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Jungkook dejó que yo eligiera la mayor parte de la ropa y los zapatos que me compró. Al final, era un buen montón. No quise oír el coste total cuando Jiha se
lo dijo, temerosa de que pudiera sentirme como si estuviera con un viejo ricachón o, lo que era peor, como si fuese su puta.

Disfrutamos de una bonita cena en un restaurante italiano del centro de Seul y después Jungkook me llevó al club. Ante la inusual suerte de encontrar un aparcamiento en la misma manzana, decidió aprovecharla, aparcó y dejó allí el coche.

—El desfile de moda benéfico de mi madre empieza mañana a la una. Tendré que recogerte a las doce y cuarto. Siento que no vayas a poder dormir más. ¿Sales a las tres de la mañana?

—Sí. Puedo arreglármelas.

—Namjoon vendrá a recogerte. Me aseguraré de que trae todos tus paquetes y te ayuda a subirlos a tu apartamento. —Una taimada sonrisa apareció en su rostro—. Amenos que prefieras que te recoja yo.

¿Jungkook llevándome a casa? Sí, lo prefería, pero tenía que establecer algunos límites. Ya le había dejado que me tuviera cuando le había dicho explícitamente que no lo haría.

—Me temo que si vinieras dormiría aún menos.

—Cierto. Probablemente no sea una buena idea.

Nos quedamos sentados varios segundos y la tensión sexual chisporroteó en medio del silencio. ¿Debía darle un beso de despedida? ¿Me lo daría él? ¿Teníamos tiempo de entrar a hurtadillas en el guardarropa para echar un polvo rápido? Me había limpiado lo mejor que pude en el baño del restaurante, pero el olor a sexo seguía aún en el aire y me hacía pensar en cosas sucias. No quería irme.

—¿Va todo bien en el trabajo?

Era una excusa para quedarme un rato, pero además tenía verdadero interés por aquella serie de mensajes y llamadas que había recibido en la tienda.

—Puedo arreglármelas —respondió repitiendo mis palabras de antes.

Esperaba que me contara algo más, pero, desde que le conocía, nunca me había hablado de su trabajo. No había motivo para creer que lo hiciese ahora. Me quedé mirándolo un momento hasta que me sentí rara, con mi estómago dándose la vuelta como si estuviera bajando en una noria. Entonces, miré por el parabrisas delantero. Lisa avanzaba por la calle, con su cabello rubio haciendo que fuese fácil identificarla. Aquello me dio una idea. Otra excusa, en realidad.

Esta vez para conseguir el contacto físico que tanto deseaba.

—Como ya hemos puesto en marcha la farsa, será mejor que lo hagamos oficial.

Señalé con un gesto a Lisa y Jungkook asintió para mostrarme que había entendido.

—Una idea excelente. —Hizo una pausa, esperando a que Lisa estuviera un poco más cerca, asegurándose de que pudiese ver un buen espectáculo. Entonces, salió del coche y se dirigió a mi puerta para abrirla y dejarme salir. Me acarició la mejilla con su dedo pulgar—. ¿Lista?

Yo nunca estaba lista, pero incliné el mentón hacia arriba para juntar mi boca con la suya. Nuestros labios se unieron y nuestras lenguas revolotearon una alrededor de la otra. Las rodillas se me doblaron, pero él tenía las manos alrededor de mi espalda y me sostuvo. Me agarré a su camisa, deseando desesperadamente enredar mis dedos entre su pelo, sabiendo que eso no haría más que aumentar mi deseo. En serio, no habían pasado más que un par de horas desde nuestra aventura en el probador y, sin embargo, parecía como si no hubiera tenido ninguna desde hacía meses.

Él se apartó y miró de reojo a Lisa.

—Nos ha visto —dijo en voz baja.

—Ah. —Yo ya me había olvidado de que nuestra muestra pública de afecto había sido para ella—. Bien. —Tragué saliva—. Gracias —susurré aún jadeando —. Por el día de hoy. —Por comprarme ropa bonita, por no hacer caso a mi petición de pasar un día sin sexo, por dejar mis pulmones sin aire con un beso.

Adiction - jjk [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora