Querido diario:
Soy Jared Hazel Evans.
Hoy junto a mi melliza Lily, he recibido una carta para asistir a Hogwarts. ¡Severus también irá!
Creó que este día podría ser el inicio de muchas aventuras, risas y buenos momentos.
-Jared. H. Evans.
Pd: Prime...
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Jared pov. Mazmorras. Febrero 14, 1973.
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Miraba a todos lados mientras andaba por los pasillos, había sido una mal suerte que el día de San Valentín tocara entre semana.
No me quedaba de otra que ir a las cocinas de Hogwarts a pedir algunos chocolates por adelantado, sabiendo que tal vez los que nos daría Lily a Sev y a mi, sería hasta el fin de semana.
Sin chocolate el 14 de Febrero, no era San Valentín para mi.
Di una última mirada detrás mio para voltear hacia el cuadro que ya tenía delante mio, pero cuando voltée lo hacia a la vez Potter y quedamos cara a cara.
Parpadee varias veces por la sorpresa, mientras que el león se sonrojaba desde el cuello hasta las orejas y se alejaba rápido de mi.
—Potter.— Salude tranquilo al Gryffindor, quien parecía calmarse después de la sorpresa de hace rato.
Aunque seguía terriblemente colorado, supongo que era por la vergüenza de haber sido atrapado por un Slytherin cuando iba de incógnito.
—Jared, buenos días. Feliz San Valentín.— Una tímida sonrisa apareció en su rostro, intente mantener la compostura ante el uso de mi nombre.
Tuve que usar mi auto control lo mejor que podía para no fruncir mis cejas, Potter y yo no eramos precisamente amigos. Así que no entendía porque había usado mi nombre.
Aun así lo dejé estar, últimamente sus bromas más fuertes eran dirigidas hacia otros alumnos.
—Gracias, feliz San Valentín para ti también.— Incómodo mire hacia otro lado por el pasillo, nunca había esperado decirle estas palabras a Potter.
Sinceramente a él era la última persona a quien le desearía un buen 14 de Febrero, debido a nuestra extraña enemistad desde el momento en que nos conocimos.
Ambos nos quedamos durante los siguientes minutos en total silencio, mientras mirábamos a nuestro alrededor.
Mi estómago empezaba a doler debido a la incomodidad del momento, era parte de mi naturaleza el tener que conversar con alguien aunque me cayese mal.
—¿Venías a las cocinas por un poco de chocolate?— Tome el valor de hablar e iniciar una conversación civilizada con El Gryffindor.
La cabeza de Potter volteó con una fuerza que pensé que pudo jurar que lo escuche tronar. Parpadee varias veces sorprendido, ante el aumento del colorado del contrario.
