Jiminestaba apoyado sobre su mesa con la mirada fija en el nuevo sofá decuero marrón que había al otro lado de la habitación.
—¿Deberíamos moverlo a la otra pared?
Era la cuarta vez que me lo preguntaba desde que había llegado yo. La verdad es que me daba igual dónde estuviera el sofá. La única razón por la que había ido al club tan temprano era para tener algo con lo que ocupar la mente.
Habían pasado treinta y tres horas desde que me había ido de Busan y más tiempo desde que no veía a Jungkook y lo único que quería hacer era comprarme un billete de avión a Japón para buscarlo, sin importarme lo que costara. Pero otra parte de mí, un muy pequeño pero sorprendentemente sólido brote de calma en el centro de mi ser, creía que Jungkook volvería. Que volvería a buscarme. Que sentía algo por mí. Sabía que era así. Y quizá esa sensación, aunque él no pudiera admitirla, sería suficiente para traérmelo de vuelta. Por fin. Con suerte.
Si no me aferraba a ese pequeño atisbo de esperanza, me desmoronaría. Era lo único que evitaba que me volviera loca. Eso y tratar de concentrarme en mi trabajo.
—Está bien, Jimin. Déjalo.
—¿Estás segura? Es una idea tuya, Hana. Haz que quede bien.
—Queda perfectamente bien como está.
Supuse que los nervios de Jimin tenían que ver más conmigo y con mi estado de ánimo que con la ubicación del sofá. Se acercó y se sentó.
—Además es bastante cómodo. Ven a comprobarlo.
Lancé un suspiro, dejé el informe del inventario sobre la mesa y fui con él.
—Pues… no está mal —dije sentada en una esquina.
Pero lo cierto era que estaba pensando que ese nuevo sofá me recordaba al del apartamento que había encima del despacho de Jungkook. Había sido eso lo primero que me había atraído de él cuando lo vi en el catálogo. Me encantaba la sensación de masculinidad de su color oscuro, pero también la calidez y suavidad de su respaldo y sus brazos curvados.
Ahora me preguntaba si cada vez que viera ese mueble me traería a la mente pensamientos del hombre que no me había llamado ni enviado ningún mensaje desde su desaparición.
Mis pensamientos viajaron al correo electrónico que había recibido esa mañana de su banco, el que me había concedido el préstamo para mis estudios. En él se decía que mi deuda había quedado saldada por completo. Y la tarjeta de crédito sobre la que había mantenido silencio también aparecía con el saldo a cero. El hecho de tener las dos deudas pagadas daba a entender que el acuerdo había terminado.
Sin embargo, yo no quería en absoluto terminar con Jeon Jungkook.
—¿Qué está pasando por tu cabecita, Na?
Me había vuelto a perder en mis pensamientos. ¡Sí que era una mala compañía!
—Cosas —respondí sintiéndome mal por aquel menosprecio, pero no tan mal como para ampliar mi respuesta.
Él asintió y apoyó el tobillo sobre su otra pierna.
—¿Está contento Jeon con ese negocio de J-Plexis?
Giré la cabeza hacia él.
—¿A qué te refieres?
Jimin me miró sorprendido.
—Imaginaba que lo sabrías. Ha salido esta mañana en el periódico.
Se puso de pie y se acercó a su mesa. Yo no había visto las noticias por la mañana. Consciente de que me pondría a acechar a Jungkook por Internet, no había encendido el ordenador más que para ver mi correo desde que Yoongi se había ido el día anterior. Había sido difícil controlar la obsesión pero, después de haber echado a mi hermano de casa, tenía una renovada sensación de autocontrol. Así que había apagado el ordenador y me había pasado la noche viendo algunas de las películas de la lista del Instituto de Cine Americano que no había visto aún mientras me comía medio litro de helado de menta con trocitos de chocolate. Y había llorado un poco más. En términos generales, una noche muy productiva. Jimin revolvió en la papelera.
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Adiction - jjk [✔]
Hayran KurguElla tenía el plan perfecto hasta que apareció él... y se convirtió en su obsesión. El acoso y las órdenes de alejamiento son ya cosa del pasado para Min Hana. Con su Máster en Administración de Empresas recién terminado sabe lo que quiere para su f...