HENRY
Estaba en casa empacando una maleta para irme a un hotel como Amalia me había pedido, sabía que ella se quedaría más tiempo en la fiesta, y que incluso si no lo hacía, sabía que ella no entraría mientras mi auto estuviera en la entrada de nuestra casa, pero aún así mantenía la esperanza de que entraría mientras yo estuviera aquí. Que entraría corriendo, cambiando de opinión, y luego me dejaría disculparme, inclusive me dejaría caer de rodillas si era necesario y disculparme y luego después de disculparme, me dejaría cuidarla.
Al final, no importó porque Amalia nunca llegó a casa asique hice mi equipaje, miré alrededor de la casa y luego me fui al hotel más cercano.
Desesperadamente quería llamarla, pero respeté lo que me pidió y no lo hice.
Caí en la clase de rutina miserable que se extiende horas y años, por la noche me encontraba entre delgadas sábanas y una cama que no era la mía ni tenía el calor de mi esposa y miraba el techo, esperando a que llegara el sueño. Durante el día, me sumergí en la vorágine de trabajar sin parar, tratando así inútilmente de hacer bajar el opresivo tormento de extrañar a mi esposa e hija.
Lini me dolía. También le había fallado a ella.
Nunca habíamos peleado así, nunca en todos estos años juntos y no tenía idea de cómo arreglar este desastre. No tenía idea de cómo demostrarle que sería mejor, que sería como siempre habíamos sido. Amalia había parecido tan comprensiva, tan pacientemente tranquila, todo este año, pero ¿había estado esto en frente todo el tiempo? ¿Había estado acumulando este dolor y enojo bajo la superficie durante los últimos meses? ¿Tan ciego fui que no me pude dar cuenta?
Pero ella ahora no me hablaba.
Y realmente no podía culparla, yo fui un gran promotor de ello.
Y así fue toda la semana, cada día peor que el anterior, cada día que Amalia no llamaba o enviaba mensajes de texto era como vivir en una versión del infierno, y yo me estaba volvía una sombra de mí mismo. No comía, apenas dormía, me enfoqué tanto en lo que Amalia y Lini estarían haciendo en cada momento que no podía atender a nada más.
El estudio que con tanto cuidado y dedicación planifique estaba terminado, me había expandido y mi nombre tomaba mayor importancia, Pero también se suponía que debía estar celebrando con mi esposa y mi hija en este momento. Se suponía que debía besarla, abrazarla, susurrar promesas salvajes en su oído y hacerle el amor toda la maldita noche.
Nada de eso sucedió, en cambio estaba solo en mi habitación de este hotel que odia solo tomando un vaso de ron tras otro.
prendí la ducha y me desnudé lentamente, entré y me senté en el suelo de la bañera y aunque no lloré por primera vez en muchos años me sentí, vacío e inútil, sintiendo el agua caer sobre mi piel como la lluvia y tratando de no recordar todas las duchas que Amalia y yo habíamos compartido. Todos los besos húmedos, toda la piel, el vapor y los gemidos entrecortados que hacían eco en mi cabeza.
Y pensé que, si Amalia me dejara, si realmente lo hiciera y solicitara el divorcio, me rompería. No solo mi corazón y mi mente, sino mi alma y mi cuerpo, se astillaría en frágiles fragmentos muertos y yo estaría acabado.
Porque no había nada más después de Amalia.
No había nada más después de Lini.
Dos semanas después creí estar viviendo día a día un calvario, Amalia no me llamaba ni me escribía y aunque me llenara de todo el trabajo del mundo podía dejar de pensar en mi familia.
Seguía respetando su decisión, pero las extrañaba tanto que dolía profundamente.
Iba a abrir una nueva botella de ron, la primera para empezar la noche cuando la puerta de la habitación sonó, me sorprendí porque no esperaba a nadie y cuando fui a abrir el aire se atoro en mi garganta.
Amalia.
-Henry- Su voz era temblorosa.
Un beso sería suficiente, pero mantuve mi impulso físico bajo control.
