Capítulo 34 - Bosque

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Mientras nuestras caras seguían en primer plano, junto con el mensaje de llamar a la policía, un locutor comenzó a comunicar más datos del supuesto secuestro.

"Desde esta mañana se ha desarrollado la intensa búsqueda de este hombre, llamado Salvador Pereira, originario de Brasil y residente de Granada. Tiene treinta y un años, y se le busca por el secuestro de esta mujer: Dolores Arguiñano, de veintiocho años, hija del conocido empresario gastronómico, José Arguiñano. Dolores fue vista por última vez en la noche de ayer, y testigos la identificaron en los alrededores del restaurante de la familia. La hipótesis que maneja la policía es que Pereira la habría secuestrado con intención de pedir rescate y está siendo buscado por todas las autoridades de la zona. También está desaparecida Ailén Torres, amiga de Dolores y empleada del restaurante. Se supone que Pereira las tendría a las dos secuestradas o que incluso tenga escondida en algún lado a Torres, ya que los testigos han visto solamente a dos de ellos: a Dolores y a Salvador. Le pedimos a toda la población que ante cualquier sospecha de identificación de este individuo se comunique al número que ve en pantalla o de lo contrario llame al 9-1-1. No intente detenerlo ya que se cree que estaría armado y puede reaccionar si se siente acorralado. Seguiremos informando sobre los avances de la investigación.

Mientras tanto, nuestro móvil se encuentra en este momento en la puerta del restaurante Arguiñano, donde los empleados se han reunido espontáneamente hace pocos minutos para esperar noticias y pedir justicia. Justamente nuestro colega Juan Rodríguez se encuentra en el lugar con Manuel Pérez, ex empleado del restaurante y pareja de una de las desaparecidas: Ailén. Manuel nos ha dado un breve testimonio de su sentir en este momento.

'La verdad estamos todos consternados. Todavía no podemos creer que esté pasando esto. Ailén y Lola son dos chicas maravillosas, que no le han hecho daño a nadie. No entiendo cómo puede ser capaz de algo así. Salvador parecía una muy buena persona. Hemos salido de vacaciones, nos hemos reunido. Sin dudas uno no termina nunca de conocer a las personas. Lo único que pido es que ambas vuelvan a casa sanas y salvas, y que este delincuente reciba su merecido.'

Ese ha sido el testimonio de Manuel, novio de Ailén Torres, desaparecida desde la madrugada junto con Dolores Arguiñano, a manos de este maleante: Salvador Pereira. Reiteramos, si los ve avise inmediatamente y no intente nada, ya que se le considera peligroso.

A su vez, se está desarrollando a través de Twitter un movimiento para buscar a Dolores. Desde que ha comenzado hace poco más de una hora, el Hashtag #buscandoalola ya ha superado los 500.000 tweets. Se espera que a la brevedad tenga éxito la búsqueda. Nos vemos en media hora con más información o cuando la noticia lo indique."

Salva y yo nos miramos de reojo y observamos al hombre de la gasolinera. Este se movió, visiblemente incómodo, y notamos que se había dado cuenta de quiénes éramos. Comenzó a pasar los productos por el lector de códigos de barra mientras sudaba y nos miraba de soslayo. De pronto se detuvo y nos pidió que lo excusáramos un momento, diciendo que tenía un problema con la caja. Tomó su celular y salió disparado hacia el interior de una sala contigua. Supimos enseguida que iba a llamar a la policía. Salva dejó el dinero encima del mostrador, tomó las cosas que compramos, y salimos corriendo.

Mientras montamos a la moto nuevamente y salimos pitando de allí, pensé que la jugada de mi padre había sido magistral. Denunciar un secuestro era el plan perfecto ya que todos estarían atentos y en caso de vernos, llamarían enseguida. Mi padre era muy conocido y muy querido en la zona. Todos querrían ayudar a Don José Arguiñano. Además la habían hecho redonda al agregar a la pobre Ailén al combo. Nadie querría meterse con un tipo que había secuestrado a dos mujeres.

Me partió el alma ver a Manu tan triste y preocupado por ella. Me hizo llorar nuevamente saber que Ailén no volvería y que Manu aún no lo sabía.

Sé que Salva pensaba lo mismo. Con nuestras caras en todos los canales de TV y seguramente en las redes sociales, sería imposible conseguir que alguien nos prestara un teléfono móvil o nos dejara entrar a su casa. Además debía ser horrible saber que un montón de gente buena quería darte caza. Lo estaban pintando como un engendro del mal, y Salva no había hecho nada.

Secretos en la AlhambraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora