Emerald sintió un gran alivio cuando estuvo de nuevo en su habitación en la casa de su tío Aberforth. Por fin estaba a solas, lejos de los comentarios y las murmuraciones de sus compañeros, en un lugar tranquilo. Como Aberforth estaba convencido de que Emerald había sido engañada y manipulada, no había cambiado su actitud para con ella, por eso el día que llegó, quiso hablarle.
—¿Cómo te sientes? —preguntó— Creo que todo esto ha sido difícil para ti.
Ella suspiró y guardó silencio unos instantes antes de responderle.
—Nada bien, en realidad —respondió.
Aberforth puso su mano sobre la de ella y le dedicó una mirada comprensiva.
—Todo es temporal, cuando pase el tiempo te sentirás mejor y ni recordarás que esto pasó.
—Eso no va a pasar. Yo realmente estoy enamorada de Tom y no podré olvidarlo ni aunque pasen tres siglos.
Aberforth se sorprendió por la contundencia del tono que Emerald usó para hablar de sus sentimientos por Tom.
—Pero... él no te corresponde.
Ella negó con la cabeza.
—Sí lo hace, hay algo que nos une... no puedo explicarlo, pero está ahí.
Aberforth suspiró.
—A veces los une el amor, otras veces los une el recuerdo de lo que fue y ya nunca más será.
Emerald no quería pensar en que lo que había vivido con Tom era cosa del pasado y no volvería a pasar, en el fondo de su corazón guardaba la esperanza de irse con él en algún momento, aunque no fuera tan pronto, quería creer que volverían a estar juntos, como antes.
—Nadie puede comprender lo que siento por él —dijo, mientras se levantaba de donde estaba sentada—, nadie más que yo misma.
Subió a su habitación y se encerró allí. Sentía que necesitaba ver a Tom, le hacía demasiada falta, cada pequeña parte de su ser lo extrañaba. No pensaba quedarse quieta, resignarse a estar lejos de él y no hacer nada, así que tomó una decisión.
A la mañana siguiente, antes de que su padre y su tío se levantaran, Emerald escapó de la casa y se fue a Londres. Solo llevaba una pequeña maleta con ropa para cambiarse, pues planeaba regresar al día siguiente. Cuando Albus se levantó y fue a buscarla, solo encontró una nota sobre la mesa de noche que decía que no se preocuparan, que no tardaba.
Emerald llegó a Londres en la tarde. Era un viaje largo y un poco agotador, pero lo que más le preocupaba era perderse y no poder encontrar a Tom. Había anotado la dirección de donde vivía, pero no se ubicaba muy bien, de manera que tuvo que pedir indicaciones varias veces, y así pasó varias horas buscando hasta que por fin pudo dar con el lugar. Llamó a la puerta un par de veces antes de que Tom le abriera. Lo último que él esperaba era verla ahí, por eso cuando ella se lanzó hacia él, con los brazos abiertos, tardó un poco en devolverle el abrazo.
—¿Qué haces aquí? —preguntó.
—Vine a verte —respondió ella, sin alejarse ni un centímetro de él.
Tom se sentía entre feliz y preocupado. Para él era importante que ella hubiera hecho el esfuerzo de ir a verlo, pero no le gustaba que hubiera viajado sola desde Hogsmeade hasta Londres, pues algo hubiera podido sucederle. Se apartó un poco de ella para poder besarla, sintiendo un alivio inmenso e indescriptible.
—Deberíamos ir a cenar —propuso, cayendo en cuenta de que era algo que no habían hecho hasta ese momento.
Ella asintió y salieron para ir a un pequeño restaurante que quedaba cerca.
—Por lo que puedo ver, te escapaste de tu casa, ¿verdad? —dijo Tom, en cuanto se sentaron en una mesa junto a la ventana.
Emerald estaba mirando por la ventana, distraída, pensando en que Londres le parecía un lugar muy bello.
—Mi padre no me daría permiso para venir a verte —dijo y se encogió de hombros— y yo quería verte.
Tom sonrió y estiró su mano por encima de la mesa para tomar la de ella.
—Tú has hecho muchas cosas por mí, cosas que nadie había hecho antes.
—Eso es porque te quiero y eres importante para mí.
Para alguien como él, sentirse amado por otra persona era algo completamente desconocido e impensable. Cuando recordaba los años vividos en soledad en ese orfanato, sentía que tal vez nunca iba a conocer el amor de nadie, pero Emerald le había demostrado qué era, cómo era, y aunque no lo decía, estaba agradecido con ella por eso.
Más tarde, mientras ella dormía tranquilamente a su lado, él la observaba, sintiéndose mucho más feliz de lo que recordaba haber sido antes. Por eso, cuando llegó la hora de despedirse de ella, sintió como si fuera a dejarle una parte de él, una parte importante. Se desapareció con ella para llevarla a Hogsmeade y que llegara sana y salva.
En cuanto Emerald entró en en bar de su tío, se encontró con un angustiado Albus Dumbledore que corrió a abrazarla.
—¿Dónde estabas? —preguntó, sin soltarla— No puedes andar por ahí sola, es demasiado peligroso. Estábamos preocupados por ti, podría haberte sucedido algo.
Ella no entendía el porqué de tanta exageración, ya estaba en casa y estaba bien.
—Estoy bien, padre. No hay nada de qué preocuparse —respondió, con cansancio.
Albus la miró como si le costara decir las palabras siguientes.
—Emerald... tengo algo muy importante que decirte, ya es hora de que sepas la verdad.
ESTÁS LEYENDO
𝐃𝐞𝐬𝐭𝐢𝐧𝐨 || 𝐓𝐨𝐦 𝐑𝐢𝐝𝐝𝐥𝐞
FanfictionEmerald Dumbledore y Tom Riddle están unidos por un lazo invisible al que muchos llamarían destino, Tras escuchar una profecía, Tom regresa a Hogwarts como profesor y en cuanto se encuentran, se desata una tormenta de emociones y sentimientos inexpl...