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VINCENT

Podía sentir con exactitud cuando estaba cerca de algún peligro inminente. En este momento, de pie en este silencioso pasillo de hospital, podía percibirlo. Me sentía como si estuviese en medio de alguna destructiva tormenta la cual parecía estar desarrollándose encima de mi.

Era como si una enorme nube negra estuviese rodeándome, volviendo todo mi entorno un poco más oscuro. Un poco más peligroso.

Haciendo que el ambiente se vuelva más denso y el aire más pesado.

Miro al resto de mis hermanos y puedo darme cuenta de que ellos están sintiendo exactamente lo mismo.

Raily estaba sentada en uno de los asientos que se encontraban a lo largo del pasillo con sus piernas cruzadas mirando en la misma dirección en donde estaban mis ojos antes. Matt está a su lado, tecleando algo en su celular, pero es rápido y no dura mucho tiempo, ya que luego vuelve a mirar hacia el mismo lugar. Kingston y Bishop están unos pasos frente a nosotros. Uno frente al otro, con sus brazos cruzados mirando hacia al frente y con sus pesados cuerpos recostados en las paredes celestes que rodean la sala.

Todos mirando en la misma dirección.

Esta no era la primera vez en la que nos veíamos envueltos en este tipo de situación.

Y eso no era algo bueno.

Habían pasado años desde la última vez que percibimos este tipo de amenaza. Podía sentirse en el aire, era casi palpable; e incluso me atrevería a decir que asfixiante. Haciendo parecer como si fuego lacerante recorriera nuestro interior de adentro hacia afuera.

Provocando que cada una de nuestras terminaciones se pusieran en alerta.

El aire que se asentaba alrededor de cada uno de nosotros se sentía tan tenso que podía cortarse con el filo de un cuchillo.

Vuelvo mi atención hacia donde la tenía antes y miro al causante de todo este tumulto de emociones y pensamientos.

Alexander estaba parado cerca de la puerta por donde horas antes médicos y enfermeras ingresaron a una Brooke inconsciente.

Él no se había movido de ese lugar.

Ni siquiatra por un segundo.

Estaba tan estático como una roca sin ser movida.

De vez en cuando giraba su rostro hacia la habitación cerrada y la observaba como si pudiese ver a través de ella.

Tenía su espalda recostada en la pared, sus tobillos estaban cruzados y las veces que no veía hacia la habitación su mirada se clavaba en el suelo blanco de mármol.

Su cabello estaba despeinado, su ropa estaba hecha un completo desastre y desde esta distancia podía ver pequeñas gotas de sangre salpicadas sobre su camisa y otras mucho más visibles cubriendo sus nudillos.

Atrás quedó el hombre de aspecto pulcro y elegante.

Cualquier persona que pasara junto a él solo vería a un hombre levemente lastimado que tal vez solo está esperando de forma paciente y tranquila alguna atención para sus heridas.

SWEET CAMELIA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora