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También podía ser que el interés que Jungkook mostraba por mí fuese menos
de trabajo y más de placer. Las miradas que me había dedicado lo sugerían y, tras descubrir en él ese mismo gesto en varias ocasiones, me daba cuenta de que quizá no me lo había imaginado porque había estado tratando de convencerme a mí misma de lo contrario. Pero esa posibilidad me asustaba más que ser despedida. Especialmente cuando ya había sentido un atisbo de fijación. Me había mantenido muy estable durante los últimos tres años. No podía obsesionarme ahora con mi atractivo jefe. Esa amenaza siempre estaba presente. Estaba claro que debía negarme a lo de la burbuja. Pero no había renunciado a mi ascenso. Y como existía una ligera posibilidad de que Jungkook quisiera hablar conmigo de eso, tenía que aceptar la cena; aunque mi conformidad casi no parecía necesaria, puesto que él ya había colocado la mano sobre la parte inferior de mi espalda para llevarme a una de las burbujas más privadas antes siquiera de que yo aceptara ir. El cuerpo se me puso en tensión con su caricia y el estómago se me retorció en un nudo de nervios que no era precisamente desagradable.

Fui muy consciente de las miradas que nos seguían, las de las pocas personas que había en el club, segura de que muchas de ellas lanzaban destellos de envidia. ¿Sola en una burbuja con Jeon Jungkook? Todas las mujeres de Seul debían de estar celosas. Se sabía que en esas burbujas pasaban cosas raras. Sonreí pensando en diferentes posibilidades. Maldita sea. ¿En qué narices estaba pensando? Este tío me había invitado a cenar, no a su cama. Solo porque a mí se me cayese la baba con él no significaba que a él le pasara lo mismo. Aquel babeo tenía que terminar de una vez por todas, aunque a él sí le pasara lo mismo.

Dentro de la burbuja, encendí la luz de ocupado simplemente por costumbre. Normalmente es lo que hace la camarera cuando sienta a los clientes, pero como casi nos habíamos saltado todos esos formalismos, me encargué yo de encenderla. Tenía que hacer algo con mi energía nerviosa. Siguiendo con la costumbre del trabajo, cogí el menú de la pared y se lo di a Jungkoon, que estaba de pie esperando junto al asiento.

Cogió el menú de mis manos e hizo un gesto para que me sentara.

—Por favor.

Hacía bastante tiempo que no entraba en una burbuja sin estar de servicio y aquel giro en mi papel junto con el aura de «folla conmigo» que rodeaba a Jungkoon me desestabilizaba. Me deslicé sobre el afelpado cojín apoyándome en la mesa para mantener el equilibrio.

Jungkook permaneció de pie, mirándome intensamente durante unos segundos antes de quitarse la chaqueta gris del traje y colgarla en la percha que tenía detrás de él. Joder. Estaba aún más bueno solamente con la camisa gris ajustada.

Me mordí el interior del carrillo mientras admiraba sus fuertes muslos tensándose bajo la tela del pantalón al sentarse. Madre mía, qué rico estaba.

Dios, me había metido en un lío.

Lanzó el menú plastificado sobre la mesa sin mirarlo.

—No necesito esto. ¿Y tú?

—No. Gracias, señor Jeon. —Me sabía el menú de memoria. Además, de ningún modo podía comer en su presencia.

—Jungkook —me corrigió.

—No. Gracias, Jungkook. —Sus ojos se agrandaron ligeramente cuando pronuncié su nombre—. Ya he comido.

—¿Y una copa? Aunque sé que empiezas a trabajar a las once.

Me lamí los labios pensando más en el hombre que había sentado enfrente de mí que en la sed y preguntándome qué tendría guardado para mí.

—Quizá un té helado.

—Bien.

Por la costumbre, extendí el brazo para pulsar el botón del centro de la mesa y llamar a la camarera, pero él llegó antes que yo y nuestros dedos se tocaron. Me moví para retirar el brazo, pero de nuevo él fue más rápido y me cogió la mano. Inspiré bruscamente al sentir su piel sobre la mía.

Adiction - jjk [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora