a esos niños.

El cisne y el príncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora