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BROOKE

Era curioso y extraño ver a mi padre comportarse de una manera casi sumisa frente a otra persona.

Siempre ha sido un hombre que ha visto por encima de su hombro a las personas en general. Nunca ha considerado a nadie como su igual.

El poder y el dinero son las únicas dos cosas que a él le importan.

Algo me dice que el hombre a su lado es un medio indispensable para lograr aquello.

Aterrador.

Eso fue lo primero que cruzo por mi mente al ver a Alexander Allister parado en ese escenario, y nada tenía que ver con el parche cubriendo su ojo.

Aquello solo lo hacía ver más misterioso.

Esa altura descomunal que lo hacia sobresalir frente al resto, esas facciones duras que le daban un aspecto peligroso y esa mirada que estoy segura hacía temblar a más de uno.

Esas eran las razones por las que consideraba a este hombre aterrador.

—Señor Allister, sé que es un hombre ocupado, así que estoy agradecido de que esta noche pueda estar aquí –girando su mirada penetrante hacía mi padre lo miró sin inmutarse. Era como si el gran Carl Stelle solo fuera un insecto que estaba perturbando su tranquilidad, pero luego sonrió. Una sonrisa lenta curvándose en sus labios.

Mi padre le tendió el micrófono.

Entonces una voz grave que pareciera salida de las cuevas más profundas llenó la habitación.

—Soy yo el que debería estar agradecido señor Stelle, que me haya invitado este día el cual es importante para usted, me hace sentir honrado.

Falsas.

Cada una de las palabras dichas por este  hombre eran falsas. Al igual que su sonrisa.

¿Seré la única que se da cuenta de ello?

—Ese tipo da miedo –murmura Roland a mi lado y asiento sin mirarlo. No me sorprende que mi hermano también haya podido leer a través de ese hombre.

Sin decir nada más tanto mi padre como el señor Allister bajan del escenario y se acercan hasta donde se encuentran Portia, Nicholas y Rose. Esta última mirándolo con ojos brillantes y una enorme sonrisa.

Seguro viendo un gran signo de dólar en el rostro del pobre hombre.

A medida que mi padre los va presentando el hace un pequeño movimiento en forma de saludo con su cabeza, como si fuera un aristócrata del siglo diecinueve.

¿Por qué no puedo dejar de verlo?

¿Por qué ahora se están acercando a nosotros?

Roland se acerca a mi como si sintiera el peligro viniendo hacia nosotros y el fuera mi escudo protector.

—Señor Allister, quiero presentarle a mi hija Brooke y a mi hijo Roland –dice mi padre parándose a mi lado y haciendo mi cuerpo congelarse.

El ojo descubierto del señor Allister se posa en mí y ahora puedo verlo con más claridad.

El claramente no podría considerase un hombre guapo, pero tampoco feo.

Su rostro tiene múltiples cicatrices pequeñas que me hacen preguntar cómo llegaron ahí, su cabello negro esta peinado y cortado pulcramente, labios gruesos y una nariz que no me asombraría haya sido rota unas cuantas veces, pero lo que más destaca y resalta de él muy aparte de su gran estatura es su ojo de ese color gris tan claro que parece ver a través de las personas.

SWEET CAMELIA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora