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Era evidente que su plan de debilitar a los magos del imperio había sido descubierto, y, como cualquier emperador, Sovieshu se había puesto en marcha con la defensa y la búsqueda del culpable, pero este no era el único plan de ataque de Heinrey, sería demasiado estúpido no tener pensando hacer algo más que un simple ataque como ese.

Todos sabían que la fuerza de un imperio no era solo la cantidad de guardias, tampoco la cantidad de magia, el poder de un imperio también venía de sus propias personas que lo habitaban, los pueblerinos, los nobles, todos los que confiaban en el reinado de los emperadores eran parte de la fuerza del imperio, fue por eso, que atacar con un escándalo social fue el plan que Heinrey le encargó a Egli.

¿Por qué este accedería a  cometer tal cosa? Era verdad que el tener la alianza con el príncipe le generaría ganancias, en caso de su victoria, pero la razón de que accediera a destruir a la familia imperial era más un asunto personal sin resolver.
Su padre, al que había dejado de ver por años, había cometido un acto imperdonable; una vez que su esposa enfermó, dejó de quererla, se avergonzaba, era algo que empezaba su desagrado hacía su padre, pero lo peor vino después, cuando su padre encontró a una mujer parecida a su madre, bella y sana, a la cual tomó e hizo pasar como su esposa escondiendo a su madre de la sociedad.
¿Cómo puede ser tan cruel? La muerte de su madre dejó marcado a Egli, el odio y resentimiento creció y se hizo cada vez más insaciable, odio contra su padre, contra esa mujer... Pero, no podía vengarse de ella, ya no, después de que ella falleciera también no parecía haber nadie con quien saciar su odio, no hasta que supo de dónde venía tal mujer.

Se trataba de una ex amante del antiguo emperador, fue exiliada tras ser acusada de intentar envenenar al príncipe heredero, Sovieshu.
Ahí estaba, la razón por la que ella llegó a la vida de su padre, si tan solo no la hubieran exiliado, si Sovieshu no la hubiera denunciado, su padre nunca la pudo haber conocido y así su madre, tal vez sus últimos días, hubieran sido llenos de paz.

Por días Egli buscó una razón, un escándalo que lograra que la gente desconfiara de su emperador, que lo despreciaran. Intentó con la amante del emperador, pero está había sido renombrada y además, ahora era una protegida, nunca tocada por el emperador.
Aquello fue un total fracaso, pero estaba seguro de que pronto encontraría algo, dentro de esos muros del palacio, lograría encontrar uno de los secretos del emperador, el que lograría su venganza y con el que provocarían la caída del imperio, así tuviera que convertirse en la misma sombra del emperador, lo que estaba haciendo en esos momentos, aprovechar las visitas de negocios para vigilar la entrada y salida del palacio, hasta que visualizó la esperanza de su objetivo.

—Su majestad saliendo de madrugada, con un disfraz tan fácil de detectar.— Egli colocó una sonrisa en su rostro. —Asi... Estuve siguiendo a la concubina equivocada— mencionó al ver a la joven rubia.
..

Un fuerte suspiro salió de Navier, la emperatriz, su cabeza dolía un poco y su cuerpo comenzaba a hacerle notar los signos de cansancio, últimamente había trabajado más de lo necesario, todo lo que pasaba la tenía esforzándose más. Dirigir el imperio era algo cansado, desde siempre, incluso cuando aún era una niña y debía estudiar, terminaba agotada pero había la motivación que le permitía seguir esforzándose, tal y como ahora, pensaba en el bienestar de su familia, del pueblo y las personas que habitaban el imperio, desde los nobles hasta esclavos,  aunque era evidente que había una razón más, su compromiso hacía el joven Sovieshu, el niño con el que creció y prometió ser una buena emperatriz, la emperatriz que él necesitaba.

—Su majestad...— susurró, ¿Qué pasaba con el emperador y ella? Su relación se había debilitado, hacía mucho tiempo que no se comportaban cómo esposo y esposa, no recordaba como había sido la última vez que tuvieron un momento romántico, mucho menos cuando se habían entregado por amor, las últimas veces que lo hicieron tenían más presente su deber, “concebir un heredero”.
Su relación ahora era de emperador y emperatriz, sabía que Sovieshu la quería y ella a él pero el tiempo pasaba, los años caían sobre ambos, no estaba segura de si podría tener un hijo, su tiempo intentándolo se redujo  tanto que ya no habían hablado sobre un hijo desde hacía ya años.

...

Darién había salido al pueblo, pero no iba solo, está vez, Sovieshu lo acompañaba. Salir a recorrer las calles de su imperio lo hacía recordar cuál era su deber, el preservar las sonrisas de los niños que corrían por el lugar, el proteger el patrimonio que por generaciones había sido forjado, y... La razón más importante en ese momento, porteger a la persona que amaba del sufrimiento, hacer que Darién mantuviera esa alegría que lo cautivo, la felicidad que derramaba y lo hacía feliz a él también.

¿Cómo el emperador se paseaba con tanta libertad sin guardias? Era sencillo para él usar un disfraz y todavía con más facilidad le era a Darién cambiar su apariencia, pasar de ser un joven a una hermosa dama con ayuda de la magia.

Llegar al bosque donde se conocieron fue una idea del mismo Sovieshu, recrear aquel baile ya fue implementación de Darién.

—¿Cree que sigue siendo igual que esa noche?— cuestionó Darién a la vez que volvía a hacer sonar las piezas metálicas de su ropa y mover el velo que dirigía hacía la mitad de su rostro dejando que solo el azul de sus ojos resaltara, que su mirada topara con la de Sovieshu.

—Es todavía mejor, porque ahora... Puedo sentirte cerca.— Sovieshu tomó la cintura contraria, Darién levantó su mentón mirando hacia arriba, por la diferencia de altura, a Sovieshu. —Se que eres tú... La persona que amo, mi corazón ahora puede sentir a Darién cómo mi otra mitad.— Sovieshu colocó la palma de su mano en la mejilla sonrojada de Darién, este colocó su mano encima y mientras cerraba sus ojos deshizo aquel hechizo, su cabello volvió a ser corto y sus fracciones, anteriormente femeninas, regresaron a ser las de él, colocó una sonrisa se levantó un poco para besar cortamente los labios de Sovieshu.

—Este lugar, inició todo, aquí está la semilla de lo que sentimos.— sus frentes se juntaron y sus narices rozaron una con la otra suavemente. —Supe que eras mi otra mitad, desde que te conocí. Aquella chispa que sentí al ver tus ojos, me indicó que debía estar contigo.— Sovieshu sonrió ampliamente y Darién abrazó completamente el cuerpo contrario escondiendo su oreja en el pecho de Sovieshu logrando sentir sus latidos. —Te amo... Y te amaré hasta el fin de mis días.

Emperador I Love. Sovieshu (Boys  Love)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora