Mi Final Feliz. Yoonmin

II

— Lisa, ¡Lisa! — suspiró pesadamente — Llevo hablándote 5 minutos, ¿podrías dejar ese celular un momento?

— ¿Qué? — preguntó confundida.

— Que te estoy hablando y no me prestas atención — respondió enojado Jungkook.

— ¿Papi? — la pequeña se acercó a él con un libro de cuentos en las manos.

— Ahora no bebé — la menor volvió a su cuarto arrastrando el libro — ¿Qué sucede? ¿Por qué estás así?

— ¿Así cómo?

— Estás ignorándome, ignoras a nuestra hija. Olvidaste ir al supermercado, llamar al plomero ¿Qué más? — se rascó la cabeza — Lisa, tú no eras así.

— ¡Estoy cansada! — gritó levantando los brazos — No lo soporto más ¡Esto no es para mí! — se quejaba, sin dejar de teclear en su teléfono.

— ¡Deja ese maldito teléfono! — intentó quitárselo, pero ella fue más rápida.

— Se acabó... ¡Me voy! — comenzó a caminar en dirección a la puerta.

— ¿A dónde vas? — preguntó asustado — ¡Vuelve aquí, Lisa!

— ¡Déjame en paz! —cerró de golpe la puerta.

— ¿Papi? — preguntó con temor. Él se volteó a verla y la tomó en brazos —¿Mami va a volved?

— Eso espero cariño — suspiró — Vamos, tienes que prepararte para ir al jardín.

— ¿Puedo ir con mi vestido de Au- Aud — la pequeña frunció el ceño

— ¿Aurora? — preguntó dedicándole una sonrisa.

— ¡Sí, si! ¿Puedo papi?

— Hmm... no lo sé.

— Pofissss.

— Solo si mi princesita me regala un beso — la pequeña se acercó a él y lo besó en la mejilla.

— Amo papi.

— Y yo te amo a ti mi princesita.

...

Despertar con alguien a su lado, no era raro. De hecho, estaba acostumbrado. Era cosa de casi todos los días. Pero esta vez era distinto, no era una mujer, ni tampoco un hombre. Había un niño de 3 años que le tenía agarrada su camiseta del pijama, no lo había soltado en toda la noche.

— ¿Y ahora qué hago? — susurró bajito, tratando que el menor no lo escuchara. La realidad lo golpeó. Tenía un hijo y no sabía cómo debía cuidar de él. Lo dejó en la cama y se fue a la ducha, esperaba que el menor no despertara mientras él no estaba, pero por su seguridad, mejor le colocó el seguro a la puerta de salida, por si al niño le dieran ganas de salir arrancando.

Una vez en la ducha, dejó que el agua corriera, mientras él pensaba en buscar una buena solución a su problema. Aunque no quería llamarlo así, pero estaba tratando de controlar sus nervios.

Ni en sus peores pesadillas se veía él viviendo con un niño. Sus padres vivían muy lejos, al igual que su hermano y casi ni hablaban. No podría llamarlos y decirles que se hicieran cargo de su hijo.

— ¿Mi hijo? — se cuestionó dudoso — Tal vez deba llamar a alguien que me ayude con esto, antes de volverme loco.

Salió de la ducha, pero el menor seguía durmiendo, ahora aferrado a la almohada que había estado usando Yoongi.

Tomó su iPhone y le marcó a su mejor amigo.

— ¡Namjoon!

— Hasta que te acuerdas de tus amigos — respondió el moreno desde el otro lado del teléfono.