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Me tragué el ácido que había empezado a aparecer en mi garganta y me vestí rápidamente sin molestarme en arreglarme el pelo ni lavarme la cara ni ponerme unos zapatos. Solo que sus cosas no estuvieran no quería decir que se hubiera ido, me decía a mí misma mientras bajaba las escaleras tratando de calmar la creciente inquietud. Tenía que haber alguna explicación.

Seguí el sonido de las voces y encontré a Sook y a Jiwoo inclinadas sobre la mesa del comedor examinando varias cartulinas extendidas delante de ellas. Sook levantó la cabeza cuando me acerqué y sonrió.

—Buenos dí…

—¿Dónde está Jungkook? —la interrumpí con los brazos cruzados sobre el pecho.

Jiwoo me miró amenazante por encima de sus gafas de leer.

—Se ha ido con Jisoo.

En sus palabras había un regusto de placer. Sook puso los ojos en blanco y se dio la vuelta para dedicarme toda su atención.

—Le ha surgido un asunto de trabajo. Una especie de emergencia. Ha tenido que tomar el avión de inmediato a Japón.

—Jisoo lo ha llevado en coche.

—Mamá, de verdad, ¡déjalo ya!

Nunca había visto a Sook enfadada y no parecía propio de sus rasgos, habitualmente suaves y serenos. Aquello sirvió para callar a Jiwoo.

—Jisoo había llegado ya para enseñarnos los diseños cuando Jungkook se ha enterado de que tenía que marcharse. Ella se ha ofrecido a llevarlo al aeropuerto, de modo que él pudiera dejarte el coche para que volvieras a la ciudad cuando quisieras.

No estaba. Se había ido. Con Jisoo.

De repente, el aire de aquella casa me parecía cargado y asfixiante. Me costaba respirar. ¿De verdad se había ido Jungkook por una emergencia de trabajo? ¿O estaba huyendo de nuestra conexión emocional del día anterior? Me había prometido que no me mentiría, pero esta vez no me había dicho nada en absoluto. Simplemente se había esfumado. Además, hasta ese momento no había querido enfrentarme a ello, pero cuando afirmó que siempre me diría la verdad podía estar mintiéndome.

Era demasiado doloroso tener que abordar aquello, sobre todo en presencia de otras personas, especialmente de Jiwoo. Regresar a casa se convirtió en mi prioridad número uno. Él había dejado el coche para mí.

—Pero yo no sé conducir.

Sook se encogió de hombros.

—Jungkook ha dicho que quizá no querrías. En ese caso, Félix puede llevarte.

—No voy a prescindir de mis empleados para…

Sook levantó las manos en el aire y lanzó una penetrante mirada de odio a su madre.

—¡Entonces la llevaré yo! O Hansu o Jungwoo.

—Yo te llevaré.

Me di la vuelta y vi a Woo detrás de mí. Una sensación de gratitud se formó dentro de mí, tan intensa que aparecieron unas lágrimas en mis ojos.

—Gracias. Dame diez minutos para hacer la maleta.

Salí corriendo antes de que nadie pudiese decir nada más. Subí las escaleras de dos en dos y entré a toda velocidad en el dormitorio. Nuestro dormitorio. Sentí el dolor de aquel pensamiento en ausencia de Jungkook. Tras sacar mi maleta del vestidor, revolví la habitación para recoger las cosas que había ido dejando por allí los últimos días: mi bañador, mi bata…, el camisón rojo.

Cuando salí del baño con el cepillo de dientes y el resto de artículos de aseo, Sook estaba de pie en la puerta.

—Na, no tienes por qué irte todavía.

Adiction - jjk [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora