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BROOKE

Una vez leí que si te encontrabas frente a algún animal salvaje lo más inteligente que podrías hacer es huir.

Alejarte de el y poner la mayor distancia posible.

De lo contrario no sabrías en qué momento éste te podría atacar.

Ahora, la curiosidad por saber si lo mismo pasa con los humanos se vuelve un poco más interesante a medida que pasan los segundos.

Si empujo un poco más a este hombre hasta el punto de ebullición, ¿me atacaría?

¿De qué manera lo haría?

Su mirada indescifrable sigue los movimientos de mi mano mientras acaricio el filo de la camisa, levantándola un poco en el proceso y dejando aún más visible mis muslos.

Su mandíbula se crispa y sonrío internamente.

Solo empuja un poco más.

—La verdad –digo suavemente. –No recuerdo exactamente de dónde la saqué.

—¿No? ¿Estás segura de eso cariño?

—Por supuesto, ¿Por qué mentiría con algo así? Es absurdo –sonríe sin ningún rastro de diversión.

—Sé el juego que estás tratando de jugar aquí. No va a funcionar.

—¿Juego? –murmuro sin comprender. –¿Estamos jugando algo?. No me había dado cuenta.

—Brooke –su voz destila un toque de advertencia.

—No entiendo por qué te enojadas tanto. Es solo una camisa cualquiera. La pude haber sacado de muchos lugares. ¿No crees que es linda?

—Creo que se vería mas linda si no la llevaras puesta –una bola del tamaño de una pequeña pelota de beisbol se forma en mi garganta. Impidiéndome tragar esa sensación de nervios.

—¿Por qué? Es grande y cómoda. Tapa los lugares de mi cuerpo que no a todos les permito ver. Supongo que perteneció a alguien grande...mmh, varonil seria la palabra correcta –dejo escapar una risita. Como si algún recuerdo travieso del pasado que solo yo conozca cruzara mi mente.

Su rostro se vuelve más duro y el tono claro de su ojo gris se oscurece.

¿Debería dejar de jugar con él?

Si lo vemos desde otra perspectiva, es un poco infantil.

Pero divertido.

Nunca había disfrutado tanto el querer tratar de poner celoso a un hombre.

No es que lo haya intentado en el pasado.

Pero Alexander no es cualquier hombre.

Él es el tipo de hombre que no muestra emociones ni reacciones.

Por eso verlo de esta manera me resulta un tanto fascinante.

Él esta tratando de contralarse.

Está tratando de ser el perfecto caballero que siempre es conmigo.

Solo el golpe final.

—Dudo mucho que haya pertenecido a Weith –su voz ronca me sobresalta. –Él no es precisamente varonil.

—Oh, claro que no. Lo más seguro es que haya pertenecido a alguno de mis otros amant...

No me doy cuenta cuando sucede.

Un segundo estaba tratando de romper la dura y calmada superficie que envolvía al hombre frente a mí, y al siguiente, con tal solo dos zancadas, él estaba encima de mí. Su mano envolviendo mi cuello mientras me arrinconaba contra la dura puerta de madera.

SWEET CAMELIA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora