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Cuando me recuperé lo suficiente como para sentarme sin ayuda, Jungkook me dejó y volvió con una toallita húmeda. Vi cómo me limpiaba la parte interna de las piernas y el sexo, y el calor de la toallita y la intimidad de aquel acto me subyugó.

—Gracias —dije cuando lo miré a los ojos, haciendo extensa mi gratitud más allá del hecho de haberme limpiado.

Me besó y mi sabor seguía aún en su lengua. Aunque saciada, la excitación volvió a renacer con el roce de sus labios y cuando noté el bulto bajo los pantalones de su traje.

Se apartó enseguida.

—De nada.

Le seguí con los ojos mientras se dirigía al dormitorio y lanzaba la toallita a un cesto de ropa sucia negro y grande. Cuando volvió a mirarme, me descubrió con los ojos fijos en él y me hizo un guiño.

Me puse colorada. La nueva familiaridad que él mostraba con mi cuerpo me hizo sentirme extraña. Me revolví para recomponerme mientras me abrochaba torpemente los botones del vestido. Después, me bajé del taburete, encontré mi ropa interior en el suelo y la metí en el bolso.

Él me miró extrañado mientras se enderezaba la corbata.

—Las bragas están… empapadas. —Noté su gesto de satisfacción—. No puedo ponérmelas.

El ceño fruncido sustituyó a su sonrisa.

—No puedes trabajar sin ellas. Tu vestido es demasiado corto.

—Tendré cuidado. No me importa.

—A mí sí. —Jubgkook se acercó a mí y colocó las manos sobre la parte superior de mis brazos—. Hana, el hecho de que no lleves bragas es muy excitante. Cuando yo esté contigo. Definitivamente, no creo que sea excitante saber que estás desnuda rodeada de un montón de clientes borrachos que te quieren meter mano. —Estaba serio, como si se encontrara reprendiendo a una niña rebelde—. De hecho, me pone muy triste.

Vaya, vaya. Jungkook tenía una vena celosa. ¿Podía ser más atractivo aún? Pero yo no quería dejar que se metiera en todos los aspectos de mi vida. Ya había insistido en lo del chófer. Y había intervenido en la elección de mi ropa. Me mantuve firme:

—Sé cuidar de mí misma.

Él se cruzó de brazos. Yo le imité.

—No me voy a poner unas bragas empapadas. Estaría oliendo a sexo toda la noche. Y piensa lo que eso provoca en un montón de clientes borrachos con ganas de meterme mano.

Frunció el ceño.

—Entonces, déjalas. Al menos, puedo hacer que te las laven.

Saqué las bragas para dárselas.

—Si querías quedarte con un recuerdo, no tenías más que pedirlo.

Las cogió con la expresión aún tensa.

—No me las voy a quedar. Espera un momento a que me prepare para irnos.

Desapareció en el baño dejando la puerta abierta.

—¿A que te prepares para irnos?

No esperaba que fuese a venir conmigo. Pero no respondió ni oí que dijera nada sobre el sonido del agua.

—¿Has dicho algo? —preguntó al volver. Se puso la chaqueta del traje y alargó una mano hacia mí. Le agarré la mano y me di cuenta de que ya no olía a mí, con las manos y los dientes recién lavados. Fue una cuestión práctica, pero yo me desinflé al ver que oficialmente se alejaba de la apasionada escena de unos minutos antes.

Adiction - jjk [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora