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Trabajar con Lord Ángel era la mejor opción, alguien estratégico y con basta experiencia en combates en investigación era lo que el emperador necesitaba, no había nadie más que pudiera hacer ese trabajo y las palabras de Ángel le hizo quedar convencido con aquella alianza.

—Mis número de sospechosos se ha reducido a uno, el gran Duque Kaufman se ha aliado, esto lo saca de sospechas, claro no al 100%, pero quién me interesa más en estos momentos, es su alteza real, el príncipe Heinrey.

Sovieshu conocía la fama de este príncipe, un rebelde que era amante de las mujeres y de pasar tiempo con ellas, más Ángel le dió aún más datos. Un graduado de la academia de magia, uno de los mejores magos, además, la sospecha de que era miembro de un antiguo clan de magos, todo sonaba tan bien junto que era imposible no sospechar de él también, después de todo, un príncipe con el que no se han completado alianzas viene de visita, un reino pequeño que busca expandirse yendo por lo más grande, eran muy estratégicos al buscar debilitarlo primero.

—Majestad, pido su autorización para poner a mis hombres en sus tierras, no dejaremos ni una sola zona sin vigilancia y con el apoyo de su guardia real, atraparemos a los culpables más rápido de lo que imagina.— Sovieshu asintió, se levantó de su asiento y extendió su mano hacia Lord Ángel, este tomó la mano del emperador y con una sonrisa llena de confianza se dió a entender que la alianza había empezado.

Sovieshu quería descansar, después de esa visita caminó por los pasillos con cuidado, como si fuera un ladrón buscando escabullirse de los guardias para llegar a un gran botín. Los pasillos eran largos y las habitaciones vacías de aquel gran palacio abundaban,  fue así como con estratégia llegó a aquella habitación que tenía un listón de color rojo en la perilla, abrió la puerta y se adentró en ella, mientras colocaba el seguro un par de manos rodeaba su cuerpo, Sovieshu colocó una sonrisa al detectar el aroma tan familiar de aquel joven rubio, giró su cuerpo mientras tomaba la mano de Darién y la llevaba a sus labios para dejar  un beso suave y delicado en ellas.

—Bienvenido su majestad...— la voz de Darién sonó en la habitación, sus ojos azules brillaban como la más grande estrella de la noche, Darién estaba tan enamorado de su majestad que no podía evitar tener ese brillo especial en sus pupilas, su corazón se unía a un ritmo constante con el de Sovieshu.

—Darién, mi amor.— Sovieshu tampoco podía ocultar sus sentimientos hacia Darién, una vez se encontraban solos sus emociones eran tan delatables que agradecía estar en privado o todos en el palacio los terminarían descubriendo.
Las visitas en las noches, dormir juntos no era suficiente, aún cuando el sol alumbraba los árboles de los jardines, necesitaba del calor y la presencia de su amado para poder continuar.

Sus cuerpos se encontraban, se unían en abrazos y besos, Sovieshu se perdía completamente entre los lunares en la piel suave de Darién, y Darién, el menor de ellos disfrutaba de tocar a Sovieshu como si el día de mañana fuera a despertar de un sueño, un sueño de esos que te habían vivir un momento feliz y después, la vida te hacía despertar llevándose todo lo mágico.

Perdieron la noción del tiempo y la cuenta de todos los besos que se dieron, se olvidaron del lugar, la situación, las personas, todo. En ese momento, solo eran ellos, solo dos amantes entregando uno al otro su alma sin nada más que el ambiente, aquel que mezclaba perfectamente el amor y la pasión de los dos.

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Orpheus había escuchado toda la historia de su hija, él sabía que su hija no mentía ni imaginaba cosas, anteriormente ya le había enseñado a diferenciar el mundo de lo fantasioso a la realidad que se enfrentaban las personas bendecidas con la magia. Había hecho un informe con sus investigaciones y agregó en el su análisis con respecto a la experiencia de Memory.

Después de entregarlo al Duque dirigió su camino buscando a alguien más que habitaba aquel palacio, ya los sirvientes le habían notificado del lugar que Rashta solía visitar más a menudo y también, había sido brevemente informado sobre el bebé Ian.

Su camino se hizo un poco más lento al visualizar la espalda de Rashta, colocó una sonrisa enternecida al presenciar la hermosa imagen de Rashta.
La joven madre cargaba a su bebé dormido al cual arrullaba con cuidado, lo aferraba a su pecho y los ojos oscuros de ella se miraban concentrados en el bebé, Rashta miraba cada fracción del niño, sus mejillas rojizas y su pequeña nariz, era hermoso, aquel ser tan pequeño había nacido de ella, pensarlo, le había sentirse bien y especial.

—Es un bebé muy hermoso...— dijo para llamar la atención de Rashta, ella giró un poco su cuerpo para poder verle, sonrió y le invitó a sentarse a su lado con una seña. —Se parece mucho a su madre.

—¿Tú lo crees?— cuestionó Rashta, Orpheus sonrió mientras asentía con su cabeza.

—Estoy seguro, es idéntico a tí. Heredó tu belleza angelical— Orpheus llevó su mano hacia la del bebé sosteniendola mientras miraba a Rashta, ella no podía evitar sentirse halaga, su cuerpo reaccionaba, era demasiado agradable, le hacía sentirse bien y cómoda.

—Estoy un poco asustada... Hasta hace poco no había cargado a un bebé, tengo miedo de hacerle daño, de lastimarlo. Míralo, es tan pequeño y frágil.

—Rashta nadie nace sabiendo ser un padre, yo también tengo miedo de lastimar a mi hija, cuando su madre se fue pensé que no podría cuidarla sola, pero ahora, Memory es una niña sana, es la alegría de mi corazón... Cada día que pasa crece  y yo puedo verla sonreír que es lo que más me importa.— Rashta estaba curiosa.

—Tu esposa... Debiste quererla mucho.

—Lo hice— contestó rápidamente Orpheus. —Me enamoré de ella, me hizo feliz, le entregué mi vida... Fue una buena mujer.— Rashta por unos momentos sintió un poco de celos pero sabía que no tenía derecho a eso pues Orpheus, solo estaba siendo amigable con ella. —Pero no estábamos destinados a quedarnos juntos, ¿Sabes que pienso? Que yo era el único amor de su vida... Pero ella, ella fue mi primer amor, el amor de mi vida... Aún no está conmigo— dijo para después sacar de su bolsillo un pequeño obsequio, una pulsera sencilla pero hermosa a simple vista. —Tal vez el amor de mi vida... Está cerca, más cerca de lo que puedes imaginar.— Rashta aún cargaba a su bebé pero Orpheus tomó una de sus manos con cuidado y comenzó a colocar la pulsera, se agachó para dejar un beso sobre los nudillos de Rashta y sonrió para ella. —Rashta... ¿Quieres ir conmigo... A una cita?

Emperador I Love. Sovieshu (Boys  Love)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora