Capítulo 18

114 16 9
                                    


Chiara Pimentel

Marbella acababa de meterme mano.

¿Qué cojones...?

Claro, la charlita esa del sexo más bien había sido una señal de "yo también quiero probar y quiero que tú seas mi rata de laboratorio", pero yo no tenía ni la más mínima experiencia en cuanto a lo sexual y me aterraba la idea de que Marbella me tuviera tan idealizaba.

No era perfecta. Estaba muy lejos de serlo, era lo contrario, inexperta, llena de temores e imperfecciones. Me costaba tanto asimilarlo que tener que decírselo a ella se volvería una tarea mucho más difícil. Marbella me veía con buenos ojos, decía que era guapa, que siempre sacaba muy buenas notas gracias a mi gran inteligencia, que sabía hacer esto y que sabía hacer lo otro. Pero Marbella no sabía que la inteligencia no era así, para sacar buenas notas había que estudiar y no ser listo, cualquiera podía sacar buenas notas si se lo proponía.

—Estamos en la biblioteca —le recordé, intentando no mirarla demasiado porque su carita de decepción me dolía más que todo lo anterior.

—Pensé que conmigo lo querías todo —farfulló, bajando la mirada a su libreta y tomando de nuevo el lápiz como si seguir haciendo ejercicios fuera a solucionarlo todo.

Pero esas simples palabras se me habían clavado en la boca del estómago.

Por supuesto que lo quería todo con ella, pero no era el lugar ni el momento.

—Yo no puedo darte lo que quieres —susurré, con cada palabra quemándome la garganta.

—¡Tú no sabes lo que quiero! —exclamó, ganándose miradas de reproche por parte de los que estaban allí. Su labio inferior tembló y sabía lo que venía a continuación, no podía permitir que llorase, se me partía el alma del todo y me haría quedar como la peor persona del mundo mundial.

Se levantó arrastrando su silla y se levantó sin darme tiempo a decirle nada, salió casi corriendo y tuve que acelerarme para hacer lo mismo si no quería perderla. Se encerró en el baño en cuanto entró y yo me quedé allí, con las piernas temblando y el aire pidiéndome entrar en los pulmones.

¿Que se supone que tenía que hacer en una ocasión como esa?

—Marbella —susurré su nombre.

—No, Chiara, vete... Necesito estar a solas.

—Lo que necesitas es relajarte —aconsejé—. No voy a irme de aquí hasta que hablemos y aclaremos las cosas. Hemos hablado dos segundos del tema antes de que me metieras mano, ¿cómo esperabas que reaccionara?

—Pues no rechazándome, desde luego —admitió en un hilo de voz.

—No te he rechazado... —murmuré, pasando una mano por mi cabello, quejándome por lo bajo cuando los dedos se me enredaron en las puntas. Maldición. Eso era lo malo de no tener ni el pelo liso ni tampoco rizado—. Bueno, prácticamente si que lo he hecho, pero tengo mis motivos y te prometo que en ningún momento pensé en que eso te sentaría mal. ¡Estábamos en una biblioteca, Mar! Por el amor de Dios, si quieres meterme mano que sea en un lugar un poco más privado.

Sé que le hizo gracia mi último comentario y lo intentó disimular al moverse para que el sonido de su ropa ocultase la risilla traviesa que se le había salido, pero yo la conocía bien y sabía cuando había de estar atenta porque sabía cuando se iba a reír.

—Mar, no tienes que hacer algo por presión, porque todo el mundo lo haga y tú todavía no, las cosas no funcionan así. Sé que vivimos en la generación donde el sexo es cada vez más temprano, donde los adolescentes solo fingen ser adultos... Pero no sirve de nada. Follar no te hace más mayor, al igual que tampoco lo hace beber alcohol o fumar, la madurez es algo de la mente.

—Pero se siente bien, ¿no? —pregunta, dejándome descolocada—. Follar, beber, fumar... Son cosas que se sienten bien, de lo contrario la gente no lo haría.

—Beber te destroza el hígado, fumar te jode los pulmones, no estoy segura de que puede traer el sexo a parte de las ETS, pero seguro que abusar del placer también es malo. ¡Ninguna adicción es buena! —concluí, sin saber cómo diablos habíamos llegado a ese extremo de la conversación—. Te aseguro que soy una inexperta en el tema, Mar... Yo no he tenido sexo con nadie.

—Claro que no, eres mi mejor amiga y si lo tuvieras me lo habrías dicho, me ofende que tengas que aclarármelo —resopla—. Yo solo digo que me gustaría hacerlo, pero hacerlo contigo, ¿qué más da si no tenemos ni idea? Siempre hemos sido tú y yo contra el mundo, no veo la necesidad de querer cambiar eso ahora.

Las mejores amigas no se besan, las mejores amigas no se tocan de esa manera y las mejores amigas no follan. Quiero gritarlo, quiero chillarlo, necesito que de alguna u otra forma se de cuenta de que esto se estaba pasando de amistad.

Y yo, perdidamente enamorada de ella, no podía permitir que mi corazón terminase destrozado solo porque estaba confundida.

Marbella solo quería disfrutar y probar cosas nuevas conmigo, claro.

Yo sí que lo quería todo.

Y si eso significaba ponerme en riesgo de lo que fuera, lo haría, porque no me quedaba más remedio. Era eso o volver a ver su carita de decepción.

—La próxima vez que no sea en una biblioteca y las cosas serán diferentes —prometí.

Con eso fue suficiente para que saliera del baño, caminó con pasos lentos hacia mí antes de abrazarme. Correspondí de igual manera, apoyando mi cabeza sobre la suya cuando escondió su rostro en mi cuello y acaricié su cabello, que por suerte era completamente liso.

—Mañana tienes examen, de lo contrario te diría de dormir en mi casa —susurra, haciendo que los vellos de mi cuerpo se me pongan todos de punta. No es la primera vez que nos quedamos a dormir juntas, pero por alguna razón siento que es como si lo fuera. No sé si estaba lista para que esa noche llegara.

Chiarbella Donde viven las historias. Descúbrelo ahora