HENRY
Me siento el hombre más jodidamente afortunado, no puedo creer que finalmente puedo llamar a Amalia mi esposa. Espere tanto este momento que ahora no puedo creer que realmente sucedió, si tengo que ser honesto, aunque me costó admitirlo siempre supe que Amalia era la mujer de mi vida desde que la vi, por eso caer profundamente enamorado de ella no me fue tan difícil.
Cuando se fue sentí mi corazón y mi vida perder el sentido, estaba roto y me lo merecía por todo lo que le había hecho. Tuve que perderla para darme cuenta que mi vida sin ella no tenía sentido y que cancelar ese maldito compromiso debería haberlo hecho muchísimo antes y no dejar que las cosas llegaran tan lejos porque, cuando lo hice ya era tarde, ella se había ido.
Pero la amaba demasiado como para interferir en lo que ella había decidido, me lamente cada día, cada semana, cada mes y cada año que estuvo lejos. Intente olvidarla al saberla feliz con Alex, inclusive intente una relación, pero fue inútil porque ella nunca salió de mi corazón.
Por eso cuando volvió, en el mismo instante que volví a ver sus ojos no dude en acercarme sabiendo que no iba a dejarla ir a ningún otro lado nunca más si no era conmigo. Fui el hombre más feliz cuando volvió a aceptarme y ni decir cuando acepto vivir conmigo ni siquiera el enojo, los golpes o el odio que me dedico Thomas un par de años opacaron mi felicidad.
El día que le propuse matrimonio en nuestra cocina en realidad no debía ser así, hacía mucho tiempo que venía pensando en ello, de hecho, tenía bien escondido su anillo desde hacía meses porque quería que sea romántico y algo bien preparado como ella se merece. Pero esa noche después de hacer el amor la vi despeinada, agitada, sonrosada y con mi camisa puesta y pensé "Es la mujer más jodidamente hermosa de este planeta y no hay nadie más que ella con quien quiera pasar el resto de mi vida" y las palabras salieron solas.
No existe un parámetro que expliqué la felicidad que sentí cuando dijo que sí.
Pero hoy que ya es mi esposa me siento más que feliz, me siento pleno, me siento realizado como hombre porque estar junto a ella y que me haya aceptado como su esposo es el mayor premio que la vida me dio.
La veo bailar y sonreír y me estalla el corazón de felicidad sin contar lo embelesado que me tiene porque ese vestido de novia es una maldita maravilla y aunque me encanta vérselo puesto no veo la hora de tenerla solo para mí y arrancárselo.
-Si no cierras la boca se te va a caer la mandíbula- Se burla James por lo que yo solo rio- Felicitaciones nuevamente Henry, te has llevado el premio mayor en esta vida asique cuídala si no quieres aparecer flotando en un rio.
-Eres mi segunda amenaza de muerte este día- Se ríe- Pero pierde cuidado porque amarla y cuidarla es mi único propósito.
-Lo sé, lo supe en el preciso instante en que me dijiste que la amabas aquella vez en el hospital ¿Recuerdas? - Yo asiento- Nunca te vi mirar a ninguna mujer con la cara de estúpido con la que la miras a ella.
-Eres un idiota, pero tienes razón- Suspiro- Creo que me enamoré de ella en el preciso instante en que la vi a los ojos, pero fui un idiota tanto tiempo.
-No, no hagas eso- Me dice- Hoy es un día feliz, han hecho su camino y los trajo hasta aquí, enamorados y casados asique nada de lamentos. Mira lo feliz que esta ella y lo feliz que estás tú, eso es lo único importante.
Y tiene razón, hoy todo es felicidad, termino mi copa y me voy acercando hasta mi esposa que se encuentra en la pista de baile. Ya es momento de retirarnos porque debemos tomar un vuelo temprano para irnos a nuestra luna de miel y porque además muero por estar a solas ya con ella.
-Necesito estar ya a solas contigo- Susurro en su oído mientras la giro tomándola de la cintura- ¿Nos vamos?
-Si! Pensé que nunca me lo pedirías- Sonrió al verla algo tomada y es tan adorable cuando se sonroja.
Nos despedimos de todos diciéndoles que continúen con la fiesta pero que nosotros ya debemos ir a descansar unas horas. Subimos a la suite sin dejar de besarnos y acariciarnos, como puedo abro la puerta de la habitación una vez llegamos y de una patada la cierro ya que Amalia nunca se soltó de mi o mis labios.
-Estas tan hermosa mi amor- Le digo cortando el beso- Pero estuve todo este tiempo deseando arrancarte ese vestido.
-Entonces hazlo ya Henry, necesito tenerte- Comienza a desabrocharme torpemente la camisa luego de haber arrojado mi saco quien sabe dónde- Además si te apuras puede que te encuentres con una sorpresa.
-Dios Amalia, vas a acabar con mi poca cordura- Y no tardo en empezar a sacar este vestido que costo más de lo que esperaba.
Cuando termine la respiración se me quedo atorada en la garganta al verla solo con unas braguitas diminutas de encaje blanco y un ligero.
La perfección... Amalia es la perfección hecha mujer.
Lentamente se fue acercando hasta mí que estaba encandilado por la vista que mi mujer me daba y no tarde ni dos segundos en tomarla por la cintura y pegarla a mí llevándola hasta acostarla en la cama.
Recorrí cada centímetro de su piel tomándome todo mi tiempo para disfrutarlo, besé y deje pequeños mordiscos por todos lados hasta llegar a sus pechos descubiertos.
-Que exquisito manjar voy a devorar- Relamo mis labios antes de atacar cada uno donde les doy su debida atención, ella se retuerce debajo mío cada vez que le doy pequeños mordiscos a sus pezones.
-Oh por dios Henry- Gime- Para, me estas matando.
Deslizo una mano dentro de su ropa interior y compruebo lo que ya sabía, está muy mojada. Juego con su clítoris hasta meter uno de mis dedos dentro, escuchar sus jadeos y gemidos son los sonidos más gratificantes del mundo.
-Siempre tan lista para mí, esposa mía- Susurro en su oído antes de dar un pequeño mordiscón en su lóbulo.
-Deja de jugar conmigo esposo mío- Se queja- Te necesito dentro mío ya.
-Aun no, quiero comerte primero- Le digo mientras retiro sus bragas dejándola completamente desnuda para mí. Me levanto y me desnudo frente a ella y me vuelvo a situar entre sus piernas- Joder Amalia, te deseo tanto.
Mi boca se desliza por su clítoris chupando, lamiendo y mordiendo a mi gusto mientras meto dos dedos en su interior provocando un sinfín de gemidos que salen de la boca de mi mujer y me excitan a niveles poco normales.
Cuando la siento tensarse vuelvo a su boca donde devoro sus labios dejando que se saboree a ella misma.
-No me hagas rogarte Henry, por favor.
Sonrió y me levanto tirando de sus tobillos dejándola cerca del borde de la cama donde abro más sus piernas, me inclino sobre ella aprisionando sus muñecas sobre su cabeza y antes de que pueda decir algo la penetro de golpe, con rudeza haciéndola gritar y sé que le encanta cuando soy brusco.
Continúo moviéndome a ese ritmo sin nada de delicadeza, sus gritos y jadeos resuenan en toda la habitación junto a los míos. La siento tocar y acariciar mi espalda cuando se suelta de mi agarre mientras su lengua se apodera de la mía. Gruño sobre su boca cuando la siento arañarme y sé que quedaran marcas que me encantaran.
Siento su cuerpo tensarse y sé que su orgasmo está cerca, sigo moviendo más fuerte cuando sujeta más fuerte mi espalda
-Mierda voy... voy a acabar- Gime en mi boca.
Vuelvo a sujetar sus manos con las mías y continúo entrando y saliendo de ella sin parar el ritmo, siento que voy a volverme loco del placer que siento.
-Córrete para mi amor.
-Si así Henry! - Su espalda se arquea y grita mi nombre cuando su orgasmo la arrasa por completo, continúo moviéndome alargando mi placer hasta que me libero gimiendo su nombre y finalmente cayendo sobre ella.
Nuestros corazones palpitan con fuerza y poco a poco recobramos la conciencia ambos, masajeo sus muñecas y salgo de ella para acostarme a su lado y moverla hasta mi pecho para abrazarla.
-Te amo mi amor- Digo mirándola a los ojos.
-Te amo más Henry- Me dice antes de cerrar sus ojos.
Sonrió y beso sus labios una última vez antes de caer profundamente dormido yo también sintiéndome el hombre más malditamente afortunado y feliz.
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Our Love Story
RomanceSecuela de "Seduction Games" Un año paso desde la propuesta de matrimonio de Henry y finalmente se encuentran preparados para dar el gran paso. Amalia y Henry dan inicio a su vida de casados, con sus carreras solidas y un amor al parecer inquebranta...