Final

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Le comprendía perfectamente. Tras haber destruido a tantas personas, tras haber echado a perder mi relación con mi único pariente vivo, era un infierno imaginar que podía hacer daño a una persona más. Había estado mucho tiempo evitando intimar con nadie. Pero ahora estaba preparada para dejar atrás ese miedo y poder así conseguir la recompensa de la intimidad.

Acaricié el pelo de Jungkook.

—Eso forma parte de las relaciones, Kookie. La gente sufre. —Le besé en la frente—. Pero también puedes hacer que sea mejor.

Levantó la cabeza para mirarme a los ojos.

—Dime cómo.

Tomé su cara entre mis manos y le acaricié la piel con los pulgares, tan suave como las nalgas de un bebé.

—Déjame entrar —le supliqué.

—¿No ves que ya lo he hecho?

Cerré los ojos, esperando poder detener un nuevo torrente de lágrimas. Se había abierto, pero solo lo suficiente para que yo pudiese introducir la punta de los dedos de los pies en el umbral de la puerta que él mantenía tan firmemente cerrada. Era un gran paso para él. Pero no me estaba dejando entrar de verdad. Lo único que compartía conmigo tenía que sonsacárselo de sus labios. No me había dado su confianza. Aquello no era suficiente para poder construir nada a partir de ahí, y si eso era todo lo que iba a abrir esa puerta, no tendríamos esperanzas de futuro.

Tragué saliva y abrí los ojos, dejando que se escapara una lágrima solitaria. La limpié, me di la vuelta para salir de debajo de él y me subí las bragas. Jungkook dejó escapar un suspiro. Después, oí el sonido de su cremallera y, para mí, aquello supuso una metáfora. Se estaba guardando, se estaba cerrando.

Otra vez.

Pero cuando se puso de pie, me envolvió con sus brazos por detrás.

—¿Por qué actúas como si estuvieras huyendo? —me dijo al oído con voz ronca.

—Porque me dejas fuera. ¿No es eso lo mismo que salir huyendo?

—¿Y tú? ¿Qué me dices de cuando apareciste en nuestro dormitorio llorando y ni siquiera me explicaste por qué?

—Eso fue distinto.

Pero quizá no lo fuera. No le había contado lo que había dicho su madre porque me dolía demasiado. Porque estaba avergonzada. Me dio la vuelta para que le mirara.

—¿Qué te dijo, Hana?

Me había lanzado un guante. Si quería que se abriera, yo también tendría que hacerlo.

—Que yo era insignificante. Me llamó puta.

Dirigí los ojos hacia una mancha de pintura de la pared, incapaz de mirarle a los ojos. Maldijo en voz baja.

—Mi madre es una mujer despiadada y cruel. —Colocó dos dedos debajo de mi mentón y me movió la cara para que lo mirara—. No eres una puta, Hana. Ni siquiera nada parecido. Y la magnitud de tu importancia en mi vida no puede expresarse con palabras.

—También dijo que nunca podrías amarme.

Se quedó inmóvil. A continuación, dejó caer la mano de mi cara.

—Eso ya te lo he dicho yo antes.

Sentí en las tripas el fuerte dolor de sus palabras. Me solté de sus brazos.

—Bien, pues ella me lo repitió. —Volví a girarme hacia él—. Ahí tienes. Ya me he abierto. ¿Estás contento?

—Hana…

Adiction - jjk [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora