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La situación en el palacio era agotadora, muchas veces los pensamientos llegaban a la mente del emperador Sovieshu, los cuestionamientos eran más continúos y entendía el porqué de esto.

-¿Hice bien?- esa era la pregunta principal que pensaba cada noche, recapitulaba todo lo que había pasado en los últimos días, había convertido en su amante a la joven que había encontrado en el bosque y aunque había disfrutado y complacido sus, en ese entonces, necesidades, no podía evitar pensar en su esposa la emperatriz Navier.

-prometí que no haría lo mismo que mi padre, pero no pude cumplir esto. Soy realmente, una escoria.- en medio de ese penal se levantó de la cama donde estaba, se cambió la ropa colocandose una capucha y salió de aquel palacio que lo hacía sentirse prisionero de su propia mente y remordimiento.

Era tarde, la luna estaba en plena posición, no había nadie en la calles, camino por el pueblo hasta llegar a la última casa, se detuvo por unos momentos, ¿Estaba bien ir hacia el bosque? Aunque dudó, poco después continúo con su paso adentrándose entre los árboles, un lugar tranquilo era lo que necesitabas, pero tal vez esa noche no podría tenerla, no cuando escucho aquel tarareo venir de la zona detrás de los arbustos.

-una persona a estás horas...- pensó mientras abría con sus manos los arbustos y entonces se encontró con aquella cabellera rubia que se movía levemente, el sonido de aquellos cascabeles iba entonado y en sintonía con los movimientos de las manos de aquella persona.

El cuerpo se movía de un lado a otro y sus brazos hacían ver ese movimiento limpio y elegante, la tela de su vestuario hacía sonar los cascabeles que se encontraban bordados en ella, las manos eran grandes, se movían pasando por ese rostro fino, ojos azules, como zafiro resplandeciente, labios color melón y pequeños, ese chico, era definitivamente de lo más bello que el emperador había visto pero, no podía admitirlo, después de todo, se trataba de un hombre.

-¿Quién es usted?- Sovieshu se sobresaltó por tan imprevisto cuestionamiento, los movimientos del contrario no habían terminado pero aún así, los ojos azules estaban sobre el. -Si no responde, pensaré que es un criminal.- Sovieshu soltó un suspiro, caminó hasta estar cerca del rubio el cuál dejo de bailar una vez el emperador estuvo cerca suyo.

-No soy nadie importante, mucho menos un criminal. ¿Tú quién eres? ¿Qué hace una persona a estás horas sola en el bosque?- el contrario rió un poco.

-También estás aquí, yo suelo estar siempre aquí, es él único momento en el que puedo bailar sin que nadie me moleste. Bailar me ayuda a pensar ¿Qué hay de ti? Puedo saber que hace aquí? Aparte de verme.- la manera en la que el rubio entonaba su voz era curiosa para Sovieshu, no podía evitar responder a lo que preguntaba, después de todo, seguramente no lo volvería a ver después de esa noche.

-También quería pensar, he cometido muchos errores, uno tras otro, quería despejarme. Eso es todo.

-¡Ah! Seguramente problemas de pareja, ¡Que aburrido! Pero, puedo ayudarte. ¿Sabes bailar?- Sovieshu asintió con un movimiento de cabeza.

-Se bailar, vals... Y, creo que solo eso.

-¡Más aburrido!- El rubio tomó de manera repentina las manos del emperador y lo jaló hasta él, acto que en un principio hizo que Sovieshu colocara una expresión confundida que pasó a ser una llena de intriga al poder ver tan de cerca el rostro contrario. -¡Debes aprender a despejarte con tu cuerpo! Si te mueves más que solo de un lado a otro, los malos pensamientos saldrán. Así...- Sovieshu pudo verlo moverse alegremente, aplaudía y daba vueltas mientras que su rostro era iluminado con una sonrisa en todo momento, Sovieshu no pudo evitar reír también.

-No conozco ese baile...

-con mayor razón debes hacerlo...- el rubio tomó la mano de Sovieshu, la movió de un lado a otro y debido a los movimientos fue obligado a moverse también, no al mismo nivel que el rubio mostraba pero podía hacerlo.

No supo cuánto tiempo paso, pero realmente Sovieshu disfrutó de esto, no recordaba cuando rió tanto, el contrario no solo le divertía con el baile, también decía cosas para que Sovieshu no recordara lo que le tenía pensando.

-¿Cuál es tú nombre?- preguntó Sovieshu

-¿Por qué deseas saberlo?- respondió el rubio.

-No quiero olvidarte, quisiera poder recordarte bien.

-No me has dicho tu nombre tampoco, extrañó de la noche.- Sovieshu rió ante esa manera de llamarle. -Si quieres recordarme está bien, yo lo haré... Realmente me acordaré de ti, eres la persona, más atractiva que mis ojos han visto.

-¿Me está coqueteando?- preguntó Sovieshu con un sonrojo.

-¿Y si así fuera?- el rubio cuestionó mientras se mantenía mirándole. - ¿Qué harías extraño de la noche?- antes de que Sovieshu pudiera contestar, el rubio miró hacia el cielo, estaba amaneciendo. -¡Por dios, es tarde!

-¿Eh?- Sovieshu miró el cielo también. -¡Maldición! Debo estar en el trabajo

-Debo irme también, mi padre me matará si llego tarde al desayuno. -antes de irse el rubio tomó aquella tela con cascabeles, tomó la mano de Sovieshu y sonrió ampliamente. -para que no me olvide, nos vemos otro día, extraño.... De la noche.- el rubio sonrió por última vez y se fue corriendo, Sovieshu miró su figura desaparecer entre los árboles, observó aquella tela encontrando en el bordado el nombre de ese chico inolvidable.

-Darién....- dijo sonriendo

Emperador I Love. Sovieshu (Boys  Love)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora