ALEXANDER
Es fascinante ver como las situaciones en las que nos encontramos pueden dar varios giros en un corto y determinado tiempo.
Pueden ser buenos o pueden ser malos, todo depende del jodido destino. Al final, es el único que nos tiene entre sus garras y puede hacer con nosotros lo que le plazca.
Nunca sabremos lo que nos tiene preparado. Hasta que pasa.
Mi visión se aclara luego de parpadear varias veces y comienzo a observar todo a mi alrededor.
Paredes blancas, sofás que combinan con ellas, ambiente pesado, sonidos de pitidos y un olor al que no estoy acostumbrado, pero el cual reconozco a la perfección.
Qué. Mierda.
Me giro hacia un lado tratando de levantarme, pero todo a mi alrededor comienza a dar vueltas. Hay un dolor punzante en mi costado y sin poder evitarlo hago una mueca.
Dejando todas esas molestias de lado logro incorporarme y quedo sentado en el centro de la angosta cama. Mi ceño se frunce cuando veo la bata que me cubre.
¿Dónde está mi ropa?
Saco los cables a los que estoy conectado y bajo mis pies de la cama. Estoy a punto de levantarme cuando la puerta de la habitación se abre.
—¿Qué mierda estás haciendo Alexander?
—¿Qué hago aquí Vincent? Sabes que odio estos lugares –mi voz se escuchaba áspera en mis propios oídos.
Intento ponerme de pie, pero se acerca a mí impidiéndolo.
Me suelto de su agarre.
—¿Por qué mi cuerpo se siente tan pesado?
—¿No recuerdas nada? –me mira interrogante.
—No.
Y realmente no lo hacía, los últimos recuerdos que tengo fue despertarme de uno de los mejores sueños que tuve después de un largo tiempo con una Brooke muy apegada a mi cuerpo. Pero todo cambió después de la llamada que recibí. Las cosas se habían adelantado. Así que tuve que alejarme de Brooke, irme y dejarla con una simple nota a su lado. Después de eso fue la llegada al coliseo abandonado y minutos después el infierno desatándose. Luego nada, mi mente estaba completamente en blanco de ahí en adelante.
—¿Qué ocurrió?
—¿Al menos recuerdas lo del rescate? –asiento. –Uno de los tipos logró herirte. Te apuñaló y perdiste mucha sangre. Afortunadamente la herida no alcanzó ningún órgano vital.
—¿Todo salió bien? –lo miro. No estoy hablando precisamente de la herida.
—Sí, todos están bien.
—¿Durante cuánto tiempo he estado inconsciente?
—Todo un día, tuvieron que sedarte ya que necesitaban cerrar la herida y tu cuerpo necesitaba descansar. También te administraron sangre.
—¿Brooke?
—Nadie le dijo nada, no te preocupes. Enviamos a Alfred a recogerla después de la reunión que tuvo con su amigo dándole a entender que fuiste tú quien lo envió. Además, también están los otros hombres que la siguen. Ella está protegida en todo momento.
—Triplícalos.
—¿Qué?
—Triplica a los hombres. Eso si, que se mantengan al margen lo más que puedan y que solo interfieran cuando se percaten de que está en algún peligro. No quiero que se de cuenta de que la están siguiendo.
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SWEET CAMELIA ©
Romance-¿Cuál es tu flor favorita? -murmuró mientras seguía acariciando mi pecho con sus delicados dedos. -La flor de la camelia. -¿Por qué? -Porque me recuerdan a ti. Historia con derechos de autor© Queda prohibido cualquier tipo de plagios, copias o adap...