Capítulo 19

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Marbella Vélez

Me seguía sintiendo patética pero al menos no tanto como al principio. Si, había sido inoportuna al ponerle esa mano en la pierna, pero en las películas siempre funcionaba, ¿no? De hecho se veía como algo muy sexy y todos se derretían con un gesto tan simple.

Puta realidad.

A partir de hoy dejaré de ver películas solo por el mal que me hacen, distorsionan mi realidad y después vivo creyendo que me pasará algo similar. No voy a decir que me pasa lo mismo con los libros porque solía leer libros de los de antes, los típicos que a cualquiera de mi edad le aburrirían. Sin embargo, sentía que antes el amor era un concepto mucho más claro que ahora, pues a pesar de ser una época más oscura y machista, se ve que romantizan lo necesario. Si comparamos con los de ahora... Bueno, quizá era mejor que estuviera callada y no compartiera mis pensamientos. Los libros de ahora lo romantizan todo, lo bueno y lo malo (quizá más lo malo que lo bueno) y me da pavor leerlas. Es todo tan tóxico, tan posesivo, ¡tan horrible!

¿Cómo puede gustarte alguien que te cela todo el tiempo? ¿Alguien que te aparta de tus amigos solo porque te quiere para sí solo?

El control no es amor. Los celos no son amor.

Quieren tanto y tan mal... Si tan solo quisieran menos y mejor la cosa sería diferente. No habría adolescentes llorándoles a personajes que no valían la pena, después iban por ahí diciendo que querían un hombre así en la vida... Y no, nadie quiere a alguien así en su vida, da igual lo guapo que sea, si tiene todas esas banderas rojas es mejor correr lejos.

—¿Cómo te ha ido en la biblioteca? —me preguntó mi hermano nada más llegar a casa.

—Bien, quiero creer —me encogí de hombros restándole importancia—. Solo fue ir a la biblioteca, nada del otro mundo, hice ejercicios de matemáticas mientras Chiara estudiaba para su examen. Lo normal, en serio.

—Que aburridas las adolescentes de ahora —resopló, mirándome con falsa indignación—. Cenaremos aquí esta noche, así como dato.

—¿Chiara también vendrá?

—A no ser que quiera quedarse en su casa estudiando me imagino que si vendrá —se limitó a responder, dejándome con un mar de dudas.

Era Chiara, la única persona en el mundo que tranquilamente se podría quedar en casa a estudiar en lugar de venir a cenar con la familia de su hermano.

Intenté disimular la decepción que me causaba eso, en el fondo me gustaba pensar en la mínima idea de que vendría aunque solo fuera por mi. Estar con Zaid, Killian y CJ podía llegar a resultar aburrido, demasiada testosterona en el ambiente.

—Iré a darme una ducha y después me quedaré en mi habitación leyendo, avísame cuando sea hora de cenar —le besé la mejilla de manera sonora antes de correr a las escaleras, lo escuché quejarse porque no quería quedarse solo haciendo la cena pero fingí que ya estaba demasiado lejos como para oír sus reproches.

Puse mi playlist de spotify con las canciones de Rauw Alejandro mientras me creía tan buena bailarina como él, en fondo no había cosa que deseara más que saber hacer algún pasito de eses. En mi mente era una bailarina experta, eh... Pero en la realidad no se ajustaba.

Hice mi concierto privado en la ducha, riéndome cada vez que me salían gallos, a cualquiera estrella podría pasarle eso en una actuación, no es que yo fuera mala ni nada por el estilo. Casi me quedo sin un ojo en el proceso porque el champú no colaboró y resbaló desde mi cabeza por mi frente hasta meterse en uno de mis ojos. El grito que solté fue tan grande que mi hermano lo escuchó desde la cocina y no tardó ni dos minutos en venir corriendo.

—¡Marbella! ¿Qué ha pasado ahí dentro? ¿Estás bien? ¿Te has caído? —su preocupación es más que notable cuando habla tan rápido.

—¡Mi ojo, Zaid, mi ojo! —chillé refregando este una y otra vez—. ¡Voy a quedarme ciega!

—Tranquila, tranquila —da unos golpecitos en la puerta para llamar mi atención—. Ten cuidado de no resbalarte y coge la toalla para limpiarte, no friegues demasiado o te picará más.

Intento hacerle caso a sus consejos y suspiro aliviada cuando después de largos minutos consigo tener bien el ojo. Aunque cuando salgo de la ducha y lo miro al espejo está más que rojo, parecía que acababa de fumarme un porro.

Genial, ahora me verían como una lesbiana drogadicta, justo lo que quería, mis padres estarán tan orgullosos de mi cuando se enteren...

Definitivamente no quería que viniera Chiara y me viera así, que maldita vergüenza, ya tenía suficiente.

Cuando salí a mi habitación para vestirme tenía la cara roja de la vergüenza, me puse el pijama sin molestarme en ponerme el sostén, tampoco es que tuviera tantas tetas y si me ponía cosas flojas ni siquiera se me notaban.

Desventajas de haber heredado las tetas de mamá. Habría preferido tirar más a la familia de mi padre, no tenían demasiada relación entre ellos, pero por las pocas mujeres que conocía de su familia podía ver que tenían los pechos grandes.

Es un hecho, me operaría las tetas después te terminar bachiller, tenía cerca de dieciocho años y seguía con las tetas de una niña de doce años.

—¡Bella, baja! —gritó mi hermano—. Acaban de llegar.

—¡Ya voy!

Nos comunicábamos a gritos, lo más normal del mundo, no pasaría si estuvieran nuestros padres en casa, pero bueno... Ellos estaban pasando unas buenas vacaciones en Marbella como de costumbre. Ellos no permitirían que estuviéramos a gritos porque si nosotros gritábamos ellos también lo harían y así seríamos una casa de locos.

Lo éramos igual, pero bueeeeno, pequeños detalles.

Bajé por las escaleras dando saltos y me quedé congelada al ver a Chiara entrar mientras hablabas animadamente con CJ.

Zaid y Killian se saludaron con un beso en los labios mientras se sonreían de esa manera tan suya.

Que sola me siento.

—¿Qué le pasó en el ojo a mi cuñada favorita? —preguntó Killian al verme, haciendo que la atención de todos recayera en mi.

Ay, no.

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