La cabaña era mucho más pequeña que el bungalow donde pasamos el fin de semana, pero igualmente acogedora. También tenía acceso al mar desde la puerta trasera, una chimenea encantadora, y lo más importante, una gran cama matrimonial en la habitación. Más pronto que tarde descubriríamos qué uso darle, y sería uno muy bueno, después de la experiencia en la litera.
Esa noche cenamos frente a la chimenea, aunque apagada por supuesto, porque hacía mucho calor. Aprovechamos cada instante para besarnos y estar juntos. Esta intimidad que estaba creciendo entre nosotros era más de lo que esperaba, y me gustaba mucho.
Hablamos de todo: de nuestra niñez, de nuestra familia, le conté cuánto había sufrido con la muerte de mi madre, y él se abrió conmigo contándome cuánta falta le hacía su padre. Al ser el hermano mayor era quien más lo había disfrutado, y eso le dolía más aún, porque se aferraba a los recuerdos y solo podía imaginarse los momentos que no había podido construir: la secundaria, las primeras novias, las desilusiones amorosas, todo lo que se comparte con un buen papá, como era él.
Nos quedamos acostados en la alfombra y miramos una película, de terror, por supuesto. Salva me acariciaba la cabeza con ternura y yo estaba a punto de quedarme dormida. En un momento detuvo su mano en un punto unos centímetros sobre mi nuca y estuvo un buen rato tocándome allí. Le pregunté qué estaba haciendo.
-Cariño, me gustan las caricias en la cabeza pero quiero que sepas que no tengo piojos, así que deja de buscar.
Salva se echó a reír y me besó.
-Mira que eres tonta... Tienes una cicatriz aquí, donde te estoy tocando. Es grande. ¿Cómo te la hiciste?
Me quedé pensando unos minutos, pero no logré recordarlo.
-Pues no tengo idea. -comenté encogiendo los hombros. -Seguramente me la hice cuando niña, pero no lo recuerdo.
-Por esa cicatriz te deben haber dado puntos, es más, quizá hasta te hospitalizaron. Es un golpe grande.
-Ni idea. Luego le preguntaré a mi padre y después te cuento.
-Bien, y ya que vas a hablar con él, pregúntale cómo hizo para tener una hija tan, pero tan, pero tan hermosa. Y dile que no pienso soltarte nunca más. -Salva comenzó a hacerme cosquillas y yo empecé a gritar y reírme sin poder respirar. Acto seguido se metió debajo de las mantas, y entonces dejé de reír.
Pasamos las horas enredados en las sábanas, solo salíamos para comer o ir hasta la playa a darnos baños en el hermoso mar.
La noche del martes, última noche que pasamos en el paraíso, Salva me invitó a cenar. Eligió un precioso y fino restaurante, al que se accedía caminando por un largo muelle y estaba ubicado en medio del mar. Nos sentamos en una mesa reservada, muy cerca del agua. Ordenamos la especialidad del menú: pez espada con papas a la provenzal. Estaba exquisito. Para beber elegimos vino blanco.
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Secretos en la Alhambra
Mystery / ThrillerSecretos. Sueños. Mentiras. El lugar donde has vivido siempre puede ocultar tu peor pesadilla. Lola lo experimentará cuando vea que toda su vida se desmorona y que todo lo que creía verdadero, tal vez no lo sea. Su existencia pacífica y rutinaria...