Capitulo 11

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AMALIA

Me desperté al sentir una boca repartir besos por toda la piel de mi espalda, no es necesario aclarar de quien se trataba. A pesar de que anoche hice que Henry durmiera en el sofá del living para darle un escarmiento ahora lo tenía sobre mí y mentiría que no lo estaba disfrutando.

Me gire para verlo con una sonrisa lobuna en su rostro y ya me tenía encendida a mil, no tardo en poner mis brazos encima de mi cabeza para deslizarse con su boca por mi cuerpo soplando lento, provocando que mi piel se erizara al instante.

Cuando llego a mis muslos soltó mis brazos para poner mis piernas en sus hombros, moviéndome hasta lograr tenerme justo como quería. Sin dudar se apodero de mis pechos acariciándolos y apretándolos con sus manos grandes que tanto me ponían.

Se dedicó a darme besos por mis muslos, provocándome, generando que me moviera inquieta por no tenerlo donde quería, en respuesta me pellizco los pezones. Ese gesto me hiso morderme el labio inferior mientras Henry seguía jugando con mis pezones por demás sensibles sin ninguna contemplación.

Recordé cuando me dijo que no iba a haber más sexo duro porque ahora estaba embarazada y quería ser más cuidadoso, pero vamos a quien quiere engañar, está en su naturaleza no creo que pueda controlarse, lo conozco y no me quejo puesto que a mí me encanta que sea así.

Todos mis pensamientos se fueron a volar cuando sentí su lengua lenta muy lentamente, lamer todo el camino hasta mi centro. ¡Jodido dios!

Cerré los ojos y mis manos sujetaron con fuerza su cabello, sus dedos pellizcaban y tiraban de mis pezones. Gemí empujándome más profundamente en la cama cuando su boca encontró mi clítoris, tomándolo entre sus labios, chupándolo y acariciándolo con su lengua.

Cuando tiro suavemente de ese lugar que hacía que cada nervio de mi cuerpo ardiera de deseo al mismo tiempo no puede evitar mover las caderas para acercarme más a él y su sonrisa arrogante fue más grande antes de que lo hiciera de nuevo. No me dio tiempo a nada cuando aumento la presión y la velocidad, chupando más fuerte mientras yo me retorcía bajo su lengua.

-Dios, Henry...- Gemí enloquecida por la marea de placer que este hombre me estaba dando.

-Nunca más vas a prohibirme dormir a tu lado... quedo claro Amalia? - Dijo entre jadeos al separase de mi mientras yo buscaba su contacto de nuevo, no podía pensar ni mucho menos hablar. Me estaba matando de placer y ciertamente no tenía idea que me había preguntado- ¿Quedo claro o tendré que detenerme?

¿Detenerse? Pero ni en sus sueños... lo había comenzado y por dios que lo iba a terminar.

-Si Henry...- Dije como puede con la respiración totalmente agitada- Quedo claro...

-Buena chica.

Juro que sentí como varias luces se hacían presente en mi campo visual, eleve mis caderas hacia arriba haciendo presión desesperada por más contacto. Llevé mi mano hacia mi boca en un intento por acallar los escandalosos gemidos que estaba soltando, pero su mano me lo impidió, mordí fuerte mis labios cuando el orgasmo me atravesó por completo gritando su nombre.

Henry besaba mis muslos mientras los espasmos iban pasando hasta que se subió junto a mí. Sus hermosos ojos azules brillaban triunfadores mientras se subía encima mío y me besaba de nuevo, por varios segundos nos quedamos mirándonos fijamente perdiéndonos en esa burbuja que hacia todo lo demás desaparecer. Su mano ahueco mi rostro y me perdí en sus caricias, ansiosa de sentir su piel contra la mía casi le arranco su pijama, quite su camiseta tocándolo a mi gusto en el proceso.

Podía sentir como se tensaba con cada caricia que le daba, le quite los pantalones tirándolos a alguna parte del suelo, dejándolo desnudo para mí, y no podía dejar de deleitarme con la vista. Sí que estaba jodidamente bueno el condenado.

Hice una pausa para admirar su potente erección levantarse orgullosa ante mí, mis manos se deslizaron hacia ella suavemente mientras soplé tras su oreja y mordí su lóbulo. Henry soltó un gemido demasiado fuerte provocándome una sonrisa en mis labios, sus manos detuvieron mis movimientos y lo mire confundida.

-Qué hay de ti mi amor? ¿No quieres?

-No aguantare... tengo suficiente con estar dentro tuyo princesa- Beso mis labios intensamente.

-Porque siempre sabes que decir? - Pregunto y en respuesta mueve su cadera y su erección me penetra de una sola embestida. Deje salir el aire.

-Decías?

-Henry...- Susurro y rodeo su cuello con mis brazos y muerdo su cuello- Muévete por favor- Ordeno, se ríe y dejándome un beso comienza a moverse de forma ruda.

Levanta mi rostro buscando mis labios, me encanta saber que nuestras bocas encajan a la perfección y ambos nos consumimos en un beso. Sus movimientos se vuelven lentos solo para tortúrame y nos besamos con fiereza, acercándonos, tratando de eliminar el poco espacio que queda entre ambos.

Su piel caliente choca contra la mía y mis sensibles pechos tocan su musculoso pecho, gimo como una condenada, es difícil encontrar palabras que describan todo lo que siento por mi esposo. Gimo una y otra vez cuando sus estocadas se vuelven cada vez más intensas y su mano se cuela entre mis piernas hasta encontrar mi clítoris.

Mis manos van solas hasta su espalda donde clavo mis uñas y me separo de sus labios para dirigirme hacia su cuello, donde lamo a mi antojo su piel caliente provocando que se erice. Corrió sus manos por mis muslos hasta llegar a mi culo y me apretó más contra él, todo lo que se escuchaba en nuestra habitación eran gemidos y el choque de nuestros cuerpos.

Las manos de Henry aprietan mis caderas mientras entra y sale de mi sin piedad, gime y Jesús no hay nada más excitante que escucharlo gemir, mis manos aprietan sus hombros cuando siento que ya no puedo más y con una estocada termine de volar. Clave mis unas y me rompí debajo suyo gritando su nombre cuando me vine.

Me envolvió con su brazo por mi espalda baja mientras hundía sus caderas una y otra vez dentro mío que aun sentía todo palpitar, dios dos estocadas duras y se estremeció contra mí, meciéndose lentamente mientras era atravesado por su orgasmo. Contuvo su respiración mientras flexiono una última vez antes de sacar su brazo y desplomarse sobre mí con su erección aun latiendo dentro mío.

Nuestras respiraciones agitadas eran lo único que se escuchaba y luego de unos minutos Henry salió de mi interior atrayéndome hacia él. Mis brazos se engancharon su torso, nuestra piel estaba caliente y sudorosa cosa que me encendió otra vez. Mis pezones vuelven a endurecerse, Henry los pellizca mientras se ríe.

-Que voy a hacer contigo princesa mía?

-Complacer a tu esposa- Le digo levantándome y sentándome sobre su regazo para balancear mis caderas de atrás hacia adelante- No es mi culpa, es por el embarazo- Hago un puchero, Henry me sonríe, sostiene mi cara entre sus manos y se queda mirándome.

Corto nuestro contacto abalanzándome a él, besándolo y llevando mis manos a su erección robándole un gemido, provocando una sonrisa mientras me arrodillo frente a él.

Amo el sexo mañanero de reconciliación... 

Our Love StoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora