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Dos horas resultaron ser apenas tiempo suficiente para prepararme para ir a ver
a Jungkook. Pasé un largo rato en la ducha afeitándome las piernas y las axilas y retocándome las ingles brasileñas. A la vez me reprendía a mí misma, pues bajo ningún concepto Jungkook iba a ver mis partes íntimas.

Después, me puse delante del armario durante lo que me parecieron varias horas. Iba a ir directamente desde el despacho de Jungkook al club para reunirme con Jimin y, después, para trabajar de camarera durante un turno entero. Necesitaba la mezcla perfecta de elegancia y sensualidad con un toque de «fóllame-por-favor» —para trabajar, claro—. Me decidí por fin por un vestido camisero verde azulado y negro con cinturón. Era más corto de lo que me habría gustado para la parte de negocios de mi orden del día, pero, aun así, más largo que la may oría de los vestidos que me ponía en el club. Me recogí el pelo en una coleta baja y reduje el maquillaje a rímel y brillo de labios. Tenía buen aspecto, fresco y natural.

Había estado demasiado distraída como para preguntarle a Jungkook dónde estaba Industrias Jeon's, así que lo busqué en Google. Las oficinas se encontraban justo en Yongsan-gu, que estaba comunicado directamente en metro con el club. Desde mi apartamento tomé un taxi, pues no quería llegar sudorosa. Además, me iban a dar ochenta millones de wones, así que podía permitirme un taxi hasta Jung-gu.

Había pasado muchas veces junto a aquel bonito edificio de ladrillo y granito recubierto con un tejado de cobre, pero nunca había entrado. Industrias Jeon's ocupaba varias de las plantas superiores y reconocí algunas de las firmas que se enumeraban en el vestíbulo como filiales de Industrias Jeon's. El guardia de seguridad me indicó adónde debía dirigirme y subí en el ascensor hasta el último piso.

El largo trayecto me proporcionó una nueva oportunidad para pronunciar en silencio una arenga incentivadora: «Tres años sobria, Hana. No puedes tener fijación con él. No puedes obsesionarte».

Pero mientras me presentaba ante la guapa y rubia recepcionista sentí una fuerte punzada de envidia porque ella estuviera trabajando cerca de Hudson a diario. Dios, ya me había metido en un lío. No entraba en la categoría de hombres atractivos de un polvo sin más.

—Señorita Min —dijo la rubia tras anunciar a su jefe que yo había llegado—, la está esperando.

Miré el reloj. Las cuatro y veintidós. ¿Cuánto tiempo llevaba Jungkook esperando? ¿Había entendido yo mal la hora? Las puertas dobles que había tras la recepción se abrieron, al parecer solas. Debía de haber pulsado algún botón.

—Pase por ahí —me indicó.

Entré vacilante en el despacho. Jungkook estaba sentado tras un caro y moderno escritorio de ejecutivo y se puso de pie al verme.

—Hana, pasa.

Cuando pude verlo del todo, me quedé inmóvil. En su iluminado despacho vi al verdadero Jeon Jungkook por primera vez. Y era muy guapo. Iba vestido con un traje de tres piezas de raya diplomática, con una camisa de vestir blanca almidonada y una corbata de rayas de color ciruela y blanco. Sus gafas de montura negra, que debían haberle dado un aspecto de empollón, hicieron que se me humedecieran las bragas. Parecía elegante, inteligente, dominante y… ¡Uf!

Tragué saliva. Dos veces.

—¿Llego tarde?

—En absoluto. —Su voz sensual hizo que las rodillas me flaquearan y, de pronto, me arrepentí de mis zapatos de tacón alto—. Mi última cita ha terminado antes de lo que imaginaba. Siéntate.

Decidida a aparentar tranquilidad y estar al mando de la situación, enderecé mi postura y me dirigí a la silla que me había indicado delante de su mesa.

Adiction - jjk [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora