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Sovieshu escuchó aquella voz aturdida y agresiva, la imagen de hombre mayor solo le hacía llegar a una conclusión bastante obvia, no solo para él, también los guardias que lo acompañaban lo habían notado y por eso se pusieron alerta colocando su mano en las empuñaduras de sus espadas; el señor Nazü estaba ebrio, y no se necesitaba ser muy observador para saberlo.

El ambiente se había vuelto demasiado tenso entre todos esos hombres, de un lado, el emperador y sus guardias, del otro, un borracho, Darién se apresuró a ponerse de pie y colocarse en medio de la vista de ambos.

-¡padre, que bueno que llegas!- Nazü miró a su hijo quien se veía bastante nervioso, y como no estarlo, lo menos que quería ver era a su padre atreverse a cometer una estupidez contra el emperador. -No te presenté a...

-Soy un amigo de Darién- interrumpió Sovieshu. -Vine aquí para ofrecerle una buena oportunidad.

-¿Amigo?- Nazü escupió hacía un lado. -Darién no tiene amigos, dígame qué quiere con él, déjame decirte, que no dejaré que te lo lleves lejos de mi, si planeas robarte al único recuerdo de mi esposa, te mataré

-Pa...

-¡Cállate!- Darién cerró sus ojos al ver la mano levantada, esperaba el impacto pero en lugar de eso, el sonido de las espadas que los guardias llevaban junto a un sonido de temor de Nazü hizo que los abriera de nuevo.

-¡Que insolente! Ibas a golpearlo delante de mi, ¡Te atreviste a levantar tu mano en contra de Darién!- Nazü tenía toda la intención de hacerlo, pero su mano fue detenida por Sovieshu el cual lo miraba con enojo, sus ojos plateados se veían tan aterradores, y seguido de eso el filo de las espadas estaba justo a la distancia perfecta para ser degollado, fue por eso que soltó aquel sonido, y la razón por la que había comenzado a sudar.

-Quien... ¡¿Quién demonios eres tú?!- preguntó Nazü con la voz agitada y cortada, Darién miraba sin saber que hacer y Sovieshu indicaba a sus guardias que bajarán las armas, antes de contestar, tomó el cuello de la ropa del hombre y con fuerza hizo sus lo mirara aún más de cerca a los ojos.

-¡¿No tienes idea de los ojos de quién estás viendo?! ¡Yo, yo soy el gobernante de este imperio, soy el emperador Sovieshu Vikt!- Nazü se hizo hacia atrás, el emperador lo soltó haciendo que cayera al suelo.

-¡Su... Su.... Su majestad!- Sovieshu miró el acto patético contrario, Nazü se hincó delante de sus pies, era como si de un momento a otro, su estado de ebriedad fuera reemplazado por el temor. -¡Perdóneme! ¡Se lo imploro!

-primero te atreviste a faltarme al respeto, me amenazas de muerte y casi golpeas a Darién delante de mi. ¡El castigo que mereces es evidente!- Sovieshu miró a sus guardias y estos asintieron, cuando iban a tomarlo para llevárselo Darién se apresuró a colocaré delante de él.

-¡Alto! ¡Alto por favor!- al escuchar su voz, Sovieshu reaccionó de su transe debido a la furia, los guardias se detuvieron, no querían tocar a ese joven pues de hacerlo, el emperador podría enojarse con ellos también. -Emperador... Iré con usted, pero, deje libre a mi padre.

-¿Cómo puedes pedir por el después de esto? Darién... Está más que claro que él no merece tu bondad, ni una pisca de misericordia de tu parte.

-¡Lo sé! Lo sé...- Darién miró hacia atrás, los ojos se aquel hombre seguían mostrando temor. -No fue la mejor persona conmigo... De hecho, lo detesto, pero... No quiero cargar con lo que le suceda, solo.... Deja que se quede aquí, seguramente después de esto, no volverá a faltarte al respeto, ¿Verdad? Señor Nazü- el hombre mayor se sorprendió de que ahora Darién lo llamara de esa manera.

-¡Si quiere a este niño entonces llévatelo! ¡Llévatelo!- Darién tomó el brazo de Sovieshu y se apresuró a llevarlo fuera de esa casa, el emperador no puso mucha resistencia, y salió de ahí seguido de los guardias.

-Sube al carruaje- Darién obedeció, subió a este y una vez Sovieshu lo hizo también pudo ver cómo se alejaban se ese lugar a través de la pequeña ventanilla.

Se estaba yendo, finalmente, estaba siendo liberado, aún así, su corazón latía demasiado rápido y si respiración seguía agitada, por todo lo sucedido, no podía estar en calma, su pie se movía rápidamente golpeando contra el suelo y sus manos temblaban.

-Darién...- la voz calmada del emperador llamó su atención, antes de poder mirarlo sintió los brazos de este rodearlo y llevarlo contra su cuerpo, delicadamente, hasta que su rostro quedó atrapado en su pecho.

-eucalipto y café.- pensó una vez detectó el aroma de las ropas del emperador, las mano de Sovieshu se colocó sobre su cabello rubio y sintió como dejaba caricias en él.

-Estas a salvo ahora, yo voy a protegerte, Darién... Nadie volverá a golpearte, quién se atreva a hacerte daño, recibirá toda mi ira.- los ojos de Darién brillaron, posteriormente las lágrimas comenzaron a salir seguido de los sollozos y llanto, Sovieshu no dijo nada, lo pego aún más contra su cuerpo, el rubio necesitaba sacar todo lo que había llevado dentro, esa era la mejor manera de que lo hiciera, mientras acariciaba la cabellera suave y sentía como su camisa se humedecía por las lágrimas solo podía pensar en una sola cosa.

-no volverás a llorar, no lo harás, voy a cuidar que tus ojos no derramen lágrimas y me aseguraré de ver tu sonrisa iluminar tu rostro todo el tiempo.- pensó.
No comprendía aquella presión que sentía en el pecho, solo sabía que era a causa de Darién y que no era una mala sensación.

Emperador I Love. Sovieshu (Boys  Love)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora