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Me sentía viva.

Los destellos que alternaban oscuridad y luces tenues, el ritmo palpitante deuna remezcla de Ellie Goulding, el movimiento de cuerpos sudorosos bailando,apretándose entre sí, disfrutando unos de otros… El club Nocturnes se meintroducía en las venas y me excitaba como no había permitido que nada ni nadielo hiciera desde hacía tiempo. Cuando estaba allí —trabajando en la barra,ayudando a los camareros o al DJ— me sentía más libre que en cualquier otromomento del día. Aquel club tenía magia.

Y para mí un efecto sanador.

Con toda su vibración y su vida, el club constituía un refugio seguro para mí.Era un lugar al que me podía vincular sin preocuparme por estar excediéndome.

Nadie me iba a demandar por estar demasiado concentrada en el trabajo ni pordedicarle demasiado tiempo. Pero corría el rumor de que el Nocturnes, quellevaba en venta desde hacía un tiempo, estaba a punto de pasar a otras manos.

Con un nuevo propietario, todo podía cambiar.

—Hana —Sana, la camarera que trabajaba en la planta de arriba, me sacóde mis pensamientos para devolverme al trabajo—, necesito un vodka con tónica,un ruso blanco y dos butterballs.

—Entendido. —Cogí el vodka del estante que tenía detrás.

—Es increíble lo lleno que está esto para ser jueves —dijo mientras yo lepreparaba lo que había pedido.

—Es el público del verano. Verás cómo en una semana esto se pone areventar. —Estaba deseándolo. El verano en el club era una auténtica pasada.

—Entonces es cuando esto se pone divertido. —Park Jimin, el encargado delclub, se unió a la conversación y sus ojos brillaron cuando la fuerte luz blancaque iluminaba la barra le alumbró la cara.

—Divertido de verdad. —Le dediqué a Nam una amplia sonrisa y le guiñéun ojo mientras colocaba las copas en la bandeja de Sana y sentía que elestómago se me ponía tenso con un destello de deseo.

Él respondió con otro guiño, avivando la chispa de mi vientre hasta convertirloen una pequeña llama.Jimin no era el amor de mi vida —ni siquiera el de aquel momento—, perola pasión que compartíamos por el club provocaba algo dentro de mí. Mi interéspor aprender más y ascender desde mi puesto de camarera parecía interesarletambién a él. Más de una noche en la que me ponía al corriente del negocio habíaterminado con intensas sesiones de meternos mano. Aunque no me sentí atraídapor él de inmediato, su pequeña estatura, su pelo rubio y peinado siempre tan pulcro y sus ojos pequeños me fueron gustando cada vez más. Además, su entusiasmo por el trabajo y suexcepcional estilo en la gestión eran cualidades que yo exigía en un hombre. Y, laverdad, la mitad de aquella atracción la causaba el poco efecto que provocaba enmis sentimientos. Teníamos una buena química pero no me hacía perder lospapeles como me había pasado con otros tíos. Era prudente y firme y esa erapara mí la definición del hombre perfecto.

Me puse a teclear la comanda de Sana mientras Jimin llenaba vasos dechupito —supuse que se trataba de un pedido de Hoseok, otro camarero quetrabajaba junto a Sana—. Jimin rara vez se metía detrás de la barra, peroesa noche andábamos escasos de personal y agradecí su ayuda. Sobre todo, porel modo en que estaban aumentando los pedidos. Un cliente habitual estabaapoyado sobre la barra con sus amigos intentando llamar mi atención y, por elrabillo del ojo, vi a un tipo trajeado colocándose en el otro extremo de la barra.

Le di a Sana la cuenta, pero Jimin la detuvo antes de que se fuera.

—Espera. Ahora que estamos aquí al menos unos cuantos, creo quedeberíamos brindar por Hana —Nos pasó los chupitos que había estadosirviendo. Tequila, mi bebida preferida.

Adiction - jjk [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora