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Aún tenía ese rubor en sus mejillas, cada que cerraba los ojos podía sentir la presencia del emperador a su lado, era inevitable recordar la sensación de estar acurrucado entre su pecho, no solo por una ocasión, habían estado tres noches así y parecía ser que todo iba bien.

Mientras ayudaba con la limpieza de la biblioteca una de las damas de la emperatriz lo llamó lo que le pareció un poco extraño ya que Navier no solía hablar con él.

—La emperatriz quiere invitarte a tomar el té con ella, espera en el jardín, vamos.— El rubio miró extrañado pero asintió, durante el camino hacia el jardín solo pudo tratar de calmarse, seguramente solo quería hablar con él sobre su estadía en el palacio, había más de un mes así que seguramente quería preguntarle sobre cómo estaba, además, no había manera de que supiera de lo otro, Sovieshu y él habían sido muy cuidadosos.

Al llegar al lugar pudo ver a la emperatriz esperar por él.  Siempre son ese porte elegante al momento de sentarse, la mirada de la emperatriz desprendía ese poder y etiqueta que hacía notable su sangre de noble, el rubio no podía evitar admirar eso de Navier.

—¿Té negro o té verde?— preguntó Navier con una voz tranquila y neutra.

—Té verde, por favor.— la dama de compañía tomó aquella tetera y sirvió en ambas tazas la cantidad suficiente, Darién tomó la suya y sopló un poco para después tomar un sorbo con cuidado de no verse muy mal frente a la emperatriz.

—Darién, en todo el tiempo que has estado aquí no he podido hablar contigo. ¿Cómo te sientes? ¿Disfrutas de tu estadía?— Darién sintió gran alivio al escuchar esas preguntas, con una sonrisa en su rostro asintió a la pregunta de Navier.

—Estoy muy cómodo aquí su majestad, disfruto mucho de la compañía de los demás trabajadores y mi trabajo es muy sencillo para mí, también, me hace feliz que usted aceptara que yo viviera aquí.

—No tenías dónde más ir, además, eres un amigo del emperador... Aunque debo admitir, que aún no confío en tí.— Darién miró a la emperatriz con un poco de confusión. —Eres de una clase baja, tu padre es un alcohólico, no pienso que lo seas, es solo, que me parece curiosa la manera en la que un simple pueblerino se hizo tan íntimo amigo de su majestad.

—¿Qué quiere decir su majestad?— Darién podía entender que en un principio tuviera sospechas, pues era un desconocido, pero ya llevaba tiempo en el palacio, ¿Por qué aún no confíaba en él? Aunque en parte, la emperatriz tenía razón, pues todas las noches dormía con su esposo, fuera como fuera la situación, Sovieshu y Navier seguían casados.

—Muchas personas podrían acercarse al emperador buscando un beneficio propio, ¿Cuál es tu propósito? ¿Quieres dinero? ¿Una buena posición entre los nobles?— Darién aclaro su garganta, miró a la emperatriz y rió un poco, lo suficiente para no ser considerado falta de respeto.

—Majestad, me sorprende saber que piensa eso. Le diré la verdad, cuando conocí al emperador no sabía quién era él. Una noche salí a caminar y él estaba en el bosque, me encontró ahí y preguntó que hacía, pero nunca me dijo su nombre, en el segundo día fue igual, y aunque después el me dijo su identidad yo no lo creí.— Darién tomó el último trago de su taza de té para después continuar. —Creo que ambos nos divertimos cuando le dije que el emperador seguramente era un viejo... Después él supo del conflicto con mi padre, yo no le pedí ayuda el solo llegó a hacerlo y es por eso que estoy aquí, le debo fidelidad a mi a salvador.— Navier miró al rubio, esa seguridad con la que él hablaba le indicaba que no mentía. —Su esposo es un hombre maravilloso... No debería dudar de que si yo buscará otro beneficio él no me hubiera traído aquí.
Si me lo permite, debo seguir trabajando.

Emperador I Love. Sovieshu (Boys  Love)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora