Mamá

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Esta es la primera carta que te escribo, ni siquiera entiendo por qué lo estoy haciendo. Al final nunca la leerás.

Han pasado muchos años desde que te fuiste.

Han pasado muchas cosas que me gustaría contarte a través de estas palabras.

Así que, déjame decirte, déjame contarte sobre todo por lo que he pasado desde que me abandonaste. Mamá.

Logré criar a Roland, en un principio tuve mucho miedo, no sabía qué hacer con un bebé.

No sabía qué comían.

No sabía cómo cargarlo.

No sabía cambiar su pañal.

No tenía idea lo que tenía que hacer para que él dejara de llorar.

Pero lo logré.

Aprendí y pude verlo crecer.

Mi padre nunca se preocupó por él.

Él nunca lo tocó, nunca lo permití.

Ambos éramos invisibles en esta casa.

Creció convirtiéndose en un niño cuyo rostro siempre se mantenía estoico.

Era muy raro cuando él sonreía, casi no lo hacía pero cada vez que eso sucedía sentía que todo esfuerzo había valido la pena.

Mí pequeño también es muy inteligente.

¿Sabés que puede leerse un libro completo en un solo día? Él los ama.

Le gusta sumergirse por completo en ellos.

Mi padre...El tomó mucho el día que te fuiste. Me encerré con un Roland lloroso en mi habitación. Nunca habia rezado tanto para que alguien se durmiera.

Si hay un dios arriba, parece que me escuchó. Al menos ese único día.

Luego...todo se volvió borroso.

Padre buscaba muchas excusas para golpearme. Me dije que si hacía todo lo que él quería no lastimaria a Roland.

Y también...tal vez algún día el logre querernos.

Logre vernos.

Pero no fue así.

Ese sueño y deseo fueron olvidados.

Mis piernas y espalda duelen ahora.

Hoy duró más tiempo. También se sintieron más fuertes. Aún puedo sentir los golpes quemando mi piel.

Arden mucho mamá.

¿Por qué siguen doliendo?

¿Por qué no puedo acostumbrarme para que todo sea más fácil?

Él siempre elige lugares no visibles.

Pero tú ya lo sabes ¿verdad?

Después de que te fuiste pasó un tiempo y él encontró a una nueva mujer.

Ella tenía una hija.

Me puse feliz. Me emocioné.

Finalmente tendría una mamá.

Y también una hermana nueva.

Tal vez ellas puedan cambiar a papá y...podamos ser una familia.

No fue así.

¿Por qué mamá? No entiendo.

¿Hice algo mal?

El tiempo siguió pasando y conocí a alguien.

Él era muy atento conmigo, siempre estaba ahí para mí y me escuchaba.

Siempre se mostraba preocupado por mí.

¿Puedes creerlo mamá? Alguien como yo le preocupaba.

Me enamoré.

O eso creo...¿Cómo se siente amar?

Él quería que le demostrara mi amor y encontró una manera de que lo hiciera.

No debí hacerlo.

Dolió, mucho.

Él...no fue suave.

¿Por qué me sentí tan sucia?

Se supone que lo amo.

Pero pude hacerlo. Él vería mi amor y estaría siempre conmigo.

Una vez más, me equivoqué.

¿Por qué? ¿Por qué mamá? ¿Por qué todos me traicionan?

Hace un mes cumplí dieciocho años.

Creí que Roland y yo finalmente seríamos libres.

Hace cinco años conocimos a un hombre.

El primero en el que confiamos.

Durante cinco años nos compró comida.

Nos llevó a muchos juegos.

En nuestros cumpleaños nos llevaba a comer helado y torta.

Él se veía aterrador cada vez que nos cantaba el cumpleaños. Pero siempre estaba ahí para nosotros.

Él nos hizo una promesa.

Pero no la cumplió.

Nos abandonó. Igual que todos.

No puedo perdonarlos. No puedo hacerlo.

Algún día todos ellos pagarán.

Lamentarán haber pisoteado mi confianza y todo lo que nos hicieron.

¿Puedo hacerte una última pregunta mamá?

¿Crees, que algún día alguien me verá realmente?

¿Crees, que encontraré a esa persona que me ayudará a ser libre?

Esas fueron dos preguntas.

Lo siento.

Una cosa más antes de despedirme.

Mamá, por favor. Nunca te cruces en mi camino.

Atentamente;

Brooke.











SWEET CAMELIA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora