Capítulo 26: "Puntas irreales"

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Estoy detrás de la puerta de la casa de Adam, sentada, con mi espalda recostada en ella. Mis ojos miran al vacío, sigo llorando pero ya no hago ruido, solo siguen saliendo mis lágrimas, mientras en mi cabeza retumban las palabras de Adam.

¡Qué tonta fui! ¿Por qué seguí insistiendo en algo de lo cual no tenía certeza? Estaba segura de que Adam me amaba, pero ¿Por qué? Si nunca lo dijo. Si eso pensara, lo dijera; si eso sintiera, lo expresara. Pero no, no fue así. Solo creí que me amaba basado en las puntas que creí que me lanzaba, ahora me doy cuenta que eran puntas irreales, solo existían para mí. Creé un mundo en mi cabeza que no existía, y me mentí ¿Estaré perdiendo la razón?

Paso mis manos por mis mejillas para limpiar mis lágrimas, me pongo de pie y empiezo a caminar. A unos cuantos pasos me empieza a picar la nariz, así que la rasco sin piedad y de repente ¡Achuuuuuú! Un estornudo, y luego ¡Achuuuuuú! Otro más.

Cuando me doy cuenta. A mi lado está una bola de pelos color crema que me mira con ojos de "¡Llévame contigo!" Sigo caminando y ella me sigue, me detengo y ella se detiene ¡No es posible! ¡Achuuuuuú!

—¿Acaso pretendes seguirme?— miro a Kiuri desde arriba y rascando mi nariz.

Me bajo para verla más de cerca y seguirle hablando.

—Sí, lo sé. Tu dueño está un poco enojado conmigo— Una lágrima rueda por mí mejilla otra vez y acaricio a Kiuri.

—Bueno, más bien, muy enojado—mis lágrimas salen más fuerte, y mis palabras empiezan a quebrarse—¡Ay Kiuri! En realidad me odia, estoy tan triste ¡¿Qué fue lo que hice?!

Sigo acariciando a Kiuri, a pesar de la alergia, nada es peor que el dolor que estoy sintiendo en el pecho.

—No puedo dejarte aquí, y Adam no quiere abrirme, tal vez nunca lo haga. ¡Ven! Te llevaré conmigo. Luego le digo a Vane que te traiga ¿Estás de acuerdo?

No sé qué esperaba escuchar. Los gatos no hablan, pero creo que quiere que la lleve conmigo. Así que pese a mis estornudos, y mis ronchas la tomo en mis brazos y corro a casa mientras mis lágrimas siguen saliendo.

Llego a casa, todos están esperándome para recibirme. Mamá, papá y Vane, los veo a todos en la sala, en un círculo frente a mí, bajo a Kiuri para caminar con más soltura, y cuando doy un paso, me desplomo y mi vista queda en negro.

Despierto y estoy en una cama blanca de hospital, tengo una vía en mi brazo derecho, y al izquierdo una máquina de signos vitales. <<¿Qué hago aquí?>> Pienso. Pero mi mente solo se mantiene tranquila por unos instantes, hasta que recuerdo lo que pasó antes de desmayarme y vuelvo a llorar.

—¡Nena! !Despertaste!—me dice mi mamá mientras se acerca a mí. Y yo no puedo responder nada, solo sigo llorando.

—¿Qué fue lo que pasó?— ahora indaga el motivo de mi llanto.

Le cuento todo, a ella, después a papá y por último a Vane. Luego una especialista me diagnosticó un cuadro depresivo grave, pensé que me había desmayado por la alergia, pero al parecer Kiuri no me hizo gran daño, el desmayo fue producto del colapso mental al perder a Adam.

Pasaron días, y no querían dejarme ir a casa, porque seguía en el mismo estado.

—¿Piensas quedarte en este lugar para siempre?— me pregunta Vane cruzando los brazos y viéndome con ironía ¿Qué espera que haga? A penas han pasado un par de días, quizás un poco más.

—No es mi culpa, Vane

—Todos tenemos un poco de culpa en algo. Y sí, no tienes la culpa de que Adam sea un idiota, pero mejorarte y salir adelante es tu responsabilidad y no de él, así que técnicamente sí es tu culpa que estés todavía internada en este hospital ¿Acaso quieres perder la beca?— ¡La beca! Hasta me había olvidado de mis estudios en Canadá.

—No es eso Vane, yo...no sé cómo seguir...ni siquiera sé si quiero seguir—le digo mientras empiezo a llorar.

—¿Es broma? Tu eres Amanda Julca, pastora de jóvenes de la iglesia "Fuente de Salvación" eres hija del Dios Altísimo, ¿y me estás diciendo que no sabes cómo seguir?— se acerca a mí y toca mi mejilla para continuar hablando.

—Yo sé lo difícil que es que te rompan el corazón, y ¿Sabes? No vas a morir. Te lo digo yo— Vane tiene razón, no puedo quedarme aquí necesito hacer algo. Sin embargo, no tengo fuerzas.

Fue entonces cuando decidí bloquear mis emociones, me obligué a no llorar, aunque duele, duele muchísimo, pero necesitaba salir de ese hospital o moriría. Debía huir, necesitaba irme a Canadá.

Cuando los doctores vieron que yo estaba bien, me dejaron ir. Y entonces aquí estoy, en el avión, saludando a mis papás, a Vane y a Nya desde la ventana. Leo sus labios que me dicen "Te amamos" y yo les digo "Yo también" el avión despega y dejo mi familia, mi mejor amiga, mi ciudad, mi país y al amor de mi vida. Lo único que llevo conmigo son sus recuerdos.

—¡Achuuuuuú!— ¿Será posible? Abro mi bolso de mano desesperada, creo que alguien más vino conmigo al viaje.

—Señorita, no se permiten animales dentro de esta parte del avión. Debió subirla con el equipaje— me dice la azafata mientras ve que de mi bolso de mano sale la tierna carita de Kiuri ¿Cómo voy a olvidar a Adam si ella no se despega de mí? Yo la dejé en casa, ni siquiera sé cómo llegó a mi bolso.

—Disculpe, esto es un error, este no es mi gato— le digo y Kiuri me mira con sus grandes ojos azules.

—¿Está segura?— no puedo dejar que se lleven a Kiuri, a pesar del dolor que siento tengo que protegerla.

—Perdón... sí es mía, lo que quise decir es que no sabía que no podía llevarla aquí. Espero comprenda y haga una excepción.

La azafata, de la cual desconozco su nombre, porque su identificador tiene borrado la mitad de él, y solo puede verse "Cam..." así que supongo que es Camila. Me mira de arriba hacia abajo, con su uniforme azulino, sus ojos verdes, cabello rubio y ojos grises. Su mirada me dice que no le agradamos, ni yo ni Kiuri, gracias a Dios, tengo problemas más grandes de los cuales ocuparme.

—Esta bien, pero pagará una multa al bajar —Me dice mientras voltea los ojos ¡Ugh! ¡Qué azafata tan odiosa!

—No se preocupe, eso haré— esbozo una sonrisa fingida y acaricio a Kiuri. La azafata se da media vuelta y camina elegantemente.

Nunca antes había hecho algo como esto. Viajar a otro país, otra cultura y sola. Esta vez sin mi familia, sin Vane, sin Nya y sin Adam. Estaba sola, solo Dios era el único que viajaba conmigo. Aunque honestamente estos tiempos me he sentido tan lejos de Él. No escucho su voz, no lo siento, está tan distante.

Llegué a Canadá, específicamente me instalé en Montreal, ya tenía un minidepartamento alquilado con anterioridad por mis padres, todos los gastos los cubre la universidad ¡Increíble! Nunca pensé tener una oportunidad como esta, pero no estoy feliz, es uno de los días más tristes en toda mi vida.

Abro la puerta, entro y cierro la puerta. Pongo mis maletas a un lado y veo todo el lugar mientras Kiuri lo explora también ¡Es bonito! paredes color beige con hermosos cuadros, una cocina con mesón de mármol; la sala con una mesita de florero, similar a la de casa y sobre ella hay una botella de champán y una nota que dice "Aunque estemos lejos, brindamos por ti, con amor tus papás, Vane y Nya" una lágrima rueda por mi rostro al darme cuenta que tengo tanto y me siento tan vacía, no hay nadie aquí, me deslizo por la pared hasta caer al suelo y arrancar a llorar.

"¡Dios mío! ¿Qué dolor tan grande es este?" Lloro y lloro, no puedo parar. Vienen recuerdos de mi familia, de Adam, recuerdos que jamás volverán, ahora tengo una nueva vida ¿Cómo voy a poder afrontarlo? De repente, alguien toca la puerta.

¿Quién podrá ser? Nadie sabe que vivo aquí. No quiero abrir, deseo seguir llorando en la privacidad de mi departamento solitario. Pero siguen tocando con insistencia.

Camino hacia la puerta, pero en vez de pensar quién podrá ser, no dejo de pensar en si lo vivido con Adam solo fueron puntas irreales.

¿Cuántas han pasado por una ruptura? Creo que muchas de nosotras, y un consejito que le dio Vane a Amanda es que "no vas a morir" se siente como si fueras a hacerlo, pero al final se supera, con la ayuda de Dios todo es posible. Así que no te preocupes, que este no es el final de tu historia. Largo camino te resta.

Dios te bendiga...

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