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No podía evitar sentirse feliz por lo que había pasado entre el emperador y él. Con solo acordarse de las caricias su corazón se aceleraba y podía sentir como sus mejillas ardían, pero su mente era así, no podía dejar de pensar en todo eso.
La situación en la que se encontraba, parecía un cuentos de hadas, tanto que comenzaban a sospechar el hecho de que todo estuviera yendo bien, tenía miedo de que en algún momento todo eso se desvaneciera y la tragedia apareciera.

Trató de dejar eso atrás, se concentraba en lo importante, últimamente se encontraba ojeando algunos libros de magia, pero no lo suficiente para ser un mago como su madre, solo quería aprender a defenderse a él y a Sovieshu, pero su naturaleza de maná no era para la defensa.

—¿Cómo ayudaré a Sovieshu? Apenas y puedo cambiar algunas de mis fracciones...— se recargó en la mesa de aquel pequeño jardín trasero. —Y ese sujeto, esos dos...— pensaba en el rubio de ojos violeta y el de cabellos azules que iba a su lado. —Si ellos son poderosos... Me descubrirán si intento hacer algo, lo mejor sería... Ser una carnada y, necesito ayuda. Tal vez el gran mago pueda.— cerró el libro y se dispuso a ir al interior del palacio, pronto la tarde caería y tenía que preparar la recamara del emperador.

—¡Papá!— la voz chillona e infantil que escuchó detrás de él en cuestión de segundos estuvo pegada a su cuerpo. Le tomó unos segundos reaccionar ante tal inesperado abrazo de aquella menor.

—¿Papá? ¿Quien eres pequeña?— Se acercó a la niña de cabellos rubios y ojos verdes, a simple vista parecía ser una noble, tenía un hermosos vestido rojo y su cabello era adornado con un moño del mismo color,  igual que sus zapatos.
Parecía una perfecta mezcla de Navier y Sovieshu, su rostro se puso pálido al solo imaginar una hija oculta de los emperadores.

—Busco a mi papá... Estuve jugando mientras lo esperaba pero tardo demasiado... ¡Perdón por mi actitud!— la más pequeña hizo una reverencia. —era para llamar su atención, ¿Puede ayudarme señor?

—Señor...— pensó, ¿Se veía como uno? —Claro, ven, busquemos a tú papá... Dime, ¿Quién es él?

—Mi papá se llama Orpheus, es un mago y esta con la emperatriz.— un suspiro de alivio llegó a Darién.

—¿Y tu madre?— cuestionó curioso

—Se fue al cielo hace mucho tiempo... Papá me dijo que un día iremos a dónde ella está, pero que aún falta tiempo.— Darién miró a la niña con compasión, tomó en sus brazos a la rubia y caminó con ella hacia el interior del palacio.

—Yo también tengo a mi mamá en el cielo...  Algún día espero verla también.

—¿Era bonita?— La inocencia con la que la niña se mostraba interesante le causaba un sentimiento cálido a Darién.

—Muy bonita, no es por presumir... Pero dicen que me parezco a ella.

—¡Entonces era muy bonita! Tú eres muy bonito también.

El emperador había salido de su oficina para relajarse un poco, pensaba en ir en ayuda de la emperatriz pero la escena que encontró en los pasillos cuando iba hacia allá se robó su atención, podía ver la espalda de Darién y escuchaba la ternura con la que trataba a la niña en sus brazos, se olvidó de preguntarse quien era la más pequeña, Sovieshu parecía maravillado.
Él siempre quiso un hijo, sabía que era imposible tenerlo con Darién, pero soñar no era algo malo, el rubio se veía como un buen papá joven, soltó un suspiro y se dió la vuelta, está vez llegaría más temprano a su habitación, esperaría a su adorado rubio en ella.

—Entonces, cuento con su apoyo duque Kaufman, señor Orpheus.— Navier había tenido buenos resultados junto a los magos, Orpheus apoyaría a la academia, él era un mago de defensa, además de que el gran Duque ayudaría con la persecución de los culpables y junto a la guardia real, era seguro que obtendría resultados rápidamente.

Emperador I Love. Sovieshu (Boys  Love)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora