Querido diario:
Soy Jared Hazel Evans.
Hoy junto a mi melliza Lily, he recibido una carta para asistir a Hogwarts. ¡Severus también irá!
Creó que este día podría ser el inicio de muchas aventuras, risas y buenos momentos.
-Jared. H. Evans.
Pd: Prime...
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Londres. Mayo 08, 1968. Narrador pov. Parque cercas del lago.
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Iniciaba la primavera, el sol estaba por debajo de su punto ideal.
Un par de mellizos se encontraban en el parque cercas de la calle donde vivían; una niña de largo y sedoso cabello rojo y brillantes ojos verdes, un niño de cabello castaño con rulos empujaba a su hermana en el columpio.
—¡Más alto, Jared! ¡Más alto, por favor!— Exclamaba con emoción la niña, mientras volvía hacia atrás en el columpio.
El niño, nervioso volteó a ver a su hermana mayor. Quienes los cuidaba desde una banca, mirando el más mínimo detalle.
—¡No, Jared! Sabes lo que piensa mamá de eso.— Reencrimino la chica con el ceño fruncido y cruzando los brazos, dando una imagen intimidante.
Jared, como se llamaba el niño, asintió varias veces ante las palabras de su hermana mayor y siguio empujando como lo habia estado haciendo desde que llegaron al parque.
La niña, cansada de ir hacia arriba y abajo, decidió bajar el columpio.
Ambos mellizos se tomaron de la mano y empezaron a caminar por el lugar, siendo seguidos por su hermana mayor.
Subieron a una pequeña colina en el lugar, la dulce niña de cabellos rojizos llevaba casi a rastras a Jared.
—¡Oh, vamos! ¡Ya casi llegamos!— Exclamaba la niña entusiasmada, sabía que su mellizo odiaba estar al aire libre.
El más bajo hizo un mohín de molestia, no quería caminar, él quería sentarse y mirar las nubes que eran movidas por el viento.
—¡Lily, Jared! ¡No se alejen demasiado!— Volvió a exclamar en regaño la más mayor de los tres niños.
Finalmente subieron a la pequeña colina, alrededor de la cima habían muchas pequeñas flores secas. El único niño ahí, se dejó caer sentado en un espacio donde no habían flores.
Este empezó a jugar con las flores secas más cercanas mientras su melliza se agachada con cuidado a arrancar una margarita muerta.
Lily, cerró su mano con cuidado y deseó que la flor volviera a su estado anterior.
Al abrir su mano, la margarita de su palma volvía a florecer como si fuera nueva, a principios de primavera. A la vez, las flores con las que jugaba el chico, imitaban a la margarita.
La niña mayor, alarmada por lo que sucedía alrededor de sus hermanos menores, tiro de un manotazo la margarita de la mano de Lily y pateo las flores junto a Jared.
—¡Mounstros! ¡Le dire a mamá!— Exclamó con tono molesto mirando a ambos menores.
Jared se levantó del suelo con rapidez y tomó la mano de su melliza para alejarse de Petunia, su hermana mayor de ambos.