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¡No podía tener un hijo con su secretaria!

¿Por qué el destino era tan cruel con él? Hace unos meses atrás, él era un hombre soltero, sin preocupaciones.

Ahora tenía un hijo y otro en camino. Además de un guapo novio. Estaba feliz con el cambio, con su nueva familia. Pero no quería nada más, no necesitaba agregarle un problema a su vida.

¿Cómo le iba a decir a Jimin? Quizás no lo tomaría tan bien y él no quería separarse del profesor. Todo menos eso.

Su familia viajaría el fin de semana y les presentaría a Jimin como su novio y a Beomgyu, su hijo. Pero todo se podía derrumbar en un abrir y cerrar de ojos. Él podría hacerse cargo de este nuevo hijo que tendría, pero eso no significaba que debía tener una relación con la madre de él.

¡Si tan solo no se hubiese acostado con ella!

Estaba molesto con él mismo, no quería perder a Jimin, sentía que se estaba enamorando de él.

— ¡Ahora más encima tengo visiones! — comenzó a regañar, mientras buscaba las llaves del auto en sus bolsillos. Le había parecido ver a una de sus ex, la peor de todas. Había terminado con ella, porque era una psicópata. Por lo que sabía, Jisoo estaba muy lejos, no podía ser ella. Debió ser su mente jugándole una mala pasada.

Intentó despejar su mente, pero no podía, lo único que pensaba en cómo se arruinaban las cosas en un abrir y cerrar de ojos. Era muy pronto para pensar en planes con Jimin, pero era lo que quería.

...

Yoongi había llegado a su departamento de mal humor. El profesor fue a recibirlo, como lo hacía todas las noches, pero él simplemente se apartó y se metió al baño. Necesitaba una ducha para relajarse.

Jimin no quiso darle mayor importancia al actuar de Yoongi, así que fue a preparar la mesa para que cenaran los dos. Beomgyu se había quedado dormido, había intentado esperarlo despierto, incluso con sus deditos separaba sus párpados para no quedarse dormido, pero todo fue en vano, cuando Yoongi llegó más tarde de lo habitual.

— Preparé bokkum de camarón — mencionó Jimin cuando Yoongi salió del baño.

— No tengo hambre — contestó serio — Me voy a la cama.

Todos los días Yoongi lo saludaba con un beso en la boca y le traía una rosa roja. Pero ese día no pasó ninguna de las dos cosas. Yoongi lo había evitado y eso le dolía. ¿Qué había hecho de mal? En la mañana estaban bien, no entendía por qué casi no le hablaba.

Retiró los platos, él tampoco quiso comer y tratando de no hacer ruido, fue al dormitorio por su pijama y salió. Se colocó su pijama en el baño, había llorado un poco y cuando se calmó se dirigió hacia la habitación de Beomgyu.

Movió al menor hacia la pared y se acostó al lado de él.

Con sus sollozos despertó a Beomgyu, el menor se volteó y lo vio con lágrimas en el rostro. Con su pequeña manito le secó las lágrimas.

— No llore — y eso fue peor, se largó a llorar, tapando su boca con su mano. — Nanai — le hizo cariñitos en su rostro y lo abrazó. Jimin se aferró a él e intentó dormir. Sintió los pequeños ronquidos de Beomgyu indicándole que se había vuelto a dormir. En cambio él, no podía. Lo único que pensaba era, qué había hecho mal para que Yoongi se portara de esa forma con él.

Yoongi despertó, se volteó y quiso rodear su brazo para atraer a Jimin, pero solo se encontró la mitad de la cama vacía. Miró la hora en su celular, eran las 3 de la madrugada, no creía que Jimin estuviera aún en pie. Tenía que trabajar en un par de horas más.

Mi Final Feliz. YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora