Capítulo 20

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Año 2009, New Orleans

La luz se colaba por mi ventana, daba directo a mi rostro, sentía las sábanas tapando mi cuerpo mientras escuchaba murmullos bajos de quién abría mis cortinas, eso me hizo gruñir, en protesta.

-Será mejor que te levantes, ya es más de medio día.-me regañó Marcell.

-No molestes, joder.-gruñí mientras me daba vuelta, para quedar con la cara en la almohada, mi acompañante fue echado por Marcell, de forma no muy amable.

Sentí como volvía quedarme dormida, pero Marcell tomó mis sábanas quitándolas de mi cuerpo para levantarme, gruñí porque estaba desnuda y me dio un ligero escalofrío. Él no se inmutó por mi desnudez, ni bajo la mirada molesta de mi rostro, me sentí regañada.

-¿Cuál es el quinto?-habló refiriéndose al chico que sacó de mi habitación.

-De hecho así es, ¿los cuentas?

-¿Tú no?-negué ante su pregunta, y me levanté para tomar una bata para dirigirme al baño, mientras Marcell, llama a las mucamas para que terminen de arreglar mi habitación, mientras este me sigue de verdad molesto.

-¿Por qué tan molesto este bello día, Marcell?-pregunté, sin mirarlo y entrando a la ducha.

-Ese perro faldero tuyo, Dixon, ha llegado, y es demasiado molesto, como siempre.-murmuró esto último.

-¿Ha venido solo?

-No lo sé, al menos es lo que espero.

-Relájate, Marcell es mayor que tú, maduren, ambos.-dije sabiendo bien, que Dixon estaba en la casa y me escucharía. Así dicho, así hecho, llegó riendo ligeramente.

-No es mi culpa que hayas adoptado a un niño mimado y malcriado como este.- dijo mientras se apoyaba en el marco de la puerta y señalaba a Marcell.

Yo rodee los ojos, mientras terminaba de ducharme, Marcell me dio una toalla, mientras Dixon lo miraba con molestia.

Siempre que estaban juntos competían por mi atención como niños pequeños, lo cual al principio fue gracioso después se torno aburrido, e intentaba ignorar sus momentos de niños pequeños. Envolví mi cuerpo en la toalla, y volví a mi habitación ya perfectamente acomodada, tomé mi ropa interior del armario, junto con unos shorts de mezclilla, y una blusa de tirantes blanca. Ambos me seguían como patitos buscando a su mamá.

Con el pasar de los años, mis hermanos se fueron, y yo me quedé a cargo de New Orleans junto con Marcell, mientras Dixon dirigía nuestros negocios en América Central, pasamos la mayor parte del tiempo ocupados, pero intentamos siempre reunirnos y también con la manada, que cuida de Katherine sin que ella sepa, y con la ayuda de la Doppeltgänger  de Petrova, había logrado crear híbridos, que cuidaban de New Orleans, y de mí. Aún así mis hermanos no sabían de ellos, ni de la chica, porque eso si sería muy problemático de arreglar. Caminé hasta el jardín donde me esperaba Davina, quién leía un libro; ella la protegida de Marcell, era realmente linda, y tengo que admitir que, tenía cierto parecido a mí.

-¡Alex!-me llamó bajando el libro que estaba leyendo, regalándome una hermosa sonrisa, que me contagió. Me senté a su lado, mientras besaba su cabeza  en forma de saludo.

Algunas chicas, sirvieron mi desayuno-almuerzo, empecé a degustar mi comida, Randy, Dixon, Marcell, y Emmet, se sentaron a mi alrededor, como si esto fuera la santa cena, con mis apórtales, solo que ellos eran cuatro y no doce.

-¿Que sucede?-pregunté llevándome mi taza de café a la boca, Dixon se aclaró la garganta nervioso. -Davina, cariño, porque no vas con mis brujas para que empiecen tus clases, y podamos tener la tarde para nosotras.-le dije mientras le sonreía, amable.

Always and ForeverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora