Querido diario:
Soy Jared Hazel Evans.
Hoy junto a mi melliza Lily, he recibido una carta para asistir a Hogwarts. ¡Severus también irá!
Creó que este día podría ser el inicio de muchas aventuras, risas y buenos momentos.
-Jared. H. Evans.
Pd: Prime...
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Londres. Narrador pov. Calle Magnolia. Agosto 08, 1971.
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Los Srs. Evans acomodaban la ropa de sus mellizos en la puerta de la casa. En la acera de la calle los esperaba un trabajador del Ministerio Mágico.
Junto al hombre estaba Severus, quien sonreía muy levemente pero en su mirada se notaba la emoción de ir a por sus cosas para Hogwarts.
—Y recuerden hijos. Si algún otro mago te intenta hacerles daño, vayan y acudan al trabajador social.— Anunció Anthony Evans tomando a su hijo de los hombros.
—Sí, papá. Pero Severus seguro se encargará de que reciban el beso de un Dementor de alguna manera.— El joven Evans habló decidido sobre su mejor amigo.
El trabajador del Ministerio palidecio por las palabras del niño nacido de muggles y volteó a ver al otro niño a su lado, éste sonría con orgullo.
Severus nunca había esperado que Jared confiara lo suficiente en él como para asegurar que él lo mantendría a salvo. Eso había sido suficiente para el niño de ojos onix para sentirse feliz aún estando en su casa.
—Lo sabemos, Haz. Bien, no compren baratijas y tengan un buen viaje, chicos.— Se despidió Violet Evans de los tres niños, por que sí, la mujer amaba a Severus como su cuarto hijo.
El hombre del Ministerio iba por detrás de los niños, luego estaba Severus delante delante hombre, Jared y enfrente de todos estaba Lily.
Llegaron al parque donde los tres niños normalmente iban a pasar sus tardes y a jugar.
—Bien, tómense de mi con fuerza y no se suelten.— Ordenó el hombre a los tres niños que traía con él.
Dicho y hecho, todos se sostuvieron de la gran túnica del hombre y luego de eso sintieron un estiron en su estómago antes de aparecer en el Callejón Diagon.
Lily se encorvo en su sitio cubriendo su boca con una mano mientras Severus estaba a su lado auxiliadola.
El menor de los Evans parecía ser el único de los tres que parecía haber tomado bien el viaje. Tal vez por la emoción del momento.
—Bien. No se alejen de mi, por favor niños. Este lugar es muy grande y podrían perderse fácilmente.— Y eso el adulto empezó a caminar por delante de los menores.