A pesar de lo triste que se veía seguía siendo la mujer más deslumbrante de todas. La había extrañado tanto y ahora la tenía ahí delante de mi frágil e indefensa y mi pecho se estrujo. Di un paso al costado para dejarla entrar aun cuando no estaba seguro de que pasaría a continuación.
Ella estuvo en silencio, sombría e inexpresiva. se quitó su abrigo y pateo fuera sus tacones sin decir una palabra ¿Que se supone que yo debía hacer ahora?
entonces me inclino y rozo mis labios contra los suyos.
Electricidad, caliente y estremecimiento es lo que se propaga desde mi boca al resto de mi cuerpo mientras ella separa sus labios, un pequeño e indefenso ruido escapando de ella mientras se inclina hacia mi pecho, entonces deslizó mi mano por detrás de su espalda, empujándola más cerca. Pero no abrí mis propios labios, simplemente mantuve nuestros labios apretados juntos, compartiendo piel y compartiendo aliento.
Su respiración era irregular y sabía que su cuerpo ansiaba más, pero no estaba dispuesto en explorar eso. Esta noche quería algo más profundo, su corazón y su mente era lo que buscaba en realidad y estaba demasiado cansado y deprimido para conformarme con menos.
Con cuidado la desnude viendo como su piel se erizaba ante el rose que le proferían mis dedos cuando le quitaba la ropa. Me arrastre en la cama junto a ella y luego la tire sobre mí, así que nuestros cuerpos se acurrucaron juntos, mi cuerpo se enrollo alrededor de ella.
estábamos demasiado cansados los dos.
Pero en algún momento de la noche, en unas pocas horas desde que nos habíamos quedado dormidos, desperté con el sonido de su suave llanto. Ella se giró y su rostro estaba presionado con mi camisa, yo la acune ahí, pasando mis manos a través de su pelo negro y de un lado a otro por su espalda mientras sus lágrimas caían sobre mi pecho. No le pregunte que estaba mal, no le pregunte nada, solo la sostuve y la acaricie hasta que su llanto se puso más tranquilo y silencioso y eventualmente se desvaneció de nuevo en un sueño.
No volví a dormir, me quedé despierto, deseando saber que estaba pensando, que fue lo que detono su llanto si ni siquiera habíamos hablado.
Al otro día se levantó y antes de irse me pregunto si podíamos cenar esa misma noche en nuestra casa, yo solo asentí. No quería ilusionarme, porque yo estaba completamente seguro que no quería dejarla ir, pero ella estaba siendo un misterio para mí.
Llegue temprano a casa, aunque había dejado mi maleta en el hotel por ahora, decidí preparar una cena y poner algo de vino, Amalia había arreglado con su amiga que Lini se quedaría esta noche en su casa.
Moría por ver a mi hija, pero entendía que quería que hiciéramos esto a solas.
Cuando Amalia llego a casa esa noche yo estaba terminado de poner la comida en la mesa, me miro y me sonrió, era la primera que veía en dos semanas.
Nos sentamos a comer en silencio, había miradas y algún que otro roce de manos, pero nada más, no tomo vino prefirió beber agua.
- Entonces- Comenzó Amalia mirando hacia su plato- No estoy segura cómo comenzar.
-Por donde quieras- Trate de derramar cada pizca de mi cariño a ella en mis palabras. No estaba seguro donde nos habíamos equivocado o como arreglarlo o quizás sí, pero quería que supiera que estaba dispuesto a hacer cualquier cosa.
-Está bien- Tomo un largo suspiro alcancé su mano y se la apreté.
- Estoy embarazada.
Bueno gente linda, aqui les dejo estos extras. No porque soy super buena sino porque se me fue muy largo y tuve que hacerlo en dos partes.
Espero que los disfruten, cada tanto me gusta traerles mas de estos dos.
Como siempre las invito a que vayan a dejarle un cariño a las demas historias que estan en curso que les aseguro valen la vena.
Cariños para todas!
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Our Love Story
RomanceSecuela de "Seduction Games" Un año paso desde la propuesta de matrimonio de Henry y finalmente se encuentran preparados para dar el gran paso. Amalia y Henry dan inicio a su vida de casados, con sus carreras solidas y un amor al parecer inquebranta...