𝑽𝒆𝒊𝒏𝒕𝒊𝒐𝒄𝒉𝒐

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Emerald cayó al suelo en cuanto el hechizo la alcanzó y se golpeó con fuerza. Vinda Rosier salió de su escondite, la tomó del brazo y se desapareció con ella para aparecer en una enorme habitación sin ventanas, iluminada con magia. 

—Aquí está la chica —informó. 

Gellert Grindelwald dio un paso al frente. Había estado oculto entre las sombras y en ese momento, Emerald pudo ver por primera vez su rostro. 

—Bienvenida, Emerald —dijo—. Tenía mucha curiosidad por conocerte. 

Mientras tanto, Tom se aparecía en Hogsmeade. Era muy extraño, pero tenía la impresión de que algo pasaba. Sentía una presión en el pecho que le incomodaba demasiado y necesitaba ver a Emerald. Estaba tan preocupado que no le importó ir a casa de Aberforth, a pesar de saber que no era bienvenido allí. Entró en el bar y se encontró con Albus, que estaba sentado en una mesa bebiendo una cerveza de mantequilla. 

—¿Dónde está Emerald? —preguntó, yendo directo al grano. 

Albus no esperaba verlo ahí, por eso se sorprendió mucho al escucharlo. Se levantó despacio de donde estaba sentado y se quedó mirándolo fijamente. 

—¿Te atreves a aparecerte aquí así como así? —le dijo— No te quiero cerca de Emerald, lo mejor que puedes hacer es alejarte de ella, no hay razón para que continúes engañándola. 

Tom hizo caso omiso de sus palabras. 

—Necesito verla ahora mismo. 

Albus iba a decirle algo más, pero Tom pasó junto a él y subió las escaleras que conducían al segundo piso, casi corriendo. Llegó a la habitación de Emerald y no la encontró allí, por lo que decidió regresar, pensando que Albus podría haberla enviado a otra parte para alejarla de él. Albus ya había llegado al segundo piso.

—¿Dónde está? —preguntó Tom, casi gritando. 

Albus se sorprendió, pues hasta ese momento, no se había dado cuenta de que Emerald había salido. 

—No puede ser —murmuró, presintiendo lo peor. 

—Yo sé que usted la sacó de aquí para alejarla de mí, así que dígame a dónde la llevó. 

—Es verdad que no quisiera que vuelva a verte, pero te seguro que no hice nada. Hace un rato estaba aquí. 

Tom regresó a la habitación y comprobó que todo estaba exactamente igual que como lo recordaba, las cosas de Emerald estaban en su sitio, tal vez Albus estaba diciendo la verdad y no había sido idea suya. Pero, ¿dónde estaba Emerald? La sensación de intranquilidad no se le quitaba,  seguramente seguiría ahí hasta que la viera y comprobara que estaba sana y salva. 

—Yo de verdad necesito verla —dijo. 

—Vamos a tener que ir a buscarla —dijo Albus—, no es seguro que esté por ahí sola. 

Salieron y recorrieron Hogsmeade sin encontrar el más mínimo rastro de Emerald. A medida que los minutos pasaban sin encontrarla, tanto Albus como Tom, comenzaban a preocuparse, los dos sabían que ella estaba en verdadero peligro. 

Mientras tanto, Grindelwald se paseaba por la habitación y Emerald lo observaba en silencio, pues todavía no había pasado el efecto del hechizo y no podía moverse ni hablar. A pesar de que cualquier cosa podía pasarle y desconocía los planes de Grindelwald, no se sentía asustada, estaba enfocándose en encontrar alguna manera de escapar de ahí. No había ventanas y solo había una puerta, que al parecer estaba muy bien cerrada, así que no se le ocurría de qué manera podría salir. 

—¿Tu padre te habló de mí alguna vez? —preguntó Grindelwald de repente— No creo que lo haya hecho, por lo que parece, ha hecho hasta lo imposible por olvidarse de mí, siguió con su vida y se escondió en Hogwarts para no tener ningún contacto con su pasado. Pero el pasado siempre nos persigue, no hay forma de que podamos librarnos de él. Después de todos estos años en los que no tomó partido en la guerra que estoy llevando a cabo, decidió que había llegado el momento de enfrentarse a mí, pero yo pienso evitar que lo haga. Tú le importas mucho, eres lo que más quiere y si ve que estás en peligro, se quedará quieto y no actuará en mi contra. 

 Vinda Rosier estaba buscando en todos los bolsillos de Emerald, hasta que encontró su varita y se la quitó, poco después, el efecto del hechizo pasó y por fin pudo moverse y hablar. 

—Se equivoca —dijo—. Mi padre sí me habló de usted, me dijo que estaba enamorado de usted, es una lástima que, evidentemente, usted no lo amara también.

Grindelwald pareció un poco sorprendido, pero volvió rápidamente a su expresión neutral. 

—Solo nosotros mismos sabemos cuánto somos capaces de amar. 

—¿Pretende tenerme aquí para poder manipularlo? Es muy probable que no le funcione, él sabe poner el bien de todos por encima de sus sentimientos, por mucho que me quiera, no soportará seguir viendo como muere gente inocente y al final lo enfrentará de todas formas. 

Las palabras de Emerald lo hicieron dudar un poco y ella lo notó, tal vez podría hacerlo comprender que usarla a ella para obligar a Albus a no hacer nada, podía no resultar. Grindelwald no dijo nada más, en lugar de eso, salió de la habitación y cerró la puerta con un fuerte golpe. 

Albus y Tom siguieron buscando sin resultado y preguntándole a cualquier persona que pasara, si había visto a Emerald. El paso del tiempo solo aumentaba su desesperación. Ya era de noche cuando Albus recibió una carta. 

«Tu hija está conmigo y no dudaré en matarla si sigues adelante con tus planes de enfrentarte a mí. Quédate quieto y callado si quieres volver a verla con vida».  

𝐃𝐞𝐬𝐭𝐢𝐧𝐨 || 𝐓𝐨𝐦 𝐑𝐢𝐝𝐝𝐥𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora