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Sovieshu miraba el rostro sin expresión del rubio, no había más lágrimas pero había manchas en sus mejillas, rastro de las lágrimas que antes había derramado.

En cuanto fue informado del alboroto en el pueblo, el emperador no dudó en ir al escuchar que Darién y Rashta estaban ahí, Navier lo había acompañado preocupada por la actitud de su esposo.
El acto había sido turbio, después de ordenar sacar el cuerpo y darle sepultura ambos emperadores y Rashta habían estado cerca de Darién en todo momento hasta estar de regreso en la habitación del rubio.

—Creo que debemos dejarlo solo.— Navier propuso, Rashta observó a la emperatriz y asintió, se acercó a Darién tomando su mano, Darién reaccionó para verle.

—Si me necesitas, ve a mi habitación o llama por mi, estaré aquí.— dicho eso la menor de todos los que estaban ahí hizo una reverencia y salió de la habitación, Navier salió detrás de ella.

Sovieshu se quedó ahí, no quería alejarse ni un instante de él, no podía solo dejarlo así después de lo que sucedió, aquel hombre fue su padre.

—No me entiendo...— Expresó Darién con una voz suave y quebradiza. —¿Por qué me siento mal por Nazü? Se supone que yo... Debería odiarlo.— Sovieshu levantó el rostro del contrario, acarició sus mejillas y lo atrajo hacia su pecho obligando a que esté se mantuviera oculto en su pecho.

—Es porque eres una buena persona, no puedes odiarlo después de todo.

—No era mi verdadero padre... Aún así me cuidó desde niño, al menos hasta que se enteró de la verdad y comenzó a golpearme. Pero, yo no deseaba que muriera, mucho menos de esa manera... Si aún hubiera estado con él, ¿Se abría quitado la vida?

—Darién— Sovieshu lo llamó, el rubio levantó su cabeza para verlo a los ojos. —No es tu culpa, tampoco era tu obligación cuidarlo mientras te descuidabas a tí, él te hizo daño pero aún así tú sientes pena por Nazü... Tienes un corazón puro que no es capa de guardar rencor.— Darién negó moviendo su cabeza.

—No tengo ni un poco de pureza. Le guardé rencor y muchas veces desee alejarme de él, lo que siento... Es remordimiento.

—Es solo por el impacto... Cariño mío no tienes que atormentar tu vida por esto, debes dejar de escuchar a esa voz interna que te hace sentir mal.

—¿Entonces como puedo dejar de escucharla?— cuestionó Darién.

—Colocando tu atención en otros sonidos...— contesto Sovieshu. —Escucha solo mi voz.— tomó su mano colocandola en la parte trasera de su cuello. —Debes escucharme solo a mi, a mi voz... A mis sonidos.

—Sovieshu— Un susurró escapó de sus labios antes de que el emperador se adueñara de ellos, sus ojos se cerraron y disfrutó del tacto de ambos sin importarle nada más que ese momento, se aferró a él y Sovieshu lo sostuvo fuertemente entre sus brazos, haciendo que aquel beso se hiciera más y más profundo, el sonido de los besos comenzaba a ser bastante notorio, tanto que en medio de este el emperador se levantó con él aún en brazos hasta la puerta.
"Click” el sonido del seguro de la puerta lo hizo sentir más seguro, nadie entraría, nadie los vería. 

—Darién...— susurró después de colocarlo sobre la cama, se colocó encima suyo para poder observar el rostro del menor y poder sentir tal conexión al mirarse a los ojos. Su interior estaba en llamas, o al menos, podía relacionarlo con eso, su cuerpo hacia cosquillas y su respiración se sentía agitada, Sovieshu podía olfatear el cuello del contrario y Darién podía detectar el aroma de los cabellos negros.

—¡mmh!— Darién tragó saliva al sentir las manos del emperador sobre la tela que cubría sus muslos.

—¿Quieres que te toque?— Era la primera vez que sentía que en ese momento llegarían a algo más, ¿Estaba bien?, ¿Podría hacerlo? No sabía cómo, pero dejó de razonarlo y  se estaba dejado llevar por lo que sus instintos le guiaban.

Emperador I Love. Sovieshu (Boys  Love)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora