Capítulo 20 - Contigo

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Caminamos de la mano por las callecitas que conducían al complejo. Cuando ya enfilábamos para nuestro bungalow, Salva me pidió que esperara cerca de la puerta principal y él entró. Dijo que no tardaría mucho. A los cinco minutos salió y me invitó a pasar.

Todo se veía normal, hasta que me guió hacia la terraza de la cabaña, que daba al mar. Cuando estaba casi llegando me tapó los ojos con sus manos y me hizo caminar unos pasos hasta que llegué afuera. Al abrirlos me llevé una hermosa sorpresa: la atmósfera parecía sacada de un cuento de hadas, todo estaba iluminado con velas, y unas bandejas con sushi esperaban en la mesita ratona.

 Al abrirlos me llevé una hermosa sorpresa: la atmósfera parecía sacada de un cuento de hadas, todo estaba iluminado con velas, y unas bandejas con sushi esperaban en la mesita ratona

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-Me contó un pajarito que hoy cumple años, que el sushi es tu comida favorita. Me parece que podemos acompañarlo con un buen vino blanco, que ahora mismo está en el congelador. Y además de lo rico que es el sushi me acabo de dar cuenta de otro beneficio que tiene...

-Ah, ¿si? ¿Y cuál es ese beneficio?

-Que se come frío, así que puede esperar...

Terminó de decir esas palabras y me dio la vuelta hasta hacerme quedar frente a él. Tomó mi cara con sus manos y depositó un tierno beso en mi frente.

-Me encantas, Lola, y me pasan muchas cosas contigo. Quiero cuidarte, quiero protegerte, no quiero que nada ni nadie te haga daño. Eres hermosa, tan hermosa que creo que no te has dado cuenta de cuánto. No sabes cuánto me ha costado decidirme pero quiero arriesgarme a esto contigo. Quiero pasar la noche contigo. Quiero que sea hoy. Pero, si decides esperar, lo entenderé. Te esperaré hasta el fin del mundo si eso quieres, pero quiero estar contigo, quiero que pasemos muchas noches juntos.

Yo solo podía mirarlo a los ojos, y me estaba costando hasta respirar. Había tantas cosas que quería decirle, tantas cosas que quería preguntarle. Ya se las preguntaría después, no era momento de charlar. Era momento de mi confesión.

-A mí también me encantas, Salva. Y de verdad siento que me has salvado: de manera literal y de manera figurada. Me has salvado de mí misma, de decisiones equivocadas, me ayudas a tomar riesgos, a no tener miedo de lo que siento, a quererme... A mí también me ha costado reconocer lo que siento por ti, sobre todo porque acabo de salir de una relación, digamos, complicada, y...

-Con Pedro, ¿verdad?

-¿Y cómo lo sabes? ¿Ailén te lo ha dicho? Ay, la voy a matar...

-No. No ha sido Ailén. Me di cuenta por cómo te mira él, por cómo te reclama como si fueras suya, por el odio que me tiene. No es muy normal que digamos.

-Lo siento, Salva. No sé cómo me metí en una historia con él, hoy por hoy lo pienso y es una locura todo...

-Oye: No tienes que justificarte conmigo, te quiero tal como eres, no tienes por qué pedirme perdón. Yo también tengo mi pasado, y no debemos avergonzarnos ni arrepentirnos. Creo que todas las experiencias que vivimos, aunque no terminen bien del todo, nos sirven para algo, aunque sea para decir que no queremos volver allí. Me alegra que no quieras estar más con él, me parece que es peligroso.

Secretos en la AlhambraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora