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ALEXANDER

Durante años, desde que comencé a crear todo lo que me propuse, fui catalogado como una persona a la que solo le importaban dos cosas.

El trabajo.

Y el dinero.

Nunca me molesté por ello. Porque al final tenían razón.

Vivía y respiraba por ambas cosas. Si no trabajaba, no generaba dinero. Si no había dinero, no podría hacer lo que me prometí cuando era apenas un niño.

Cuando era alguien débil y manipulable que estaba a expensas de otros.

Ambos, tan importantes, eran una extensión del otro.

Nada me había preparado para el cambio que tendría unos años después.

Ahora esas dos cosas eran lo último que me importaba.

Lo último en mi mente.

Se supone que ahora no debería estar pensando en este tipo de cosas.

No.

Debería estar pendiente y atento a la reunión que se estaba llevando a cabo en este preciso momento. Había millones en juego si todo salía mal.

No tendría que estar impaciente porque ya termine, cuando recién acababa de empezar.

Era indispensable el poder cerrar este trato.

No me interesaba en lo más mínimo.

Había solo una persona que se podría considerar como la causante de mi desinterés a algo que antes tenía toda mi atención y concentración.

Mi dulce señorita Stelle.

Si ella realmente supiera de todo el efecto que tiene en mí ¿Cómo reaccionaría?

Ella cree que lo sabe.

No tiene la más mínima idea.

Me había acostumbrado aún más a su presencia durante los últimos días.

A tenerla cerca de mí.

A ir por ella después de sus clases.

A pasar tiempo juntos.

Ya sea en compañía de los niños o sin ellos.

El que esos momentos ahora se vean interrumpidos por mis obligaciones. Me molestaba.

Estaba perdiendo la maldita cabeza.

Concéntrate.

—Alexander ¿Estás de acuerdo con la propuesta? –Vincent me lanza una mirada de molestia. Claro, él se dio cuenta de que no estaba prestando atención en lo mas mínimo.

—Yo...–el sonido de mi celular me interrumpe. Maldición. Olvidé apagarlo. Siempre lo hago. –Disculpen.

Por la notificación que se mostraba en la pantalla pude darme cuenta de que era un mensaje de Matt.

Decido ignorarlo.

Voy a apagarlo, pero nuevamente llega un mensaje de él.

Matt: ¿No me vas a contestar? Eso rompe mi corazón. Verás. Se trata de tu pelirroja.

Eso me pone alerta. No debería. Seguro está tratando de joder conmigo, pero logra su cometido.

El tener mi atención.

Ignoro la mirada de muerte que me está lanzando Vincent y le contesto.

Yo: ¿De que estás hablando?

SWEET CAMELIA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora