Capítulo 20:

67 7 2
                                    

Estábamos comiendo todos juntos y estábamos realmente bien hasta que alguien tocó a la puerta.

-¡Ya voy yo! -dije yo levantándome de un salto del suelo.

Nos reímos todos cuando casi me caigo al suelo al tropezar con mis propios pies, pero la risa se me borró en el momento en el que abrí la puerta. ¿Qué hacía esta aquí?

-Tú siempre en medio. ¡Apártate! -me puso los ojos en blanco mientras que yo me quedaba ahí parada al no esperar su visita.

Al parecer a nadie le caía bien la teñida (aún no sabía su nombre) porque la miraron con algo de asco. Le lancé una mirada a Nathan, no sé si de enfado o de lástima. A esa arpía no la quería nadie, lo mejor es que yo creo que lo sabía, porque estoy segura de que iba solamente por joder, no por ver a Nathan.

Cuando me di cuenta, la zorrita estaba comiéndole la boca a Nathan, ya sabéis. Sentí asco y repugnancia, por ella y por el beso pero también rabia. ¿Qué me estaba pasando? Tenía los ojos como platos mientras observaba el espectáculo al igual que los demás.

-Ejem... -fue Max el que intentaba cortarles el rollo mientras carraspeaba la garganta. Lo miré y el me miró, sin tener que contárselo creo que sabía lo que me estaba ocurriendo.

La polioperada no paraba y lo que más me sorprendía era que Nathan no se apartaba de ella, parecía disfrutarlo y todo. Lo miré y me encontré con sus ojos. ¿Qué está haciendo? Sus ojos no mostraban placer, más bien preocupación.

-Bueno, yo creo que ya está bien. -dijo Siva poniéndose serio e intentando apartarlos.

Escuché como Nathan suspiraba, normal, le había dejado sin aire la muy guarra. Tenía ganas de irme de allí por una parte porque no quería aguantar como se sobaban y por otra quería quedarme para ver las reacciones de Nathan, aunque estaba claro que él no haría nada para quitársela de encima, porque si lo que quiere es tirársela la tiene cuando quiera, porque todos sabemos que Nathan no es especialmente un santo.

-Bueno yo creo que me voy a ir yendo... -dije evitando mirar los ojos de todos. -luego nos vemos. -dije dirigiéndome hacia la puerta.

Me fui y agradecí que nadie hubiera venido detrás, no me apetecía hablar, solo pensar. Esto no puede ser bueno.

****

Pasaron dos semanas y Nathan ya estaba recuperado, solo tendría que ir a que le vieran y a hacer algo de rehabilitación unos días más, pero ya podía hacer todo de forma normal.

Estábamos todos en casa de Jay tomando unas cervezas y me llamó Alice.

-¡Hola pequeña americana! -le dije dando a entender mi alegría por su llamada.

-¡Hola Anna! Siempre seré una pequeña inglesa. -dijo como si estuviera dando un discurso a lo que no pude evitar reirme.

-Jajajaja ¿Qué tal Alice? ¿Todo bien? -los chicos no paraban de hacerme reír así que no podía concentrarme. -Oh Tom ¡ni se te ocurra quitarte los pantalones! -dije mientras huía hacia la cocina, a un lugar más tranquilo y me di cuenta que mi amiga se estaba riendo al otro lado del teléfono.

-Sí todo bien, luego os informo de una cosa...por skype a todos.

-Uy...que será... ¿por qué me da que es algo bueno para ti y para nosotros no tanto?

-Bueno, bueno, ya os lo diré y de paso hablo con todos. Por cierto, ¿Max como está? ¿Le has notado algo?

-Mmm...bueno, te echa de menos y todo eso... -no quería decirle que Max estaba enamoradísimo de ella, ella sabía que le encanta pero no quería dejarlo al descubierto, aunque sea mi mejor amiga, eso tendría que decírselo él. -e intentamos olvidar tu ausencia, aunque ya sabes... eso es imposible. -pude notar que una sonrisa aparecía en su rostro.

Estuvimos un rato hablando y cuando llegué al salón de nuevo los vi hablando tranquilamente mientras se bebían alguna que otra cerveza.

-Oye ¿no os apetece salir esta noche? -dijo Nathan.

-A mí me parece bien. -dijo Jay a la vez que se le iluminaba la cara con una sonrisa.

-Sí pero hoy sin liarla, lo pido por favor. -dijo Siva mirando a Jay. -Anoche salí con los del trabajo y hoy no puedo darlo todo. -me reí ante ese comentario y me sonrió.

****

No sé si me echaba para atrás la simple idea de ver a Nathan liándose con 8 chicas y coquetear con otras 8, pero se me iban las ganas de salir solo de pensarlo.

Me arreglé con un camisa rosa y unos pantalones cortos negros de vestir, con unos tacones negros a juego. Ese conjunto me encantaba, recuerdo que mi madre me animó a comprarlo cuando lo vi.

Quedé con los chicos donde siempre y nos dirigimos a un club que ellos conocían y por lo que oí estaba bastante bien. Tenía que reconocer que Nathan estaba demasiado guapo, más de lo normal.

-Wow Anna, estás increíble. -me dijo Max cuando me vio a lo que yo me sonrojé.

-Esta noche nos vamos a pelear por ti. -dijo Jay riéndose y contagiándome.

-¡Oh venga! No exageréis, vosotros si que estáis buenísi...guapísimos. -dije con una sonrisa y seguía como un tomate, odiaba ponerme así, menos mal que era de noche y tampoco había mucha luz.

-Ronda de chupitos ¡ya! -dijo Tom guiándonos a todos a la barra.

-Un, dos, tres...

Estuvimos así chupito tras chupito hasta que decicidimos dejarlo y coger una copa e irnos a bailar. Vi como Siva y Max se dirigían hacia una parte del club y me quedé mirando como Nathan se iba por otro.

-Ni se te ocurra estar pendiente de él toda la noche. -dijo Max dándome la vuelta para que lo mirara.

-¿Qué? Yo...

-Tú nada, vamos a bailar. -dijo mostrándome su bonita sonrisa.

Max me había pillado pero bien, creo que era evidente. Fui a por otra copa dejando a Max bailando. Cuando volví ya había desaparecido. Pude divisar a Siva y a Jay hablando con unas chicas, espero que Siva no hiciera nada de lo que pudiera arrepentirse, ya que tenía entendido que tiene novia. Avancé un poco entre la multitud para ver si veía a Max pero no aparecía por ninguna parte.

-Genial... -mumuré para mí misma.

Empecé a bailar con un chico que se me acercó, bastante cerca sí, realmente yo no quería nada, pero para pasar el rato mientras que Max volvía, me sobraba. Estábamos muy cerca y de repente alguien me cogió del brazo y luego de la mano para sacarme hacia la salida, reconocía perfectamente de quien era esa espalda y me estaba empezando a enfadar porque yo no quería salir de allí y por mucho que le gritara que me soltase y que hiciera fuerza me ignoraba.

-¿Qué coño te pasa? -le pregunté al fin cuando estábamos fuera.

-¿Qué hacías con ese tío?

-¿Y a ti que te importa? ¡Lo que me faltaba ya!

-Estábais a punto de liaros. -dijo con la mirada en el suelo.

-¿Y si lo hago que? Tú puedes tirarte a las que te de la gana ¿y yo no puedo hacer lo mismo? ¡No me vas a decir tú ahora lo que debo hacer!

Me volvió a coger de la mano y me llevó a un pequeño callejón que había allí cerca por dónde no pasaba nadie.

-¿Qué haces? Suéltam...

Y no me dejo terminar porque me apoyó contra la pared y empezó a besarme. Enredé las manos en su pelo y él me acercaba más hacia él. No se parecía nada a la vez anterior, ahora lo hacía con ternura, y parecía que también con amor.





Invincible.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora