/8/

1K 116 16
                                    

Lloré hasta que salí del hotel. Una vez en la calle, el ajetreo de la ciudad me animó. No necesitaba a Yoongi. Podría estar sola. Por supuesto que él me había ayudado a pagar el alquiler desde que mis locuras habían acabado con el dinero de mi herencia, pero el apoyo y la responsabilidad eran mucho más que dar dinero.

Me dirigí rápidamente a mi apartamento, consciente de que Yoongi no intentaría detenerme ni llamarme. Pasé la siguiente hora delante del ordenador, haciéndome una idea de cuáles eran mis facturas y gastos, buscando el modo de hacer recortes. Con un ascenso en el club —lo cual no estaba garantizado—, podría pagarme el apartamento. Pero no podría hacer frente a los préstamos de estudios cuando tuviera que reembolsarlos al mes siguiente. Yoongi me había dejado bien atrapada. No era una mala estrategia. La Hana del día anterior tendría que sucumbir a sus deseos y aceptar un trabajo en los despachos de grandes sueldos que me habían buscado tras mi graduación.

Por suerte, tenía otra opción.

Respiré hondo, cogí el móvil y pulsé la tecla de rellamada. Dios, ¿de verdad estaba haciéndolo? Sí. Y si era sincera, me alegraba de tener una excusa. Puede que, en realidad, debiera darle las gracias a Yoongi.

El número desde el que Jungkoon había llamado la noche anterior sonó solamente una vez antes de que respondiera.

Hana. —Su voz era calmada y sensual. No sensual como si estuviera seduciéndome, sino como el sexo que exudaba de forma innata.

Mi seguridad me abandonó.

—Eh… Hola, Jungkook.

Hice una pausa.

¿Hay algo que pueda hacer por ti? —Noté cómo disfrutaba de mi inseguridad. ¿Por qué no podía mostrar yo la misma confianza que él? Nunca había tenido problemas de ansiedad en el trabajo ni en los estudios.

Pensar en los estudios me dio el empujón y solté la pregunta que me había estado dando vueltas durante la comida:

—¿Cómo sabías que yo era inteligente?

Oí un chirrido y me lo imaginé reclinándose en un sillón de cuero tras una mesa de ejecutivo.

¿A qué te refieres?

—Dijiste que yo era… —me ruboricé, y me alegré de que no pudiera verme —guapa e inteligente…

Me interrumpió:

Deliciosamente guapa y tremendamente inteligente.

—Sí, eso. —El hecho de haberlas oído antes no hizo que sus palabras fuesen menos efectivas. El tono prosaico de su voz podría haber parecido indiferente y frío, pero era todo menos eso. Un escalofrío me recorrió la espalda. Me aclaré la garganta—. Pero casi no habías hablado conmigo. ¿Cómo podías saber nada de mi inteligencia?

Hizo tan solo una breve pausa.

El simposio de graduación en Soulth. Te vi allí.

—Ah. —El simposio se había celebrado un mes antes de la graduación y en él habían presentado a los mejores alumnos del máster. Cada uno de nosotros había defendido una idea innovadora ante un jurado de expertos. Mi presentación se llamaba Mercadotecnia de las publicaciones en la era digital. No había querido saber quién estaba en el jurado, consciente de que sus nombres me habrían lanzado a una investigación obsesiva y a acecharlos a través de la red. Después, a los expertos y a los participantes se les invitaba a una velada con vino y queso para que los estudiantes pudieran charlar y los ejecutivos pudiesen hacerles ofertas de trabajo. Yo me había presentado por vivir la experiencia. Por disfrutar de ese honor. No buscaba trabajo, así que me salté el evento posterior.

Ahora me preguntaba qué habría ocurrido si hubiera ido. ¿Me habría buscado Jungkook? ¿Era una completa coincidencia que él hubiera hecho una oferta por el club en el que yo trabajaba casi en la misma época en que se celebraba el simposio?

¿Es esa la única razón por la que llamas, Hana? —Su tono profesional tenía cierta connotación de burla.

—No.

Cerré los ojos y me agarré al borde de mi escritorio en busca de apoyo.

Aceptar su oferta me estaba costando más de lo que debería. No podía evitar sentir que aquello era demasiado fácil, como si estuviera vendiendo mi alma al diablo. Pero también sentí un arrebato de excitación, una fuerte descarga eléctrica de libertad.

—Tu proposición… Me gustaría hacerlo. Digo que sí. —Recordando su otra propuesta de seducirme, aclaré—: Me refiero a tu oferta de pagar los préstamos de mis estudios.

Su sillón volvió a chirriar y me lo imaginé de pie, con la mano en el bolsillo de un traje a medida de la colección de verano de Louis Vuitton. «Ñam, ñam» .

Me alegra saberlo, Hana.

Aparté aquella visión de mi cabeza y esperé a que dijera algo más. Como no lo hizo, hablé yo:

—¿Y qué pasa ahora?

Tengo un hueco en mi agenda a las cuatro y media. Ven a mi despacho de Industrias Jeon's a esa hora para ultimar los detalles.

Iría a verlo en —miré mi reloj—dos horas. El corazón se me aceleró.

—Qué bien. Es decir, está bien. Me parece bien.

Se rio entre dientes.

Adiós, Hana.

—Adiós. —Me quedé abrazada al teléfono durante varios segundos después de que él colgara, hipnotizada por el efecto que aquel desconocido provocaba en mí, preguntándome si sería capaz de realizar la farsa que él había preparado, deseosa de poder frustrar las insinuaciones que había hecho.

De acuerdo, quizá no esperaba conseguir esto último, pero quería creer que sí. Por mi propia salud mental. También pensé en el simposio y consideré la posibilidad de que Jeon Jungkook hubiera hecho mucho más de lo que había dicho para montar aquella farsa a sus padres.

Quizá esa idea debía haberme asustado. Pero lo único que consiguió fue hacer que sintiera más curiosidad.

•••

Adiction - jjk [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora