Capítulo 3

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Marbella Vélez

Me encanta el mar.

No sé si se debe a mi nombre, si es cosa de familia, si se trata de una casualidad o si el destino así lo eligió.

¿Creo en el destino?

No, pero queda bonito hacer referencias a este de vez en cuando o de cuando en vez.

Desde nuestra casa se veía el mar, supongo que por eso siempre me encontraba cerca de las ventanas para echar un ojo a tan hermoso paisaje. A mi madre le pasaba lo mismo, aunque nunca lo admitiría en voz alta, anhelaba su tierra. Siempre que tenía a Málaga en la boca era con tonos nostálgicos. No la culpaba, incluso yo me sentía así y solo iba durante los veranos con mi familia.

Me pregunto si Chiara alguna vez estuvo en mi tierra...

Si, mi tierra, por mucho que haya nacido en territorio estadounidense mi corazón siempre ondeará en la olas del mar de Marbella.

Incluso las mareas eran diferentes aquí.

—¿Quieres empezar con el trabajo? —me pregunta Wesley, alejándome de mis pensamientos.

El moreno me miraba con atención, a la espera de una respuesta.

Por un momento casi me olvido del trabajo de historia del arte que era para mañana y, como siempre, lo dejamos para el último momento.

—Por querer no quiero, pero no nos queda más remedio —hice una mueca mientras encendía el portátil. De solo pensar que teníamos que hacer el trabajo y mañana presentarlo me dolía la cabeza, qué duro era ser estudiante.

Los adultos siempre le restaban importancia, diciendo que no era nada, que sabríamos lo que "duro" cuando tengamos que trabajar. La sociedad no entendía absolutamente nada. Pensaban que si, pero en realidad no, estaban muy lejos de entendernos.

Wesley y yo nos pusimos manos a la obra, nos robamos una plantilla de Canva e hicimos un copia y pega de la información que nos encontrábamos por diferentes páginas web, ni siquiera nos molestamos en redactarlo con nuestras palabras. También pusimos alguna que otra foto de las obras que teníamos que presentar y por último hicimos una diapositiva agradeciendo, como si fuera a importarle a alguien.

—Nos ha quedado bien, ¿no?

—Está de locos —admití, sonriendo abiertamente—. Te lo voy a pasar, así te lo preparas tú en casa si te apetece, sino nos hacemos los locos y lo leemos mirando por la pantalla.

—La segunda opción es tentadora.

—Sabes que si —murmuré divertida, pero de todos modos se lo envié a su correo, por si acaso.

—Nos ha sobrado tiempo, ¿quieres hacer algo? —preguntó, despreocupado.

Arrugué mi nariz y miré a mi alrededor, ni siquiera estábamos en mi habitación porque me sentía incómoda con chicos allí dentro, era algo privado, quizá para muchos era una tontería pero prefería sentirme a gusto antes que pasar un mal rato solo por ser como los demás.

—¿Y tú? —usé el comodín.

—Bueno... ¿Estamos solos? —se aproximó a mi, sus intenciones ya las había vivido antes e inevitablemente se me estaba yendo la mente a otro lugar completamente diferente. No, por favor—. Eres hermosa, Marbella.

—Lo sé —sonreí, manteniendo la postura ante sus palabras mal intencionadas.

—Y poco humilde también —ironizó.

—No sé a dónde quieres llegar con esto...

Su mano se posó en mi rodilla y poco a poco empezó a ascender, acariciándome la pierna.

Me tensé de inmediato. Se veían sus intenciones desde que empezó con este rollo, pero no quería confundirlo. No ahora. Wesley era mi amigo y no estaba dispuesta a perderlo por una mierda así. Además, me empezaba a sentir incómoda con la situación. El pulso se me había disparado.

¿Otra vez? ¿Qué mierda les pasaba a los hombres últimamente?

Debía de ser cierto eso de que la primavera la sangre altera, porque madre mía.

—¿Tengo que agregar a la lista "poco inteligente"? —susurró, acercando su rostro al mío hasta que nuestros labios se rozaron.

—¿Tengo que agregar yo a tu cara un par de golpes? —espetó la voz de mi salvador desde la puerta. Mi hermano tenía la mandíbula apretada y miraba a mi compañero de una manera poco amable.

Wesley se separó de inmediato, avergonzado y arrepentido, empezó a balbucear cosas sin sentido sin saber qué explicación dar. Estaba atontado mirando a Zaid, como si fuera algún superhéroe de esos que todos los niños admiraban o algo por el estilo.

—Lárgate, niño —advirtió, alzando sus cejas.

Se levantó de inmediato, sin siquiera mirarme, guardó sus cosas en su mochila y salió pitando. Genial. Era más que obvio que mañana en el instituto no se hablaría de otra cosa, no porque fuera de los populares, sino porque era el típico chico que hablaba con todo el mundo, aunque no conociese a la otra persona de nada. Así que la noticia no tardaría en esparcirse.

—A la próxima le das una hostia para que se aleje —me recomendó, caminando hacia mi.

—No soy capaz, Zaid, te juro que cuando estoy cerca de un chico me vuelvo vulnerable —suspiro, rendida, sintiéndome completamente ridícula—. Quiero correr y mis pies no se mueven, es un momento de colapso mental donde me entran unas horribles ganas de llorar... Dios, qué patética.

—No vuelvas a decir eso —susurra, poniéndose a mi altura para envolver mi cuerpo con sus brazos—. Tú no eres patética, Bella, todo lo contrario. No puedes ser tan exigente contigo misma, ¿vale? Voy a quedarme unos días por la ciudad, si quieres que hable con ese chico no tendré problema en hacerlo, quizá hay que dejarle un par de cosas claras.

—Tú no vas a hacer nada —me aferré a su cuerpo, soltando un largo suspiro y queriendo dejar ese asunto a un lado—. Mejor cuéntame qué tal estás.

—No muy bien, un idiota se estaba pasando de listo con mi hermana, no hay manera de estar bien después de eso —me acarició el pelo—. Pero no hablemos de mi, mejor cuéntame de ti, que hace ya tiempo que no nos vemos. ¿Qué tal en el insti? ¿Hay algo por ahí que quieras contarme?

Mierda.

Cuando decía eso es porque ya lo sabía.

Odiaba eso, es como si ahora estuviera obligada a contárselo todo. No tenía problema, es más, se sentiría como un desahogo, pero contarlo significaría recordarlo y eso me hacía doler la cabeza.

Mi vida iba de mal en peor, al menos ahora estaba Zaid aquí, solo esperaba que mis días fueran menos grises en su ausencia.

Chiarbella Donde viven las historias. Descúbrelo ahora