Brooke
No soy una fiel creyente de las segundas oportunidades. Simplemente soy el tipo de persona a la que se le hacen tan inmensamente innecesarias. Es decir, ¿Por qué darle una oportunidad a una persona que ya te ha fallado y traicionado? ¿Qué podríamos ganar con ello?. Dudo firmemente que la respuesta a esa pregunta sea la paz mental y el sentirnos bien con nosotros mismos. Más bien. A mí parecer y desde mi punto de vista. Obtendríamos todo lo contrario. ¿Debido a qué? Debido a que la confianza se ha roto. Se esfumó. Dejó de existir y se resquebrajó en minúsculos pedazos. Volviéndose polvo en el proceso hasta que no queda nada de ella.
Verás. En donde no hay confianza. No hay nada. La confianza es la base de toda relación. Ya sea de amistad, romántica, familiar, laboral etc.
Si esa confianza llega a desaparecer, todo lo demás pasa a segundo plano.
Entonces, ¿por qué siguen siendo necesarias las segundas oportunidades?
¿Por qué mantener a nuestro lado a personas que nos han lastimado se volvió una costumbre?
Y, por qué si estoy teniendo todos estos pensamientos desplazándose en mi cerebro como una pelota de ping pong. Estoy justo en este momento frente a la persona que más daño me ha hecho. Dándole una oportunidad para explicar la razón por la que nos abandonó tanto a Roland como a mí.
Sí, algo sumamente contradictorio de mi parte. Pero, ¿qué puedo hacer? Me estaba cansando de sus ruegos y algo me decía que ella no iba a ir a ninguna parte si no le daba la oportunidad de explicarse en este momento. Así que sí, solo haría eso. Escucharla. Nada más. Mis sentimientos seguirán siendo los mismos. No importa lo que tenga para decir.
No importan las razones.
No importan las excusas.
Habían pasado los suficientes días como para volver a poner mis emociones y sentimientos en su lugar. Esa máscara que llevaba puesta y que se había deslizado de mi rostro esa noche, cuando la volví a ver. Volvió a su sitio. Me obligué a ponerla en su sitio. Y ya no se moverá de ahí. Porque ya no iba a permitir que deje ver nada de lo que ocultaba debajo de ella. De lo que escondía y guardaba tan profundamente en mi interior.
Todo lo que pasó esa noche quedará en el pasado. Esa debilidad que mostré. Esas emociones que se escaparon de la jaula en la que las encerré. Esos recuerdos dolorosos que salieron a flote. Todo, absolutamente todo quedará atrás. Como un simple desliz de mi parte que no volverá a ocurrir.
Dios, ya me estaba arrepintiendo de esta decisión.
Solo debí llamar a los guardias. Pedirles que la sacarán de la mansión e impedirle la entrada.
Pero no, no hice eso.
Porque ya ves. También tengo esa leve curiosidad sobre lo que esta mujer tenga para decir. Por alguna razón quiero oírlo.
Quiero escuchar cada palabra y tal vez. Solo tal vez, pueda finalmente cerrar esa página en mi vida. La de ella abandonándonos.
—¿Vas a hablar? Los segundos corren.
Se aclara la garganta y sus manos se aprietan la una con la otra como si estuviera tratando de animarse a sí misma.
Necesito que comience a hablar para acabar con todo esto. Pero ahora que le he dado la oportunidad. Parece que no tiene nada para decir.
—Si no tenías tus excusas bien estudiadas –recrimino–. No deberías haber insistido tanto en que te escuche.
—No amaba a tu padre, Brooke. Nunca lo hice. –Sus palabras no me sorprenden. Lo sabía, siempre lo supe. Ella no lo amaba. Pero Carl estaba obsesionado con ella. En su enferma cabeza, para él, eso era amor. Y eso era suficiente para mantenerla a su lado. Para obligarla a estár a su lado–. Pero tenía un deber con mi familia, crecí con muchas reglas y una de esas reglas era casarme con el hombre que mis padres eligieran. Así que cuando ellos me informaron que me casaría con él. Lo acepté. Sin decir nada. Sin ponerme en contra. Solo acepté mi destino. Pensé, pensé que podría enamorarme de él en el proceso. Pero nunca fue así. –Me mantengo en silencio y solo la observo. Hay una llama extraña comenzando a aparecer en mi pecho. No sé que es. Tampoco quiero saberlo. No me interesa. La apago–. No pasó mucho tiempo antes de que los abusos comenzaran. Inició con sus celos. Después con exigencias sobre la ropa que debía ponerme. Con quién podía hablar. A dónde podía ir. Con quién podía juntarme y con quién no. Luego, vinieron los golpes. Las disculpas. El perdón. Y más golpes. Todo se repetía. Hasta que quedé embarazada. Ahí se detuvo. Estaba feliz. No amaba a tu padre, pero amaba al bebé que llevaba conmigo. –Trato de tragar, pero algo me impide hacerlo. Una bola de algo desconocido está obstruyendo mi garganta. Lo que me hace soltar un suspiro tembloroso. Sigo mirando fijamente a la mujer frente a mí. No puedo estar segura, pero vislumbro humedad en sus ojos–. Creí que todo mejoraría con tu llegada. Creí que él cambiaría y que finalmente podríamos volvernos una familia tranquila, pero no fue así. Todo siguió. Nunca se detuvo. Ni con tu llegada, ni con la de...–se detiene. Sin poder decir su nombre. Quiero que se detenga. Quiero que deje de hablar. Pero a la misma vez quiero que siga. Lo hago. Así que necesito orientarme. Necesito tranquilizar cualquier cosa que ahora se esté formando en mi interior. Necesito mantener mis sentidos agudos e intactos. –El tiempo siguió su transcurso. Me sentía cansada. Exhausta de todo. Solo necesitaba un poco de paz. De libertad.
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SWEET CAMELIA ©
Romance-¿Cuál es tu flor favorita? -murmuró mientras seguía acariciando mi pecho con sus delicados dedos. -La flor de la camelia. -¿Por qué? -Porque me recuerdan a ti. Historia con derechos de autor© Queda prohibido cualquier tipo de plagios, copias o adap...