Capítulo 4

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Le ordene a Dixon, traer dos brujos, no quería ir a ver lobos sin protección extra, el clan Bennet se quedaría cuidando de Katherina, mientras yo volvía de mi reunión.

Para el pueblo, yo solo era una noble rusa, en busca de aventura, y nuevos negocios para mi familia, era la idea que había vendido, así que, que dos "sirvientes" desconocidos, y de rasgos diferentes a los acostumbrados por acá, merodearan conmigo, les era normal. Mis rasgos finos, y mi pálida piel, también ayudaba.

-No me gusta esto, Aline,- habló Dixon, en negativa, - los lobos no me parecen de fiar.

-Soy un tercio de lobo, no lo olvides.

-Sí, pero eres más, controlada, que estas simples bestias.

-Tú mismo lo has dicho, son bestias, con el amo correcto serán domesticables.

-No les gustará que seas mujer.

-A nadie le gusta que sea mujer.

-Sabes a lo que me refiero, no querrán hacer negocios con una mujer sin marido.

-Para eso vienen los brujos.

Me miró confuso, mientras caminaba a mi lado, nos reuniríamos en una de las tabernas locales, así que el carruaje se me hacia innecesario.

-Si no quieren hacer las cosas por las buenas, será por las malas. - simplifique.

Él asintió, y no volvió a hablar, caminó a mi lado todo el tiempo, y los brujos detrás de nosotros; al entrar a la taberna, el olor a lobo me inundó, miré a Dixon de reojo, tenía el entrecejo arrugado y una clara mueca de asco, solté una pequeña risa. Muy pocos vampiros podían percibir fácilmente el olor a lobo, era imperceptible mientras la maldición no estuviera activa y cuando esta estaba activa los días post luna llena era cuando su olor era más intenso. Después de eso, parecían, olían y se comportaban como humanos, la única diferencia rescatable, era que siempre iban juntos a todas partes, como una manada; estas eran de las pocas cosas que sabia de los lobos, gracias a la bruja Bennett, lo aprendí pero ella no ofreció demasiada información, dijo que yo lo sabría cuando mi maldición se activará.

Coloqué mis manos, enfrente de mí y las uní para al final dejarlas caer en un delicado movimiento, para después ponerlas en mis caderas, hacia esto cuando me encontraba ansiosa. Mi vestido de hoy era simple, color verde musgo, oscuro, de mangas largas, hasta mis codos, lo demás cayendo en tela de ceda casi transparente, tapando mis muñecas por completo, tenía pequeños detalles en dorado, en la cintura, y donde la tela de mis codos terminaba.

En definitiva, aunque era sencillo no encajaba con la apariencia de las personas del lugar, sus ropas eran blancas o cafés por la suciedad, se veían desgastadas y olían a sudor y lobo, la gran mayoría; casi toda la manada estaba aquí. Estábamos en la entrada sin movernos, espere a que la chica que había rescatado se acercara a mí o que Dixon me dijera con quién tenía que hablar, no me acercaría a los lobos más de lo necesario, eso podría poner en peligro a Katherina.

La chica, pronto nos encontró y alegremente me abrazó, hice mala cara, y por educación no la quité, pero tampoco devolví su efusivo abrazo, no me gustaba que extraños me tocarán con tanta familiaridad, le toque el hombro para que se quitará, después de un rato lo hizo, se disculpó y agradeció mi ayuda esa noche.

-Sigame señorita Romanov, la alfa la espera.

Enarque mi ceja ¿la? ¿El alfa era mujer? Miré de reojo a Dixon, y este negó, seguí a la chica, con Dixon y los brujos detrás de mí, nos llevó a unas mesas en el fondo de la taberna, lejos de la barra, ahí se encontraba una mujer, algo mayor, y dos hombres, la chica se acercó a uno de ellos con familiaridad y nos señaló, este me miró incrédulo y le tocó el hombro a la mujer.

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