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El sonido del viento moviendo las hojas  fue lo único que se escuchó por varios segundos después de que Sovieshu dijera su nombre, el emperador había decidido decirle la verdad de quién era al contrario y esperaba una buena relación pero no comprendía porque el rubio se quedaba en silencio, Darién miraba a Sovieshu detenidamente, aquellas vestimentas no eran las de un emperador, en esos momentos el iba como un aldeano más, la idea de su visita al pueblo había sido, que fuera con total discreción y ahí estaba, diciéndole a un extraño su nombre e identidad, hasta ahí duró su discreción.

—Emperador...— Salió finalmente de la boca de Darién, Sovieshu de pronto se sintió un poco nervioso, el rubio había tardado mucho en responder y si recuerdaba bien, había personas que no lo consideraban alguien agradable, temía que Darién fuera una de esas personas.

Pero pronto, toda esa ansiedad que le habían provocado sus pensamientos se vio rota por el sonido que salió del rubio, este hizo que Sovieshu se mostrara confundido, y es que Darién había comenzado a reír, de verdad, estaba riendo a carcajadas.

—¡Emperador! ¡Si claro, entonces yo soy la emperatriz Navier!— dijo en medio de sus risas mientras limpiaba una lagrimita que salía de su ojo. —¡Es mentira! El emperador Sovieshu es un anciano, dicen que es más gordo que las cúpulas del palacio. Tú no eres él, además... Creo que el emperador estaría hundido en trabajo, no saldría del castillo para ir a una simple cantina. ¿Me dirás tú nombre de verdad?

¡¿Anciano?! ¡¿Gordo?! ¿Vive en una piedra?— pensó Sovieshu, con las descripciones que le daba Darién solo pensaba en su padre y también pensaba en que cosas decían los pueblerinos sobre él, tampoco era como que se alejaba mucho de ellos, algunas veces salía al pueblo y estos lo veían. —Oye... ¿Alguna vez has visto al emperador?

—No, la verdad nunca lo he visto, no me dejaban ir a ver cuándo esté pasaba por las calles y la única pintura que ví es de él en su boda, muy joven... ¿Pero ya me....— no pudo terminar su pregunta, Sovieshu mostraba el anillo en sus manos, era la marca de la familia imperial y lo que sí sabía, era que el emperador aún no tenía hijos, Darién se puso pálido y de un momento a otro comenzó a tartamudear.

—¡No..no...no es posible! ¡No... No eres un anciano!— dijo mientas se alejaba un poco. —¡Perdóname! Pensé que.... Estabas jugando... Ahhh... ¡Que vergüenza!— Sovieshu rió un poco ante la actitud de Darién, no pudo evitar Jugar un poco con él.

—ya que me has faltado al respeto y además, trabajas en un lugar que alimenta los malos hábitos del alcohol, creo que debes recibir un castigo.— dijo con una ví firme, Darién juntó sus manos pidiendo perdón.

—¡No me castigues!

—Darién.... Te condeno a.. pasar el resto de esta madrugada... Hablando conmigo.

—¡No, por favor!  ¿Eh?— Darién ladeo su cabeza y posteriormente Sovieshu fue el que empezó a reír, no creía que el contrario creyera que lo iba a castigar.

—No te castigaría por eso... Me agradas, por eso lo dejo pasar estar vez.

—¿Le agrado?— Darién sonrió ampliamente, se colocó a un lado de Sovieshu, ambos miraban hacía el oscuro bosque. —Bueno... Eh, ¿Gracias? No soy de agradarle a muchas personas... Pero si eres su majestad ¿Qué haces en este lugar?

—No está de más visitar las calles de este pueblo, debo asegurarme de que todo esté en orden, es parte de mi trabajo.

—mm... ¿Y tú esposa? Tengo entendido que la emperatriz también lo hace.— Darién sonrió un poco. —Escuché que es una mujer muy hermosa pero que no todos se acercan a ella porque desprende esa imagen poderosa  y temible. ¿Es verdad?— Sovieshu asintió, su esposa era hermosa, demasiado hermosa, claro que también, ahora era una mujer fría y poderosa pero sabía que en el fondo seguía siendo la niña que conoció antes. —bueno, aunque tú también eres alguien atractivo, ahora diré que el emperador es un joven apuesto en vez de un anciano.

—¿Por qué pensabas que era un anciano?— cuestionó Sovieshu más su pregunta no pudo ser respondida debido a una interrupción.
De los arbustos salió aquel hombre mayor que por su aspecto, supo que estaba ebrio.

—¿Qué haces aquí Darién? ¿Quién es esta persona?— aunque no se mostraba agresivo, su tono de voz indicaba molestia. —No puedes estar aquí, debes regresar a casa, nadie... Debe verte

—Padre, solo quería ver las estrellas y, él estaba aquí, es un.... Amigo.

—Buenas noches— dijo Sovieshu con un seño fruncido, no le gustaba esa persona, tambaleaba y lo miraba extraño pero más extraño era la manera en la que se dirigía a Darién.

—Jum, ¿qué deseas? Acaso quieres robarme a mi pequeño... Darién vámonos, ahora.— Sovieshu tomó el brazo de Darién cuando esté empezó a caminar, Darién negó su cabeza, no quería un conflicto con su padre y el emperador.

—Estaré bien, por favor, ve a tu casa....— no quería dejarlo ir, algo le decía que no estaba bien que se fuera, más la sonrisa noble que Darién le dió hizo que soltará su brazo.  —Padre, estás abrió, vamos a casa ven. Te ayudo.— Darién tomó del brazo a ese hombre y lo llevó lejos de ahí, Sovieshu solo pudo ver su imagen irse, mordió sus labio inferior y apretó su puño, tal vez estaba suponiendo cosas, Darién no era un niño, no lo era... Tenía que intervenir, lo haría sin duda. Sovieshu regreso a su palacio casi al amanecer, solo pudo dormir unas horas.


—¿Qué pretendes? Sabes que no puedes estar con nadie más. No dejaré que alguien te robe y te aleje de mí, no voy a perderte como a tu madre.— Darién dejó a su padre en la cama y suspiró pesadamente ante las palabras de aquél ebrio.

—dejas que los hombres me desnuden con la mirada todas las noches... Descansa padre, solo estás diciendo tonterías.— se alejó de ahí viendo cómo el adulto se dormía, mientas el caminó a su habitación y miró por la ventana lanzando un suspiro.

—Emperador Sovieshu...— sonrió. —Es... Muy atractivo..

Emperador I Love. Sovieshu (Boys  Love)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora